Ciudad de México.– El nuncio apostólico en México, Joseph Spiteri, presidió la misa por el 494 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Durante la celebración, transmitió un saludo del papa León XIV a los miles de peregrinos reunidos en la Basílica.
El nuncio Spiteri presentó a los asistentes “el saludo cariñoso del Santo Padre, que todos sabemos ya ha expresado su deseo de poder un día visitar este santuario tan querido”.
Añadió una petición: “pedimos al Señor por la intercesión de nuestra madre María de Guadalupe que siga bendiciendo México, todas las Américas, el mundo entero con el don de la paz”.
De acuerdo con la alcaldía Gustavo A. Madero, entre los días 5 y 13 de diciembre llegarían un aproximado de 13 millones de peregrinos al santuario. Los fieles acudieron a agradecer los favores recibidos de Santa María de Guadalupe.
En su homilía, el nuncio pidió oraciones por el pontífice y los obispos de México. Deseó “que el anuncio del evangelio ayude siempre la fraternidad humana al servicio de la dignidad de cada persona”. Enfatizó el carácter maternal de la figura guadalupana: “Estamos festejando a María… es también nuestra madre llena de ternura, que nos acoge con amor, en su casita sagrada, que nos cuida día a día, nos protege con gran atención y dulzura”.
Spiteri se refirió al origen histórico y al significado continental de la devoción. “La virgen María, Tonantzin Guadalupe escogió el cerrito del Tepeyac como lugar físico… en efecto Juan Diego Cuautlatoatzin representa a todos los pueblos originarios de este continente”, dijo. Añadió que “todos los hijos e hijas de la virgen María pueden identificarse con san Juan Diego en su devoción y amor hacia la madre de Dios”.
El nuncio afirmó que la presencia guadalupana permanece viva: “Su presencia viva se ha reverdecido siempre en nuestro querido México, ella sigue esperando porque desea renovar su presencia en nuestros corazones”, expresó.
Para concluir la misa, dirigió una oración a la Virgen. “Escucha, oh madre, nuestras peticiones de paz, de justicia y de conversión de los que abusan de sus hermanos y hermanas. Cambia, oh madre nuestra, el corazón de los que se imponen por la fuerza sobre tus hijos e hijas más pequeños y desamparados”, rogó. Expresó el deseo de “construir un mundo más justo y fraterno”.

