Ciudad del Vaticano.- Ante el cuerpo diplomático de todas las naciones del mundo que sostienen relaciones con la Santa Sede, el papa Francisco ha dirigido un largo mensaje enfocado esencialmente en la vacunación universal contra COVID-19, así como la construcción de paz y la concordia entre los pueblos en medio de la pandemia.
Francisco hizo un llamado contra las guerras que se gestan con relativa intensidad en diferentes partes del mundo así como por el cuidado de los migrantes, los cuales dijo "no son mercancías con las que se puede comerciar"; también hizo una fuerte crítica contra "el pensamiento único" y las ideologías que borran las diversidades para ser inclusivos.
Cada inicio de año, el pontífice sostiene un encuentro con el cuerpo diplomático ante la Santa Sede para una salutación y para ofrecer un mensaje a las naciones allí representadas. Este 2022, Francisco recordó que la misión del servicio diplomático debe "ayudar a dejar a un lado los desacuerdos de la convivencia humana, favorecer la concordia y experimentar cómo, cuando superamos las arenas movedizas de los conflictos, podemos redescubrir el sentido de la profunda unidad de la realidad".
Al respecto, el Papa hizo un decisivo exhorto a mantener la lucha contra la pandemia de COVID-19 y a grantizar la vacunación a todos los pueblos del mundo pues "requiere aún un notable esfuerzo por parte de todos". Francisco reconoció que el coronavirus "sigue creando aislamiento social y cosechando víctimas".
El Papa destacó que ha podido constatar "que en los países donde se ha llevado adelante una campaña de vacunación eficaz, ha disminuido el riesgo de un avance grave de la enfermedad"; por ello instó a que "se continúen los esfuerzos para inmunizar a la población lo más que se pueda" aunque esto requiera "un múltiple compromiso a nivel personal, político y de la comunidad internacional en su conjunto".
"Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad", declaró.
Francisco reiteró además que el cuidado de la salud propia y del prójimo constituye "una obligación moral" en un mundo "de fuertes contrastes ideológicos".
Sobre este asunto, el pontífice argentino criticó fuertemente las manipulaciones ideológicas contemporáneas y pidió un esfuerzo social para encontrar remedios adecuados para evitar que la gente caiga en ellas. Sugirió una "comunicación transparente de las problemáticas y de las medidas idóneas para afrontar" los desafíos actuales. También criticó la "falta de firmeza decisional y de claridad comunicativa que genera confusión, crea desconfianza y amenaza la cohesión social, alimentando nuevas tensiones, de manera que se instaura un relativismo social que hiere la armonía y la unidad".
"Se debe comprometerse a buscar el bien de la población por medio de decisiones de prevención e inmunización, que interpelen también a los ciudadanos para que puedan sentirse partícipes y responsables", afirmó.
Sobre las condiciones de paz y conflictos en el mundo, el Papa recordó que el año pasado tuvo la oportunidad de recibir a muchos jefes de estado y de gobierno, además de diversas autoridades civiles y religiosas. Y entre aquellos múltiples encuentros, mencionaó la jornada del pasado 1 de julio, dedicada a la reflexión y a la oración por el Líbano.
"Al querido pueblo libanés, azotado por una crisis económica y política difícil de remediar, deseo renovar hoy mi cercanía y mi oración, mientras espero que las reformas necesarias y el apoyo de la comunidad internacional ayuden al país a permanecer firme en su identidad como modelo de coexistencia pacífica y de fraternidad entre las diversas religiones ahí presentes".
También recordó sus viajes apostólicos del año recién transcurrido, por lo que manifestó la alegría que le produjo visitar Iraq. Un hecho gracias a la Providencia que representó “un signo de esperanza después de años de guerra y terrorismo”:
"El pueblo iraquí tiene derecho a recuperar la dignidad que le pertenece y a vivir en paz. Sus raíces religiosas y culturales son milenarias: Mesopotamia es cuna de civilización; fue de allí de donde Dios llamó a Abrahán para dar inicio a la historia de la salvación".
Prosiguiendo en su recuerdo, el Papa aludió a su visita a Budapest con motivo de la clausura del Congreso Eucarístico Internacional; y, luego, Eslovaquia, sin olvidar su reciente viaje a Chipre y Grecia, y el aspecto conmovedor que representó regresar a la isla de Lesbos, donde constató “la generosidad de quienes trabajan para brindar acogida y ayuda a los migrantes”, y donde vio “los rostros de muchos niños y adultos alojados en los centros de acogida”.
Respecto al fenómeno migratorio, Francisco pidió "no permanecer indiferentes ni quedarnos atrincherados detrás de muros y alambres espinados, con el pretexto de defender la seguridad o un estilo de vida" y agradeció a quienes "se esfuerzan por garantizar acogida y protección a los migrantes, haciéndose cargo también de su promoción humana y de su integración en los países que los han acogido".
"Es necesario vencer la indiferencia y rechazar la idea de que los migrantes sean un problema de los demás. El resultado de semejante planteamiento se ve en la deshumanización misma de los migrantes, concentrados en los centros de registro e identificación donde acaban siendo presa fácil de la delincuencia y de los traficantes de seres humanos, o por intentar desesperados planes de fuga que a veces culminan con la muerte".
Agregó que "es preciso destacar que los mismos migrantes a menudo son transformados en armas de coacción política, en una especie de artículo de negociación, que despoja a las personas de su dignidad".
"La cuestión migratoria, como también la pandemia y el cambio climático, muestran claramente que nadie se puede salvar por sí mismo, es decir, que los grandes desafíos de nuestro tiempo son todos globales. Por eso, es preocupante constatar que, frente a una mayor interconexión de los problemas, vaya creciendo una mayor fragmentación de las soluciones", dijo.
En su alocución, el pontífice habló sobre la diplomacia inclusiva que valore las diversidades y sensibilidades históricas; que se reconozcan los valores permanentes y se luche por soluciones comunes a los desafíos contemporánes (cambio climático, pobreza, migración) desde la sociedad y en conjunto con la política. Instó a un mayor diálogo desde la fraternidad universal y al compromiso ante las tragedias humanitarias derivadas por las guerras, las desigualdades y la corrupción endémica.
Pidió a los pueblos del mundo a trabajar por una confianza mutua y por mayor serenidad por parte de líderes y pueblos; alertó sobre la ilusión del armamentismo y, en particular, el peligro de las armas nucleares.
Finalmente, el Papa criticó nuevamente la 'colonialización ideológica' que aprovecha el traslado de "temáticas que por su naturaleza provocan divisiones y no están estrechamente relacionadas con el fin de la organización, dando como resultado agendas cada vez más dictadas por un pensamiento que reniega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos".
"Como tuve oportunidad de afirmar en otras ocasiones, considero que se trata de una forma de colonización ideológica, que no deja espacio a la libertad de expresión y que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas".
Cabe destacar que actualmente son 183 los Estados que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede. A ellos hay que añadir la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta. Son 87 las cancillerías de embajada con sede en Roma, incluidas las de la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta. Además, también se encuentran en Roma las oficinas de la Liga de los Estados Árabes, la Organización Internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.