Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.- En un contexto marcado por desafíos sociales y violencia, la Diócesis de Nuevo Casas Grandes celebró este lunes 25 de marzo la ordenación episcopal y toma de posesión de Víctor Melchor Quintana Quezada como su cuarto obispo. La ceremonia, realizada en el Gimnasio Municipal y enmarcada en la solemnidad de la Anunciación del Señor, congregó a autoridades eclesiásticas, civiles y cientos de fieles, quienes encontraron en el mensaje del nuevo líder espiritual un llamado a la unidad, la transparencia y la esperanza.
El acto litúrgico, presidido por el nuncio apostólico Joseph Spiteri y concelebrado por más de una decena de obispos —entre ellos los de Chihuahua, Culiacán y Tabasco—, inició con la tradicional profesión pública de fe y juramento de fidelidad a la Iglesia Católica y al Papa, ratificando su compromiso de “servir al Evangelio y edificar la comunidad”. En un gesto emotivo, Quintana ofreció un ramo de flores a la Virgen María, pidiendo su intercesión para su ministerio.
El nuevo obispo, de 55 años, recibió la consagración episcopal de manos del nuncio apostólico en México como consagrante principal y en la imposición de manos participaron también como co-consagrantes el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Wechmann; y el obispo de Culiaclán, Jesús José Herrera Quiñonez.
En su primer mensaje como obispo diocesano, Víctor Quintana expresó su deseo de servir y evitó idealizar su figura como líder de la Iglesia en los municipios de Nuevo Casas Grandes, Ascensión, Casas Grandes, Galeana, Ignacio Zaragoza, Janos y Buenaventura: "Soy un hermano frágil, expuesto a la tentación y necesitado de ayuda", afirmó.
Invitó a sacerdotes y laicos a impulsar un “nuevo proyecto diocesano de pastoral” basado en el diálogo, la oración y la rendición de cuentas. “Este discernimiento exige escucharnos en un clima de confianza, favorecido por la transparencia”, subrayó, enfatizando que la autoridad debe ganarse la confianza del pueblo.
El noroeste de Chihuahua, donde se ubica la diócesis, enfrenta una crisis humanitaria: 46 fosas clandestinas con 71 cuerpos y más de 516 personas desaparecidas activas, según datos citados. Ante esto, Quintana reconoció que la violencia “nos pone a prueba como sociedad”, pero aseguró que la Iglesia responderá sembrando esperanza. “Llevo en el corazón el dolor de las familias afectadas; trabajaremos por la paz y la justicia”, prometió.
El obispo confirmó en sus cargos a los sacerdotes que ejercen como párrocos y anunció el nombramiento del sacerdote César Alejandro Gómez Arciniega como nuevo vicario general, relevando al padre Antonio Quesada Valdés. A sus nuevos colaboradores les dijo que mantendrá diálogo y la confianza: "Habremos de ser capaces de confiar y escuchar al pueblo, que a su vez debe ser capaz de confiar en aquellos que ejercen la autoridad".
El obispo reconoció que la violencia no es exclusiva de Nuevo Casas Grandes ni de Chihuahua, sino que es una realidad que afecta a todo el país. Destacó que esta situación “nos pone a prueba como sociedad” y desafía a las comunidades a buscar soluciones desde la fe y la unidad.
Además, agradeció a su familia, especialmente a sus padres, y enfatizó el rol de los laicos: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo. Su testimonio en la familia y el trabajo transforma la sociedad”.
La presidenta municipal de Nuevo Casas Grandes, Edith Escárcega y su suplente Odileth Piñón encabezaron la representación civil, mientras que congregaciones como las Hermanas Clarisas Capuchinas y movimientos laicos como el Camino Neocatecumenal mostraron el tejido social de la diócesis.
Al concluir, Quintana encomendó su labor a la Virgen y despidió a los asistentes con un mensaje de fortaleza: “Que la alegría de Cristo siga siendo nuestra fuerza. Pueden ir en paz”. Su llegada marca un nuevo capítulo para una región que anhela sanación, en el que la fe y la acción colectiva buscan abrir caminos de reconciliación.