Apatzingán, Michoacán.- El territorio parroquial de San José Obrero (San José de Chila) dejará de tener la asistencia permanente de un sacerdote local debido a las precarias condiciones de seguridad, el persistente asedio del crimen organizado y el éxodo de habitantes que, por temor, han dejado sus hogares en esa localidad de la Tierra Caliente michoacana. Aunque las fuerzas del orden recuperaron el control del pueblo y rescataron la parroquia, ni la feligresía permanece ni el párroco podrá vivir más junto a la grey.
En un reportaje para el diario Milenio, el actual encargado de la asistencia espiritual de San José de Chila, el sacerdote Isaac Barajas, del clero de la diócesis de Apatzingán, reconoce que aunque el templo parroquial dedicado a san José Obrero resistió varios asedios armados con ráfagas de metralla de hasta 50mm de calibre, ni el párroco ni la feligresía pueden continuar viviendo así. Por ello, después de sesenta años de presencia permanente de un sacerdote en la localidad, ahora el fatigado pueblo que se resiste a ser fantasma, sólo recibirá cada domingo a un ministro para celebrar misa de doce.
"Que Dios los ampare aquí porque no va a haber un sacerdote que esté día y noche", acertó a decir la señora María de Jesús, quien apoya -hasta mediados de este mes- al párroco como secretaria, sacristana y hasta cocinera.
María de Jesús se mudó de Apatzingán a El Naranjo de Chila, localidad vecina a San José, para trabajar en la parroquia; sin embargo, con el cierre de la casa curial y la notaría parroquial, quedará desempleada: "Estoy preocupada porque voy a quedar desempleada. ¿Qué voy a hacer? Pues yo creo que también irme, regresar a Apatzingán de donde vengo y ahora hay que ver cómo salir adelante".
San José de Chila es una pequeña localidad aledaña a El Naranjo de Chila, cuna del conocido líder del Cartel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes 'El Mencho'; apenas las separa una diminuta riada y un par de puentes vehiculares. A inicios del 2022, un fuerte dispositivo militar y de la Guardia Nacional recuperó ambas localidades controladas y asediadas por el CJNG y Cárteles Unidos. No sólo los rastros de las balas sino la incertidumbre marcó a los pueblos y se encaminan a ser localidades sin habitantes.
Barajas relató que la última vez que los sicarios profanaron el templo, éste quedó prácticamente destruido por las ráfagas de los cuernos de chivo: "Ese día incluso usaron bombas al interior de la parroquia y destruyeron la pila bautismal de piedra... Aquí me ha tocado bailar con la más fea", sentenció el sacerdote.
Las cicatrices de los enfrentamientos entre grupos criminales se pueden ver por todos lados: en los muros, en el techo de láminas, las ventanas y hasta en la efigie de la Virgen de Guadalupe del recinto. Los criminales prácticamente secuestraron el recinto religioso por semanas: "El templo fue víctima de los maleantes, fue su fortín, su madriguera", recuerda el religioso. Fue hasta el ingreso del ejército a inicios del año cuando pudieron recuperar el templo.
La Iglesia católica local, a través del obispo diocesano Cristóbal Asencio García, ha intentado todas las vías para recuperar el tejido social y defender el derecho de los ciudadanos a vivir en paz. Por ejemplo, tras los últimos ataques en la localidad, el obispo de Apatzingán acudió al templo para presidir una misa y un acto de desagravio al recinto de San José por las profanaciones perpetradas por los criminales.
El problema es que también los fieles de la parroquia han emprendido un éxodo paulatino. Quedan pocos fieles, apenas unas 15 familias y algo menos de 30 feligreses regulares.
La reconstrucción del templo fue costosa y los pocos fieles tampoco tienen recursos para apoyar a su Iglesia. Así que "la decisión está tomada: a mediados de agosto la parroquia de San José Obrero se quedará sin un sacerdote de planta y sólo abrirá los domingos cuando vendrá el padre Patricio Madrigal de El Aguaje para exclusivamente oficiar misa de 12".
Algunos feligreses de los poblados que dejarán de tener un sacerdote viviendo entre ellos fueron a pedirle al obispo Cristóbal que mantuviera a su presbítero en la localidad; sin embargo, "no hay vuelta atrás en la decisión y es que tampoco hay religiosos suficientes para todas las parroquias de la Diócesis". El panorama no sólo es desolador para Chila -tanto el Naranjo como San José- sino para otras comunidades que también están en peligro de quedar sin un sacerdote, reconoce Barajas.
(Información Milenio Diario)