Toluca, Estado de México.- En su ya acostumbrado artículo semanal, el cardenal mexicano Felipe Arizmendi reflexionó sobre el papel de México ante el fenómeno migratorio que se vive desde su región sur hasta los tres mil kilómetros de frontera con los Estados Unidos en el norte.
Ante "la política antiinmigrante del nuevo gobierno allá (con la administración de Donald J. Trump)", el purpurado pidió poner la mirada en los migrantes e inmigrantes que ya están en los Estados Unidos pues, dijo, "no están seguros y temen ser deportados por cualquier motivo. En peor peligro, están muchísimos indocumentados".
El también obispo emérito de San Cristóbal de las Casas refirió que conoce "muchos casos de migrantes, incluso de mi propia familia que desde hace años, de mi pueblo salieron hacia otras partes del país y a los Estados Unidos, buscando mejores oportunidades de vida".
Asegura que aunque gozan de una situación más favorable en el extranjero, los migrantes siguen manteniendo el contacto con sus familiares y el pueblo, "regresan y disfrutan su ambiente nativo; también comparten nuestros momentos dolorosos". No obstante, afirma que las nuevas políticas de seguridad han perdido la tranquilidad y la seguridad.
Arizmendi reclama a las autoridades norteamericanas que "no toman en cuenta que ese país se fue formando con migrantes, y que la mayoría de los actuales que les llegan sostienen buena parte de su economía, realizando trabajos que los de allá no quieren hacer".
Por otra parte, el purpurado advierte que migrantes de Centro y Sudamérica, así como de otros países, se han quedado en México "y quizá permanezcan aquí un buen tiempo, o para siempre". Reconoque que, por parte del gobierno federal "ha habido una política de no represión sistemática, sino de ofrecerles servicios consulares y oportunidades de trabajo" y que a pesar de que las caravanas "nos han rebasado a todos" las organizaciones cristianas y otras de la sociedad civil siguen haciendo mucho por atenderles humanitariamente.
El cardenal relató parte de su experiencia en Chiapas "donde siempre han pasado cientos y miles de migrantes" y destacó el apoyo que la ciudadanía les ofrece "no sólo con alimentos, agua y otros apoyos, sino construyendo albergues donde pudieran protegerse, reponer sus energías y buscar mecanismos legales para su protección, incluso para lograr el status de refugiados. En algunos casos, como permanecían por tiempo indefinido, se les ofreció capacitación laboral, para que pudieran conseguir un empleo al menos temporal. Esta atención se ha tenido con ellos desde hace muchos años y se continúa, a pesar de que nuestros recursos son limitados. Lo mismo se está haciendo en todas las diócesis del país".
Arzimendi además destacó la reciente carta del papa Francisco a los obispos de Estados Unidos como un a reflexión iluminadora de lo que la Iglesia debe hacer ante la actual situación. Y concluyó exhortando a la acción comprometida de los creyentes y ciudadanos con los migrantes pues "si entre nosotros hay algún migrante necesitado, hagamos por él cuanto quisiéramos que hicieran por nosotros, si estuviéramos en su situación. Es el mandato de Jesús y atenderles de corazón es condición para entrar al cielo", concluyó.
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DOCUMENTO ÍNTEGRO: Santa Sede - Carta del Papa Francisco a los Obispos de Estados Unidos de América