Ciudad del Vaticano.- Una vez que concluyeron las adecuaciones a la Capilla Sixtina para la realización del cónclave de esta primavera del 2025, la directora de los museos vaticanos, Barbara Jatta, presentó esta joya del Renacimiento y símbolo espiritual de la cristiandad a los cardenales reunidos en la víspera del 'Extra omnes' con el que iniciarán las votaciones por el próximo Sumo Pontífice.
La Capilla Sixtina, como se sabe, se prepara para albergar uno de los eventos más solemnes y reservados de la Iglesia Católica: el cónclave que elegirá al 267° sucesor de San Pedro. Este espacio sagrado, donde convergen arte, teología e historia, será el escenario de un ritual milenario marcado por protocolos estrictos y una carga simbólica sin igual.
La Sixtina, inaugurada en 1483 bajo el pontificado de Sixto IV, es mucho más que la obra cumbre de Miguel Ángel. Sus paredes laterales, decoradas por maestros como Botticelli, Perugino y Ghirlandaio entre 1481 y 1483, narran episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, creando una "Biblia visual" que fusiona el genio humano con lo divino. La restauración de finales del siglo XX devolvió el esplendor original a estos frescos, revelando colores vivos y detalles ocultos durante siglos bajo capas de polvo y humo.
La bóveda, obra de Miguel Ángel entre 1508 y 1512, despliega nueve escenas de la Génesis, con la icónica Creación de Adán como eje. El "Juicio Final", pintado entre 1536 y 1541 en el altar mayor, cautiva por su dramatismo: un torbellino de figuras que evocan la Parusía (la segunda venida de Cristo) y que, según relatos históricos, conmovió hasta las lágrimas al papa Paulo III.
El 7 de mayo de 2025, 133 cardenales electores se reunirán bajo la bóveda de Miguel Ángel para elegir al nuevo pontífice. Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II (1996) y en consonancia con una tradición milenaria el proceso se realizará en estricto aislamiento, sin contacto con el exterior ni dispositivos electrónicos.
Los cardenales, sentados en sillas de cerezo con sus nombres, depositarán sus votos en una urna de madera frente al altar, bajo la mirada del Juicio Universal. Para evitar dañar el pavimento cosmatesco del siglo XV, caminarán sobre una plataforma elevada cubierta de tela beige. Las votaciones, hasta cuatro diarias tras el primer día, requerirán una mayoría cualificada de dos tercios. Si tras 33 o 34 escrutinios no hay consenso, se procederá a un balotaje entre los dos candidatos más votados.
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— VCNoticias (@noticias_vc) May 6, 2025
Como marca la tradición desde 1939, una estufa de hierro fundido en la capilla quemará las papeletas tras cada votación. La fumata blanca —lograda con la quema de paja húmeda y resina arbórea— anunciará la elección del papa, mientras que la negra indicará la falta de acuerdo. En 2005 se incorporó un sistema auxiliar de fumógenos para mayor visibilidad, junto a una chimenea precalentada eléctricamente.
Una vez electo, el pontífice se retirará a la stanza delle lacrime (sala de las lágrimas), en la sacristía, para vestir los hábitos papales. Su primera aparición será desde la Logia de las Bendiciones de San Pedro, precedida por el anuncio Habemus Papam del cardenal protodiácono, que corresponde al cardenal Dominique Mambertí (o a un segundo cardenal diácono si el electo fuera Mambertí).
La Capilla Sixtina no solo es un museo: es un testimonio vivo de fe, arte y resiliencia. Los constantes monitoreos de los Museos Vaticanos aseguran su preservación, permitiendo que siga inspirando a generaciones futuras. Mientras los cardenales deliberan bajo sus frescos, el mundo recordará que, en este espacio sagrado, lo humano y lo divino se entrelazan desde hace más de cinco siglos. (Fotografías: Vatican Media)