Ciudad de México.- La pandemia global por coronavirus ha afectado a todas las personas por igual, ya sea en su salud o en las dinámicas de trabajo, servicio o entretenimiento; para los sacerdotes no es diferente. La suspensión del culto público en los templos, de reuniones y algunos servicios pastorales les pone en situaciones inéditas. Por ello, la Comisión para el Clero de la Conferencia del Episcopado Mexicano preparó un subsidio denominado “Plan Emergente Nacional Sacerdotal COVID-19”.
El subsidio, preparado con base en las aportaciones de los sacerdotes Pedro Astorga Guerra, Armando Iván Moreno Morales y Daniel Portillo Trevizo, ofrece una reflexión ante el contexto actual, los cuidados y servicios humanitarios y pastorales a realizar por parte de los sacerdotes en medio de la pandemia.
"El hombre de hoy y la Iglesia actual, se encuentra frente a uno de los más grandes desafíos de su historia, que está causando desorden, incertidumbre, dolor, angustia y muerte. Ante esta realidad, el ser humano reconoce una vez más su fragilidad […] más allá de buscar razones, culpables o de simplemente emitir nuestros juicios personales ante la situación actual, es el momento oportuno para elevar nuestros ojos al cielo e invocar con fe viva la misericordia de Dios".
El subsidio especial recuerda a los sacerdotes que su presencia en medio de sus comunidades debe ser un puente de unión: “No caigamos en conductas que no den testimonio de confianza. Sepamos atender y acatar las disposiciones de nuestras autoridades civiles y eclesiásticas”.
“No es un tiempo para relajarnos en nuestra vida espiritual, no nos permitamos bajar la guardia ante este gran riesgo de contagio”.
Desde la Dimensión Episcopal del Clero se tiene certeza de que uno de los principales retos para los sacerdotes es mantenerse bien informados y realmente comunicados: “La mala información nos llevará al desorden y al caos y, como ya nos hemos dado cuenta, eso ocasiona desde indiferencia ante el COVID-19 hasta una psicosis colectiva. Por eso, nosotros debemos ser los responsables en saber escuchar las voces autorizadas sobre el tema, y no dejarnos llevar o incluso difundir noticias o rumores, que desestabilicen el orden emocional, social y de fe”.
En concreto, también se pide insistentemente a los sacerdotes que permanezcan en signos claros de comunión, obediencia y responsabilidad al acatar las instrucciones de su diócesis y su obispo.
La Iglesia mexicana adelanta que, a pesar del contagio entre la población, contiuará su esfuerzo para construir y compartir caridad: “Lejos de solamente cerrar las puertas, procuremos que se mantenga vivo y abierto el ambiente de comunión y fraternidad [que] el sacerdote ofrezca su tiempo, sus capacidades y carismas para ayudar al pueblo de Dios a mantenerse de pie y, hacer frente a este momento con responsabilidad”.
“La Iglesia -dice el subsidio- tiene un gran desafío, que el pueblo de Dios no se sienta solo ni abandonado”.
Piden a los sacerdotes a mantenerse cercanos a las familias, principalmente con aquellas que sufren la enfermedad o incluso la muerte de un ser querido: “Abandonarles en estos momentos, sería faltar a la misericordia, a la caridad y perder una gran oportunidad de encarnar el Evangelio de Jesús”.
Finalmente, advierten a los sacerdotes que salgan a ofrecer esta cercanía a verificar los cuidados necesarios para su labor, los recursos higiénicos específicos y que no tengan enfermedades crónicas preexistentes: “Si no tiene esta protección, no se acerque al paciente, pues se va a contagiar, y será propagador del virus a más personas”.
DOCUMENTO: El Subsidio del Plan Emergente Nacional Sacerdotal