Mérida, Yucatán.- "El hombre por naturaleza es sociable, pero necesita educación, y no hay mejor escuela que la familia", afirma Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán y presidente de Cáritas América Latina, frente a la celebración del Congreso Internacional de las Familias 2025 (CIFAM Mérida). En entrevista para VCNoticias, el pastor desglosa los desafíos urgentes que enfrentan las familias en México, desde la violencia hasta la migración, y defiende el papel de la Iglesia como "baluarte" contra el individualismo.
En la conversación, el arzobispo de Yucatán también pone acento y alerta en los "enemigos" de la familia como el individualismo, las adicciones, la migración forzada y las ideologías modernas que "fracturan el tejido social". Por ello, celebra toda iniciativa que responda a la vigente “crisis de humanidad”, la cual considera es uno de los principales retos para las familias contemporáneas.
Familia como "escuela de libertad y amor"
Inspirado por las palabras del papa Francisco, el arzobispo Rodríguez Vega lamenta que la cultura moderna priorice la autorrealización personal y que se refugie en una idea egoísta de la libertad; por el contrario, considera que si la “la libertad es un don de Dios, es en la familia donde se aprende a usarla no para uno mismo, sino para amar a quienes Dios puso a nuestro lado". Es decir, que apela al ejercicio de la libertad en el amor hacia los demás: “Es un error grave, si se normaliza [el egoísmo]. La verdadera realización está en la comunidad, empezando por la familia”.
El arzobispo vincula este individualismo con modelos importados de los países desarrollados: "Desde la era industrial, Estados Unidos exportó una visión que prioriza el ‘yo’ sobre el ‘nosotros’. Hoy vemos sus frutos: jóvenes aislados, familias rotas y un nacionalismo egoísta que cierra fronteras". Para contrarrestarlo, Rodríguez Vega propone rescatar el concepto de familia como "Iglesia doméstica", donde se enseñe "responsabilidad, altruismo y apertura a los demás". Y ejemplifica: "En Navidad, en vez de llenar de regalos a los niños, debemos llevarlos a ayudar a quienes no tienen nada. Así aprenden que el mundo es más grande que su burbuja".
Enemigos de la comunidad y de las familias
Rodríguez Vega también hace una alerta sobre cómo operan los diferentes “enemigos” de las familias; algunos que provienen de ciertas ideologías y otros que responden a factores externos.
Por ejemplo, desde la terrible experiencia y el condensado de tragedias acontecidas en Tekit (Yucatán) hace unas semanas; donde los efectos de estupefacientes en la comunidad y la respuesta irracional e iracunda de violencia dejaron como saldo una mujer asesinada a machetazos y al joven responsable linchado y calcinado por una turba en una sola noche; el arzobispo considera como un gran enemigo de las familias el consumo de drogas.
"La droga no solo destruye a quien la consume: desata violencia que desgarra a familias enteras", comenta a forma de corolario de los eventos trágicos en Tekit. No obstante, el arzobispo también reconoce que es en la familia, la fe y la responsabilidad social donde se pueden evitar otras tragedias semejantes. De hecho, el pastor hizo un reconocimiento a una joven coordinadora de pastoral en la localidad Chemax que, con fe y valentía, logró detener una potencial tragedia semejante a la de Tekit.
Rodríguez Vega también señala al alcohol como detonante de violencia intrafamiliar. Criticó el consumo desmedido de alcohol en fiestas y eventos, incluidas las festividades religiosas: "En comunidades rurales, por ejemplo, las fiestas terminaban en peleas y abusos. Gracias a párrocos comprometidos, se eliminaron esas costumbres". Sin embargo, advierte que el problema persiste: "Las adicciones son un ‘enemigo externo’ que requiere no solo castigo, sino prevención y apoyo espiritual".
Sin embargo, estos no son los únicos fenómenos preocupantes. También la crisis migratoria y económica provocan familias rotas por la necesidad. Rodríguez Vega relata: "Los pueblos se vacían. Jóvenes emigran a EU o ciudades grandes, dejando a madres solas. Algunos aplauden que ‘la mujer puede sola’, pero no es lo ideal: la familia necesita unidad". El arzobispo también alza una crítica contra un sistema económico que "obliga a elegir entre supervivencia y estar juntos", y exige políticas que permitan "trabajar cerca del hogar".
Ideologías enemigas de la vida familiar
El arzobispo también destaca el papel de las ideologías modernas como enemigas del sentido humano y familiar de las personas, pues no se trata de meros debates abstractos sino afectaciones concretas al bienestar. Por ejemplo, clasifica como "enemigos" al individualismo, a la ideología de género y la promoción de la terminación de la vida humana en el vientre de las madres pues promueven una libertad sin responsabilidad, una libertad que antepone el ‘yo’ al ‘nosotros’ y que afecta a la integridad familiar.
“Yo creo que los enemigos de la familia los encontramos en las ideologías, principalmente el individualismo y la ideología de género, que ve en la realización personal el valor máximo para las personas, una realización que puede hacer prescindir de los demás. Hasta eso ha servido de pretexto para algunas personas que dicen: ‘Ya me divorcié para buscar mi realización personal’. Y esto es totalmente un error, un grave error sobre todo si se toma como un que es válido para todos. No, el divorcio siempre será lamentable, no podemos juzgarlo, pero tampoco enorgullecernos de que suceda. La realización personal se debe buscar dentro de la comunidad, en primer lugar dentro de la familia. Creo que esas ideologías, también la ideología del aborto, van en contra de la vida y la familia, también buscando la realización personal y vamos en la línea del individualismo”.
"El papa Francisco nos recuerda que la familia es el lugar del encuentro, del compartir, que es contrario al egoísmo, es el salir de sí mismo para acoger al otro y estar cerca de ellos. La familia es el primer lugar donde se aprende a amar”, destaca.
Por ello, Rodríguez Vega hace un reconocimiento a las instancias sociales y eclesiales que atienden las diferentes dimensiones de necesidad de las familias; aunque, pese a los esfuerzos pastorales —catecismo, sacramentos, movimientos y grupos como el Encuentro Matrimonial—, admite limitaciones: "Hacemos muy poco. Necesitamos más centros de apoyo… El contacto humano sana más que los discursos. Hay que acercarse a las familias rotas, sin juzgar, y recordarles que son parte de la comunidad", insiste.
Encuentro y contacto familiar
Finalmente, el arzobispo Gustavo Rodríguez reconoce toda acción y servicio que se haga a favor de las familias que viven estas crisis graves y complejas: “Es importante acercarse a esas familias que están rotas, que están dañadas, para ayudarnos a sanar. A sanar con lo que no es solamente el contacto humano sino el contacto cristiano. Porque hay un tremendo dolor, más allá de lo que diga la gente de ellos, está también su propia conciencia que les reprocha. Entonces es importante el acercamiento humano para hacerlo sentir como parte de la comunidad y en este caso como parte de la Iglesia”.