Ciudad de México.- “No tememos ensuciarnos para atender a los más necesitados”, arengó Jesús Antonio Lerma Nolasco, primer obispo de la Diócesis de Iztapalapa, en el marco de la erección canónica de esta nueva diócesis del oriente de la Ciudad de México.
Se trata de la primera de las tres nuevas diócesis que son creadas esta semana en la capital de la República.
La Diócesis de Iztapalapa fue creada mediante decreto pontificio firmado el 28 de septiembre pasado en el territorio que abarca la alcaldía del mismo nombre. Abraza 17 pueblos originarios e incontables colonias populares del oriente capitalino.
El nuncio apostólico en México, Franco Coppola, entregó a la Iglesia católica de los pueblos y colonias de la alcaldía de Iztapalapa las letras pontificias con las que formalmente se desprenden del territorio de la Arquidiócesis de México para formar una nueva diócesis autónoma; e hizo entrega también del nombramiento de Lerma Nolasco como su primer obispo.
“Buscando, de corazón, el crecimiento de la Iglesia católica” como dice la bula pontificia, se elevó a Catedral Diocesana al Santuario del Santo Sepulcro Nuestro Señor Jesucristo (La Cuevita) y se facultaron todos los derechos y obligaciones al capítulo de canónigos diocesanos, al seminario, al consejo presbiteral y de asuntos económicos.
En la ceremonia, el obispo Lerma (quien ya pastoreaba como obispo auxiliar estos territorios desde 2009) convocó a lanzarse hacia “una nueva y apremiante misión, buscando el bien”. Recordó que el papa Francisco ha insistido en que los pastores acudan a las periferias existenciales “para ofrecerles las bondades de Dios”.
Tras haber realizado la profesión de fe y ante unos 5 mil fieles, Lerma Nolasco hizo un recuento del tejido histórico de Iztapalapa: su calzada indígena levantada en 1429; su líder Cuitláhuac que venció a las tropas de Cortés en la batalla conocida como “Noche triste”; la recuperación del sentido en el glifo iztapalapense por el sacerdote Ángel María Garibay; y, por supuesto, el Cerro de la Estrella, resto de un volcán donde los indígenas celebraban el Fuego Nuevo y donde desde 1843, de manera ininterrumpida, los fieles católicos culminan la masiva Representación de la Semana Santa, patrimonio cultural intangible desde 2012.
“Fuimos un pueblo campesino afortunado pero ahora pertenecemos a la alcaldía más poblada de la Ciudad”, dijo Lerma.
Reconoció qué hay grandes desafíos por atender para los casi dos millones de habitantes pero también enormes esperanzas como ser la diócesis con más jóvenes de la capital. Por ello convocó a sus 106 comunidades, 10 decanatos y 143 sacerdotes a que, bajo el patronazgo de San Pablo, a no temer, a entregarse, con la certeza de que un mundo nuevo es posible.
Al acto acudieron los cardenales Carlos Aguiar Retes y Norberto Rivera Carrera, arzobispo y arzobispo emérito de México, respectivamente; los arzobispos de Puebla, Víctor Sánchez; de Toluca, Francisco Javier Chavolla; una veintena de obispos titulares y eméritos (destacando aquellos que prestaron su ministerio en la capital); así como representantes de las autoridades civiles.