León, Guanajuato.- Tras un prolongado contexto social marcado por robos, homicidios, desapariciones y extorsiones en Guanajuato, el arzobispo metropolitano de León y vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Jaime Calderón Calderón, advirtió con pesar la presencia de signos inequívocos de "la ausencia de Dios" en la entidad.
Durante su reflexión homilética dominical, el arzobispo lamentó que Guanajuato se encuentre entre los estados con más heridas de violencia en el país. Por ello, invitó a la feligresía en primer lugar a cuestionar su propia identidad cristiana católica en medio de niveles tan alarmantes de criminalidad que persisten desde hace años en la región.
Calderón invitó a "voltear hacia el mundo, hacia la realidad que estamos viviendo de tanta violencia, violencias en las familias, violencias en las comunidades, muertos, asesinatos, robos, levantones y todo esto. ¿Esto será signo de la presencia de Dios en nuestras comunidades tan cristianas, tan católicas? No, no nos engañemos", criticó.
El arzobispo dijo que la violencia generalizada en México y en la entidad no es sólo una tragedia social que proviene de fuerzas externas o que es responsabilidad de otros; la violencia, dijo Calderón Calderón, es un reflejo espiritual de una ausencia profunda en las familias, las personas y la sociedad guanajuatense.
"El signo de las violencias es un signo de la ausencia de Dios... de la ausencia de Dios en el corazón humano, de la ausencia de Dios en el corazón de las familias, de la ausencia de Dios en la vida y en la comunidad y en la sociedad. Cuando vemos aparecer cada vez más estas atrocidades de asesinatos hermanos, ahí no está Dios", sentenció.
El arzobispo explicó que la paz no significa la ausencia de problemas, sino la armonía que proviene de la presencia de Dios en la vida interior de las personas. Así, la auténtica construcción de paz proviene de la autocrítica social y la transformación personal y comunitaria.
"Porque [en los signos de violencia], ahí está la ausencia de Dios, que el Evangelio no ha penetrado en la conciencia y en la vida de las personas. Pero volvamos la mirada a nuestra reflexión. Un signo de la presencia de ese reino que se está construyendo es la paz. El segundo signo que tenemos que advertir es alegría", dijo.