A los 97 años, falleció este 17 de julio Roberto Servitje Sendra, cofundador de Grupo Bimbo y pionero de una ética empresarial que transformó la industria en México. Su partida cierra un siglo de vida marcado por la fe inquebrantable en dos verbos: creer y crear, lema inscrito en la primera piedra de la empresa en 1945.
Hijo de inmigrantes catalanes, Roberto Servitje nació en 1928 en la Ciudad de México. Su trayectoria empezó a los 17 años, cuando ingresó a Bimbo el 17 de septiembre de 1945 —antes que su hermano Lorenzo— como supervisor de ventas. "Comenzamos con jornadas de 80 horas semanales", recordaba en sus escritos, mientras recorría a pie la capital para estudiar el mercado.
Desde aquella fábrica en Santa María Insurgentes, lideró junto a su hermano la expansión que ha convertido a Bimbo en una de las panificadoras más grandes del mundo: 200 plantas en 33 países, 137 mil 000 colaboradores y ventas por 17 mil 200 millones de dólares en 2021.
Don Roberto tuvo una formación profesional sólida que le acompañó en los primeros años de su desarrollo empresarial, realizó estudios en humanidades con los jesuitas en Montreal (Canadá), contaduría en la Escuela Bancaria y Comercial, y el Program for Management Development de Harvard. Desde esa formación y desde muy jóven cimentó una filosofía única: "La empresa debe ser motor socioeconómico con alma", insistía.
Para él, el éxito solo perdura con "una base moral sólida", como escribió en el prólogo de su libro Estrategia de Éxito Empresarial. Esa convicción lo llevó a presidir la Unión Social de Empresarios de México (USEM) y la Confederación USEM afiliada a la UNIAPAC (1984-1987), donde promovió la Doctrina Social como pilar del empresariado. Además, tuvo generosidad para impartir cátedra en diversos centros educativos como el IPADE, el ITESM y foros en Harvard, Northwestern y Navarra.
Su vida fue un tejido de compromisos indivisibles: Dios, la familia y el trabajo. En 2015, durante el pontificado del papa Francisco se le otorgó la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, máxima distinción católica para un laico, entregada por el entonces nuncio en México, Christophe Pierre (hoy cardenal nuncio en Estados Unidos).
"Ante todo ama a Dios y a sus semejantes", testimoniaba su esposa Tinina, a quien dedicó sus logros: "Sin su generosidad y abnegación, no hubiera salido adelante". Sus hijos lo describieron como un hombre de "férrea voluntad y profundo amor", que les dio "alas para ser lo que querían ser".
Con su hermano Lorenzo, fundador de Bimbo, sintetizó su sinergia. Juntos fusionaron visión comercial y doctrina social, haciendo de la empresa "un modelo plenamente humano y altamente productivo". Así, mientras Lorenzo ideaba, Roberto ejecutaba: abrió mercados en Guadalajara y Monterrey, impulsó la innovación tecnológica y creó el concepto de "productividad infinita". Sin embargo, su legado trasciende lo empresarial porque abarca su promoción a los valores de honestidad, austeridad y servicio como servicios perdurables en una sociedad en desarrollo.
“Como el grano de trigo que se multiplica fecundo, así se han multiplicado las semillas que con fe y cariño ha sembrado cada uno”, escribió Roberto Servitje al evocar los orígenes de la empresa y, también, de su contribución a la sociedad mexicana.
Su muerte deja un vacío en el empresariado ético, pero su mensaje perdura: crear empresas con alma no es un ideal, es la única estrategia que trasciende el tiempo.