Mexicali, Baja California.– La creciente percepción inseguridad en la región de la Diócesis de Mexicali afecta de manera directa la vida religiosa de los fieles católicos, declaró el obispo Enrique Sánchez Martínez. El problema, según su testimonio, trasciende los límites de Mexicali, extendiéndose a comunidades vecinas.
El prelado identificó a San Felipe, San Luis Río Colorado, Sonora, Puerto Peñasco y la zona del Golfo como áreas donde comunidades católicas enfrentan "signos de inseguridad". Aunque las denuncias en la región se centran en robos y actos de violencia en negocios, vía pública y casa habitación, el obispo manifestó su inquietud por templos y las prácticas católicas.
Este contexto, aseguró, genera un temor palpable entre los feligreses, con consecuencias directas en su práctica religiosa. "La gente en las comunidades tiene miedo de salir", afirmó el obispo Sánchez Martínez, lo que influye en sus vidas religiosas, en particular para asistir a servicios nocturnos.
"Ha habido otros signos de inseguridad como a alguna persona que levantan", señaló el obispo, quien mantiene diálogo constante con sacerdotes locales para conocer la situación en terreno, situación que calificó como "dura".
Ante este panorama, la Diócesis impulsa acciones concretas. Sánchez Martínez recordó una campaña de oración en diciembre pasado, centrada en la Virgen de Guadalupe, con peticiones específicas: el cese de la violencia y una mayor construcción de la paz. Subrayó que la prioridad actual de la Iglesia en México, y localmente, es precisamente esa construcción de la paz.
"Es difícil hacer un proyecto a nivel global", reconoció el obispo, "ya que la paz se construye desde la familia". Por ello, la estrategia eclesial busca fomentar esta construcción desde el núcleo familiar hacia afuera. La Diócesis realiza llamados constantes a la oración por la paz y planea estructurar un programa específico de construcción de paz a inicios del próximo año.
El obispo abordó otro efecto de la inseguridad: los robos a templos. Confirmó la ocurrencia regular de hurtos, aunque los describió como acciones de "personas aisladas" que buscan dinero, a veces con daños a objetos religiosos.
"Hemos denunciado estos delitos, pero no hay signos de algo más grande hasta el momento", aclaró. Relacionó estos incidentes con la necesidad económica y los "estragos de la violencia" que vive toda la comunidad. Mencionó un caso emblemático hace un año, cuando individuos ingresaron a la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe durante la Semana Santa.
La inseguridad regional, según la perspectiva de la Diócesis de Mexicali, no solo vulnera la seguridad física de los habitantes, sino que erosiona también espacios de fe y comunidad, planteando desafíos para la práctica religiosa cotidiana y la misión de la Iglesia en la construcción de paz social.