Madrid, España.- El arzobispo electo de Madrid, José Cobo Cano, ha ofrecido una entrevista radiofónica con motivo de su nombramiento en la sede metropolitana arzobispal de la capital del Reino de España. Ante el entrevistador, el nuevo arzobispo expresa su sentir sobre la misión de la Iglesia católica en el siglo XXI, sus nuevos lenguajes y los principios inamovibles de su identidad: "Creo profundamente que nuestro Dios no es Harry Potter, que viene solucionando, sino que hace una cosa que solo puede hacer Dios: Cuando estamos mal, él se queda ahí. Y eso lo he visto muchas veces. Por eso sé que los pobres y los últimos son los primeros que nos van a enseñar la fe".
La Arquidiócesis de Madrid es la circunscripción eclesiástica más numerosa en el reino y frente al desafío que supone su atención, el nuevo prelado -que comenzará su gobierno el próximo 8 de julio- dice al periodista Aimar Bretos cómo recibió la noticia de su nombramiento:
"Te llama un número desconocido, que dices: No sé si me van a vender algo. Pero de estas cosas que dices: Voy a descolgarlo. Y te llama el nuncio; te comunica después, te pasa una nota del Papa y te da un tiempo para que lo pienses".
Cobo afirmó que su primera emoción fue decir "no", pero tras pensarlo y madurarlo: "te acuerdas de la gente, de muchos curas que he tenido mayores y he dicho: ¿Qué me dirían? Y gracias a ellos, he dicho: Voy a fiarme del Papa, del espíritu que ha movido el Papa y fiarme de tanta gente buena que Dios usará para seguir adelante".
El nuevo arzobispo compartió una anécdota de su nombramiento, hace cinco años, como obispo auxiliar de Madrid y del curso de 'baby-bishops' que se realiza para el nuevo cuerpo episcopal en el Vaticano: "Cuando llegamos ahí los tres que pertenecíamos a la última hornada, estábamos con todos los obispos nuevos de todo el mundo. Con más de cien personas. Allí les dijimos, nosotros no somos catedráticos, ni hemos escrito libros ni nada. Lo único que sabemos es ser curas. ¿Qué pide de nosotros? Y él lo que nos dijo fue: Precisamente quiero obispos pastores que se hayan curtido en la pastoral. Quiero gente no que se haga mejor, sino que pueda llevar a la gente a tomar decisiones juntos".
Cobo fue cuestionado sobre el valor del celibato en el orden ministerial, sobre la situación de las iglesias en Madrid, sobre las uniones entre personas del mismo sexo, los abusos sexuales, los descartados, los encarcelados y la dimensión de la fe en la vida cotidiana:
"Para mí el celibato, en un mundo que a veces está pansexualizado, es revolucionario también. Para decir que la sexualidad se puede vivir de otra forma. La experiencia de fe nos puede llevar también a vivir, a ofrecernos y entregar la vida de otra manera. Es una bendición dentro de la Iglesia", dijo entre otras afirmaciones.
El entrevistador le preguntó si el oficio de ser arzobispo de una obligación molesta ('un marrón' como se dice en el reino peninsular) y Cobo respondió con simpleza: "Es un servicio y así lo tomo yo. El obispo no es un superhéroe ni un superjefe, es alguien que sirve... En Madrid hay más de dos mil curas. Más que Juego de Tronos, esto es una familia, en la que estamos convocados a llevarnos bien y cada uno tenemos nuestro color y cada uno tenemos nuestra pedrá [identidad, oficio. N. del editor]. Mi pedrá ahora mismo es conciliar e intentar poner mesa para que nos escuchemos unos y otros".
Sobre su nueva misión, Cobo afirma que "no hay mucho polvo que barrer" en Madrid: "Creo que todos somos muy pecadores. Lo que hay que hacer son procesos de conversión. Para empezar algo, para hacer algo lo primero, la misa las empezamos siempre, lo primero que se hace es 'vamos a pedir perdón'. Más que polvo hay pecado y metemos la pata mil veces y hacemos lo que nosotros queremos y no se lo preguntamos a Dios, que es la tarea del cristiano".
El nuevo arzobispo afirmó que si bien la Iglesia se actualiza y ajusta a los tiempos; la gestión de la misma "cuesta muchos años": "La Iglesia tiene mucho tiempo, no es una empresa que se haya inventado. Es una organización con mucha tralla y mucha historia. Desde que está el concilio, ha habido muchos procesos de transformación". También lamentó la existencia de grupos internos de la Iglesia que van en sentido contrario a los cambios, dijo que está bien que no todos los católicos piensan lo mismo o que no estén de acuerdo con el proceso; sin embargo, recordó que para dirimir esos temas se tiene la autoridad del Sumo Pontífice:
"Sí, estoy alineado con las tesis del Papa; de lo contrario no sería católico. Igual que estuve aliado cuando Benedicto. Lo bueno es tener el corazón abierto y decir que yo no soy el último que tiene la palabra".
