León, Guanajuato.- Al igual que sucediera en el Santuario de la Virgen de Guadalupe en la Ciudad de México, los representantes de la Iglesia católica y de las autoridades civiles en Guanajuato presidieron el acto de canje de armas en el atrio del recinto catedralicio que forma parte del programa nacional "Sí al desarme; sí a la paz".
El arzobispo metropolitano de León, Jaime Calderón Calderón, y la gobernadora de Guanajuato, Libia García Muñoz Ledo, hicieron sendos llamados a la ciudadanía y feligresía local para que colaboren en el fortalecimiento del tejido social en la entidad.
El arzobispo Calderón consideró que la violencia y el crimen organizado se han desarrollado "por una crisis de legalidad y de moralidad, por la corrupción que no ha sido erradicada y por el debilitamiento del tejido social"; lamentó que los actos violentos entre connacionales -muchas veces relacionados con la delincuencia organizada- se presenten con mucha frecuencia en el territorio mexicano:
"Experimentamos que esta situación se agrava día con día y repercute negativamente en la vida de las personas, de las familias, de las comunidades y de la sociedad entera", dijo el arzobispo y abundó. "la inseguridad afecta la economía, altera la paz pública y siembra desconfianza, daña la cohesión social y envenena el alma de las personas con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza y de justicia, a veces por propia mano".
Ante la gobernadora y parte de su equipo en el gabinete estatal, Calderón Calderón pidió recordar que el pueblo mexicano "tiene una tradición profunda, una raíz cristiana y que ama la paz". Destacó que las familias del país son solidarias y aman la vida pero que, derivado de una cultura de violencia y agresividad presente y promovida por diversos factores sociales, también van asociando a su identidad nacional algunos antivalores y actitudes negativas.
"El comportamiento violento no es innato, se adquiere, se aprende y se desarrolla. En ello influye el contexto cultural en el que crecen las personas", explicó.
Por ello, pidió a las autoridades civiles y a los ciudadanos presentes en el programa de canje de armas que reconozcan la crisis de valores éticos que permea en la sociedad: "hay predominio del hedonismo, del individualismo y la competencia, pérdida de respeto de los símbolos de autoridad y la desvalorización de las instituciones educativas, religiosas, políticas y judiciales", y los urgió a que refuercen los valores solidarios, generosos y subsidiarios en las familias mexicanas.
"Desde la Iglesia, consideramos que convendría abordar esta compleja realidad de la violencia que se vive en México desde un enfoque de salud pública, que implica reconocer el esfuerzo por erradicarla y que debe ser multidimensional. Se requiere un diagnóstico interdisciplinar que identifique los principales factores de riesgo", compartió.
Jaime Calderón explicó que la Iglesia católica identifica "tres factores de riesgo" que socialmente afectan la salud comunitaria y el bienestar de los mexicanos: la corrupción, el debilitamiento del tejido social y la crisis de moralidad.
"La violencia y el crimen organizado han encontrado terreno propicio para desarrollarse por una crisis de legalidad", sentenció el arzobispo y aseguró que el signo más elocuente de esta crisis de legalidad es "la corrupción tan extendida que se vive en tantos ámbitos, anunciada pero no erradicada".
En segundo lugar, dijo, hay un debilitado tejido social. La cohesión social y solidaria se ve afectada por los discursos agresivos y de odio, polarizantes y fragmentarios, que sólo fomentan el individualismo y la apatía.
“Y en tercer lugar: vivimos una crisis de moralidad. Cuando se debilita o relativiza la experiencia religiosa de un pueblo, se debilita su cultura y entran en crisis las instituciones de la sociedad, con sus consecuencias en la fundamentación, vivencia y educación en los valores morales", concluyó.
El programa "Sí al desarme; sí a la paz" es una iniciativa federal y estatal a través de la cual las autoridades civiles y eclesiásticas favorecen el retiro seguro de las armas de fuego que, en no pocas ocasiones, son utilizadas en conflictos locales o provocan accidentes en el hogar. Pero también se busca evitar el escalamiento de la violencia criminal mediante la orientación ética y moral ante la proliferación de armas de fuego.