Nápoles, Italia.- El cardenal italiano Domenico 'Mimmo' Battaglia publicó un llamado urgente a los líderes mundiales en el diario Avvenire, denunciando que "el planeta resuena tambores de guerra desde cada dirección del horizonte". En su texto, citó cifras de conflictos abiertos actuales: "En Ucrania trece mil civiles cancelados por el fuego; en Gaza cincuenta y siete mil vidas apagadas como velas en veintiún meses de asedio".
Dirigiéndose a los líderes políticos y económicos, Battaglia exigió: "A ustedes que empuñan las palancas del poder —gobiernos en traje, consejos de administración aceitados como engranajes, alianzas militares con voz de metal— les digo que el Evangelio no hace descuentos". Afirmó que la doctrina cristiana "impone reconocer al hombre cuando se le ve, llamar mal a lo que aplasta al hombre".
El purpurado cuestionó el lenguaje que deshumaniza las consecuencias de la guerra:
"No llamen 'daños colaterales' a las madres que cavan entre los escombros. No llamen 'interferencias estratégicas' a los jóvenes a quienes robaron el futuro. No llamen 'operaciones especiales' a los cráteres dejados por los drones".
Battaglia vinculó la industria bélica con la pérdida de valores humanos: "La guerra es el único negocio donde invertimos nuestra humanidad para obtener ceniza. Cada proyectil ya está previsto en las hojas de cálculo de quienes ganan con los escombros. Lo humano muere dos veces: cuando explota la bomba y cuando su valor se traduce en ganancia".
Propuso además acciones concretas a los gobiernos: "Detengan los convoyes cargados de muerte antes de que crucen la última aduana; desmonten las máquinas que funden plomo y forjen arados, tuberías, pupitres escolares".
Instó a transformar los presupuestos militares en bien social: "Lleven los balances de guerra al pupitre de un maestro cansado; conviertan millones destinados a misiles en salas de parto iluminadas".
Para Battaglia, la construcción de paz exige un compromiso ético universal: "El Evangelio —para quien cree y para quien no cree— es un espejo despiadado: refleja lo humano, denuncia lo inhumano".
"Si un proyecto aplasta al inocente, es inhumano. Si una ley no protege al débil, es inhumana. Si una ganancia crece sobre el dolor de quien no tiene voz, es inhumano", aclaró.
Finalmente, el cardenal concluyó su carta abierta con un llamado a la responsabilidad colectiva: "Si no quieren hacerlo por Dios, háganlo al menos por lo poco humano que aún nos mantiene en pie. Mientras una bomba valga más que un abrazo, estaremos perdidos. Mientras las armas dicten la agenda, la paz parecerá locura".