Cuestionado sobre su actitud frente a las parejas gay o las posibles uniones matrimoniales de personas del mismo sexo, Cobo afirma que no casaría a dos gays. "Pero no por casarles. Según la Iglesia en su tradición y forma de ver la vida, yo creo que el matrimonio es para el hombre y la mujer, en cuanto está así creado, el don del matrimonio, mirado cristianamente, se basa en la complementariedad entre el hombre y la mujer. Si quiere ser creyentes, yo acogería y acojo a todos".
El arzobispo aclaró que no se pueden realizar eucaristías para celebrar matrimonios de personas gay, incluso si estos fueran católicos: "Cuando los cristianos celebramos lo hacemos con pautas histórica. Ahora mismo no. No en sacramento, que tiene una consistencia, una tradición y lo hemos sostenido y se sostiene así mismo. El sacramento tiene unas pautas, y la relación entre dos personas tiene otras pautas. El problema de esto es que la tradición de la Iglesia se tiene que pegar con la tradición de este momento, propongo un diálogo, pero no tiene que asumir acríticamente las nuevas antropologías que van surgiendo, podemos dialogar con ellas pero no las tenemos que asumir. Yo pido que la sociedad respete nuestra tradición y el sistema de entender un sacramento, el matrimonio como tal. Acompañamos a un montón de gente y que hacemos procesos con ellos. Ahí no está el problema. Tenemos que acompañar a una persona que está buscando su identidad y quiere vivirlo en la fe, nosotros le podemos acompañar y que sea feliz, pero no que le demos etiquetas. En nuestras parroquias, antes de decir sacramento sí o sacramento no, decimos 'puerta abierta y contigo estamos a muerte'".
Finalmente, Cobo relató una anécdota de sus primeros años de formación religiosa, de su cercanía con los más vulnerables y los más sencillos del pueblos: "Para mí es algo natural. Cuando me topo con la fe, pienso que es para hacer feliz a la gente, especialmente a los vulnerables. La fe me empujaba a conocer esa realidad. No porque pensase que les podía dar algo, sino por poder ponerme en sus ojos y ver la vida desde ahí. Aprender a verla desde las madres que sus hijos se morían con el caballo, en aquellos años muy duros. También estuve como seminarista en Vallecas y veía a madres que habían perdido a sus hijos y les tenían en la cárcel. Merece la pena ver la vida desde gente tan sencilla. Te da una humanidad y una forma de vivir que yo siempre me digo: Dios está aquí".
"Creo que a cada uno, Dios nos toca en la pieza que más nos merece. Pero desde luego, la gente mas sencilla, que lo pasa mal, me ha dado unas lecciones de fe, de vida y humanidad impresionantes. Una de ellas la protagoniza Juana. Una señora que estaba en la parroquia, vestida de negro, que parecía que tenía 80 años y tenía 60. Iba a la parroquia y se sentaba delante del Sagrario. Entonces nos reíamos un poco porque todos los días llegaba y decía: 'Ay', y provocaba risas entre todos. Un mes después, me encontré a Juana y me dijo que se le habían muerto cinco hijos de sida, el marido la maltrataba. Pero yo vengo aquí y delante del señor es con quien me desahogo. Yo pensé, cómo dios da fortaleza a esta mujer. Juana se convirtió para mi en un icono de fortaleza. Muchas veces, cuando las cosas se ponen un poco chungas [difícil, de mal aspecto, enfermo, estropeado o complicado. N. del editor], me acuerdo de Juana".
-¿Cómo Dios permite que mueran los cinco hijos de Juana y su marido le pegue? -le reviró el periodista.
-¿Y cómo Dios permite que su hijo muriera en una cruz? Porque se queda. Porque Dios ha pasado por la vida de Juana y creo profundamente que nuestro Dios no es Harry Potter, que viene solucionando; sino que hace una cosa que solo puede hacer Dios: Cuando estamos chungos, cuando estamos mal, él se queda ahí cuando se va todo el mundo. Y eso lo he visto en tantísima gente y sigo creyéndolo profundamente. Por eso sé que los pobres y los últimos son los primeros que nos van a enseñar la fe. Y en los tiempos que vienen ese será el libro primero del Evangelio".