Roma, Italia.- Ante la gran convocatoria de jóvenes de la generación digital que se dieron cita en la ciudad universitaria de Tor Vergata para participar en la vigilia y en la Misa del Jubileo de Jóvenes Peregrinos de la Esperanza, el papa León XIV expresó algunas ideas sobre los desafíos de la cultura digital y la amistad social. Instó a los jóvenes a considerar que la plenitud de la vida es mucho más que las imposiciones algorítmicas y el consumismo de la sociedad contemporánea.
En la vigilia del Jubileo, el Papa dialogó con jóvenes de tres continentes abordando crisis existenciales. Al responder a Dulce María (México) sobre amistad auténtica en la era de las redes, el pontífice alertó de la tiranía digital: "El hombre no es instrumento de mercado... hay algoritmos que nos dicen lo que tenemos que ver, lo que tenemos que pensar, y quiénes deberían ser nuestros amigos. Cuando el instrumento domina al hombre, el hombre se convierte en un instrumento de mercado y a su vez en mercancía".
En la segunda intervención, el Papa recordó a los jóvenes que la amistad es un camino revolucionario de paz pero que esta debe poner la mirada en Jesús: "Ninguna amistad es fiel sino en Cristo. Ámense en Cristo. Sepan ver a Jesús en los demás. La amistad puede cambiar verdaderamente el mundo. La amistad es el camino por la paz".
Finalmente, al responder a Gaia (Italia) sobre el peso de la incertidumbre y la dificultad de tomar decisiones trascendentes en estos tiempos, León XIV recordó que "optar es renunciar... pero la valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo. Él es quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo".
El Papa compartió que las decisiones radicales en la vida –como contraer matrimonio, aceptar el orden sacerdotal o consagrarse enteramente–, "expresan el don de uno mismo que nos hace auténticamente felices".
Al día siguiente, durante la homilía dirigida a casi un millón de jóvenes en la Misa dominical que cerró el Jubileo de los Jóvenes, el Papa reflexionó:
"Hay una inquietud importante en nuestro corazón, una necesidad de verdad que no podemos ignorar, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué es lo que nos libera de los pantanos del sinsentido, del aburrimiento y de la mediocridad?"
El Papa Prevost respondió que "la plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos... más bien está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría". El pontífice recordó que "comprar, acumular, consumir no es suficiente. Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las cosas celestiales para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad".
En ambos mensajes, el Papa insistió en los sentimientos de compasión, benevolencia, humildad, dulzura, paciencia, perdón y especialmente de la esperanza; pues esta "no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones".
León XIV también exhortó a los jóvenes a no limitarse a las certezas y a la seguridad, sino a la permanente renovación: "hemos sido hechos para esto. No para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Y por eso aspiramos continuamente a un 'más' que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces. Más bien, escuchémosla. Hagámonos de ella un taburete para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios. Nos encontraremos ante Él, que nos espera; más bien, que llama amablemente a la puerta de nuestra alma... abrirle de par en par el corazón, permitirle entrar, para después aventurarnos con Él hacia espacios eternos del infinito".
En un momento destacado por la prensa, el papa León XIV pidió orar por dos jóvenes que murieron camino al Jubileo en Roma, María (20 años, España) y Pascale (18, Egipto); y también por la recuperación de Ignacio Gonzálvez, hospitalizado en este contexto como peregrino.