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I Iglesia México

Pastoral híbrida con medios digitales para alcanzar a los fieles en sus hogares: obispo de Tula

Tula, Hidalgo.- A un año del inicio de la pandemia, el obispo de Tula, Juan Pedro Juárez Meléndez, explica en entrevista con VCNoticias cómo la Iglesia local ha debido trabajar con las dificultades derivadas del confinamiento, la suspensión del culto público masivo y el recrudecimiento de problemas de la región como la migración y la pobreza.

“Hace un año suspendimos todas las celebraciones con asistencia de fieles; se comenzó a celebrar de otra manera por supuesto, había mucha tristeza en los fieles y desconcierto en los sacerdotes por las medidas sanitarias que se implementaron… pensamos que era algo pasajero. Ahora, ha pasado un año y la situación, en lugar de mejorar, ha empeorado”.

El obispo insiste que, en la región hidalguense de la diócesis de Tula, la salud de la gente se encuentra muy amenazada, lo mismo que para los sacerdotes que siguen trabajando en medio de sus comunidades: “Sin embargo, un impacto terrible ha sido en la economía de las familias”.

-¿Cómo está ahora la situación en la diócesis y la población?

En las parroquias, no hay ninguna que no haya tenido un buen número de difuntos. En ellas también vemos familias enteras que se han contagiado, esto ha hecho que la gente viva angustiada y preocupada. Claro, esto obliga a que la gente ya vaya tomando medidas de seguridad claras, para cuidarse a sí mismos y a los demás. Sin embargo, aún hay gente a estas alturas que anda como si nada hubiera pasado.

-¿Cómo ha impactado la pandemia en la vida de los sacerdotes?

Desde agosto del año pasado hasta el día de hoy (29 de marzo), se nos han enfermado doce sacerdotes de COVID; todos de diferentes edades. De los doce, nueve han salido adelante, dos han fallecido: uno a finales de diciembre y el último, el 14 de febrero de este año

En esta semana [última de marzo] tengo un sacerdote muy grave en el hospital, está intubado. Parece que va reaccionando bien esperamos que lo extuben, pero su situación sigue siendo delicada.

Los demás sacerdotes. Gracias a Dios se han librado de este contagio, han seguido las normas de seguridad de prevención en las celebraciones litúrgicas; porque, aunque el culto público se ha suspendido, seguimos celebrando de manera privado con una asistencia mínima de fieles.

Actualmente, celebramos con el 30% de participación de los fieles, dependiendo del lugar donde se celebre la Misa. Nunca hemos cerrado los templos desde que comenzó la pandemia; los hemos dejado abiertos para que los fieles vayan a hacer su visita al Santísimo y se encomienden al santo de su devoción.

 

Presencia personal y digital

Para el obispo Juárez Meléndez, la pandemia de COVID no ha sido una enfermedad limitada para un grupo determinado de personas, sino que “ha barrido parejo”; por ello, considera que bajo estas circunstancias “también ha habido un despertar de la conciencia religiosa de la gente”.

Algunos han acudido al templo todos los días, otros no; pero por ello la diócesis de Tula ha implementado diferentes mecanismos de escucha para los fieles cuando lo han requerido, incluido espacios en el mundo digital y las redes sociales:

“Sabemos que, si no habíamos hecho uso de las redes sociales en el trabajo evangelizador, en la pastoral o en la celebración del culto, pues ahora debemos avanzar en esto; al principio lo hacíamos de manera improvisada, ahora debemos avanzar. Por ello, hemos atendido la pastoral de la diócesis de manera híbrida, tanto con grupos muy pequeños cuando se puede hacer de manera personal, como con grupos más grandes a través de las redes sociales”.

El obispo reflexiona: “Lo hermoso es que la Palabra de Dios sigue llegando a la gente, no sólo desde el templo sino a cada hogar. Y esto ha sido algo importante. Creo que, aun cuando pasara la pandemia de COVID, no tendríamos que descuidar este servicio en el mundo digital. Más aún, creo deberemos apuntalarlo más. Porque tendremos que saber utilizar los medios de comunicación digitales, con mayor efectividad para hacer llegar la Palabra de Dios a los fieles”.

