Ciudad del Vaticano.- Luego de que los cardenales Brandmüller (Alemania); Burke (EU); Sandoval (México), Sarah (Guinea) y Zen (China) escribieran al pontífice una serie de 'dubia' (dudas) sobre la interpretación de la Revelación divina, la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo, la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, la ordenación sacerdotal de las mujeres y el arrepentimiento como condición necesaria para la absolución sacramental; el papa Francisco ha respondido públicamente y en español a los purpurados.
Las respuestas del pontifice fueron publicadas directamente en sitio del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, recientemente dirigido por el cardenal argentino Víctor Fernández, con una aclaración inicial hacia los cardenales: "Queridos hermanos, si bien no siempre me parece prudente responder las preguntas dirigidas directamente a mi persona, y sería imposible responderlas a todas, en este caso me pareció adecuado hacerlo debido a la cercanía del Sínodo".
El papa Francisco se refiere al Sínodo de la Sinodalidad, que se celeba este mes en Roma y en el que han participado durante dos años todas las conferencias episcopales y organizaciones eclesiásticas en la recolección de pareceres sobre la operación de la Iglesia católcia en nuestros días. De esta manera, el propio Francisco consideró oportuno antes de la reunión en el Vaticano, responder a los cardenales de la dubia.
La primera duda expresada por los cardenales es sobre la "reinterpretación" de la Revelación Divina en función de cambios culturales y antropológicos contemporáneos; a lo que el papa Francisco respondió:
"La respuesta depende del significado que ustedes den a la palabra 'reinterpretar'. Si se entiende como 'interpretar mejor' la expresión es válida. En este sentido el Concilio Vaticano ll afirmó que es necesario que con la tarea de los exégetas —yo agrego de los teólogos— 'vaya madurando el juicio de la Iglesia'... [así] si bien es cierto que la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que ella nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión", apuntó.
Francisco comparte su convicción de que los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación "pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más" y sentencia: "Cada línea teológica tiene sus riesgos, pero también sus oportunidades".
La segunda duda de los cardenales versó sobre si "la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo está de acuerdo con la Revelación y el Magisterio de la Iglesia"; a lo que Francisco responde que la Iglesia "tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio: una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos. Sólo a esa unión llama matrimonio. Otras formas de unión sólo lo realizan de modo parcial y análogo, por lo cual no pueden llamarse estrictamente matrimonio".
Por lo tanto, confirma el pontífice: "la Iglesia evita todo tipo de rito o de sacramental que pueda contradecir esta convicción y dar a entender que se reconoce como matrimonio algo que no lo es" y acota: "No obstante, en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de compresión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen".
Esto es, el papa Francisco considera que se debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio: "Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor". Así, mientras recomienda que estas bediciones no se constituyan en un anorma también pide que ninguna diócesis u orden religiosa habilite permanentemente y de modo oficial ritos "para todo tipo de asuntos": "El Derecho Canónico no debe ni puede abarcarlo todo, y tampoco deben pretenderlo las Conferencias Episcopales con sus documentos y protocolos variados, porque la vida de la Iglesia corre por muchos cauces además de los normativos", reflexiona el pontífice.
La tercera duda compete particularmente al debate sobre la 'sinodalidad' como dimensión constitutiva de la Iglesia. Evidentemente, en el marco del Sínodo de la Sinodalidad, el pontífice también quiso aclarar la inquietud de los cardenales sobre si esta renovada dimensión podría cambiar el criterio normativo supremo para el gobierno de la Iglesia a través de la única autoridad del Papa y los obispos.
El Papa les contesta: "Con estos dubia ustedes mismos manifiestan su necesidad de participar, de opinar libremente y de colaborar, y así están reclamando alguna forma de sinodalidad en el ejercicio de mi ministerio".
La cuarta duda de los cardenales es sobre los decire de algunos obispos que afirman que se abre la posibilidad de la ordenación de mujeres en el ministerio presbiteral en la Iglesia católica y afirman que Juan Pablo II dejó en una carta apostólica la verdad definitiva sobre la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a mujeres. La respuesta del pontífice no elude el auténtico conflicto:
Primero, que el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial son diferentes pero no de diverso valor: "ambas formas de sacerdocio se iluminan y se sostienen mutuamente"; segundo, que se debe comprender que el hecho de que no se pueda conferir el orden ministerial a las mujeres, de ningún modo las menosprecia ni otorga un poder supremo a los varones; y tercero: "Para ser rigurosos, reconozcamos que aún no se ha desarrollado exhaustivamente una doctrina clara y autoritativa acerca de la naturaleza exacta de una 'declaración definitiva'. [El presbiterado exclusivo para varones ] no es una definición dogmática, y sin embargo debe ser acatada por todos. Nadie puede contradecirla públicamente y sin embargo puede ser objeto de estudio, como es el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión anglicana".
Finalmente, la última duda de los cardenales es sobre el 'perdón'. Los purpurados preguntan al Santo Padre sobre si es válido absolver a todos y siempre sin que antes medie el arrepentimiento como condición para el perdón. El papa Francisco respondió tajantemente que el arrepentimiento sí es necesario para la validez de la absolución sacramental, e implica el propósito de no pecar: "Pero aquí no hay matemáticas y una vez más debo recordar que el confesionario no es una aduana. No somos dueños, sino humildes administradores de los Sacramentos que alimentan a los fieles, porque estos regalos del Señor, más que reliquias a custodiar, son ayudas del Espíritu Santo para la vida de las personas".
Francisco recuerda que "hay muchas maneras de expresar el arrepentimiento" y ejemplifica con aquellas personas que tienen una autoestima muy herida: "Declararse culpables es una tortura cruel, pero el sólo hecho de acercarse a la confesión es una expresión simbólica de arrepentimiento y de búsqueda de la ayuda divina".
Carta de respuesta del papa Francisco a las cinco ‘dubia’ de cinco cardenales (texto íntegro)