-Sin embargo, el tema económico no ha sido sencillo sobrellevar…

La Diócesis de Tula -afirma el obispo Juárez Meléndez- siempre ha sido una región pobre, muy necesitada; sin embargo, con el trabajo de todos, con la solidaridad de los fieles, también de los sacerdotes, hemos salido adelante, por lo menos en los servicios más básicos para los fieles y el sostenimiento de las parroquias y de la diócesis.

“La diócesis se sostiene con una cuota que se asigna a través del Consejo Económico Diocesano a cada parroquia y con esas cuotas se va sosteniendo la curia diocesana, las pastorales y en general la evangelización. Nunca hay dinero que alcance para las necesidades de cada día que aumentan; pero, antes de la pandemia, al menos íbamos caminando, con lo más indispensable. Sin embargo, con esta situación, ahora sí no ha sido posible tener todos los servicios para la pastoral o en la atención de los trabajadores de parroquias y la curia. No hemos despedido a los trabajadores, pero sí les reducimos el número de horas de trabajo y, por tanto, de su salario. Ha sido una manera de ir solventando un poco la situación. Las cuotas de las parroquias se han reducido al 50% y, por tanto, también lo que la diócesis pone a los servicios. Ahora no ha sido posible cumplir con todo ello. Si esto siguiera otro medio año, entonces estaríamos en bancarrota; porque ya no hay manera de recibir recursos”.

El obispo Juan Pedro explica que las parroquias de Tula se sostienen de los estipendios que la gente ofrece por las celebraciones y, especialmente, por la ofrenda de los fieles en las celebraciones litúrgicas cotidiana: "Con la cancelación en la asistencia de fieles o su reducción al mínimo, hoy es prácticamente nula esta forma de apoyo de los católicos a su Iglesia. Estamos frente a un problema muy grave".

Por ello, la Iglesia local se ha planteado fomentar otras alternativas de cooperación como la promoción del Diezmo: “Aunque aquí no ha sido posible, no ha habido conciencia ni formación para ello, eso podría ser en años venideros. Quizá pasaremos tal vez varios años con menos recursos”.

Otro de los mecanismos es abrir los servicios y las necesidades de la diócesis a plataformas de fondeo a través de mecanismos digitales o banca electrónica. El financiamiento de las parroquias y la diócesis impacta directamente en los servicios que los pastores y los católicos ofrecen en situaciones de necesidad particulares.

-Además del sostén de los templos y los ministros, la Iglesia de Tula es conocida por el servicio humanitario que provee. ¿Cómo atraviesan esta pandemia estas obras sociales?

“Ha habido varios programas pastorales que gracias a Dios no hemos suspendido. Es el caso de la asistencia y acompañamiento a los hermanos migrantes. Ellos siguen llegando a las casas de acogida que tenemos en tres sectores de la diócesis: Atitalaquia, Alfajayucan y Huichapan, a orillas de la vía del tren”.

“No hemos suspendido más que el hospedaje por la misma situación de la pandemia, pero se les sigue dando alimento, medicamentos, ropa y a veces auxilio en asuntos legales”.

Para el obispo, es admirable la actitud de las familias, especialmente la de los pueblos, pues a pesar de las necesidades que atraviesan sus integrantes, incluso sin tener algún recurso para ayudar, estos auxilian a otras personas, a los pobres entre los pobres:

“La gente es muy solidaria. En las comunidades más alejadas, en los pueblos más pequeños, todavía existe una cultura de solidaridad ancestral. En una comunidad de diez o veinte familias, si alguien se enferma, todos se dan cuenta, van a visitarlo y están atentos del enfermito. Esto se ha perdido en las grandes urbanizaciones”.

En conclusión, el obispo Juan Pedro Juárez considera que, en estas grandes áreas urbanizadas y densamente pobladas es necesario acercar la Palabra y la formación de vida cristiana a través de los medios posibles, especialmente los digitales y electrónicos que llegan a gran parte de la población.