Cuautitlán, Estado de México.- A los participantes del octavo Congreso Eucarístico Nacional en México, el papa Francisco ha compartido "cuatro lecciones" que el indígena vidente de la Virgen de Guadalupe, san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, ha dejado a la Iglesia mexicana: la búsqueda, la acogida, la opción preferencial por los pobres y enfermos, y el valor de la paciencia y la perseverancia.
El Congreso Eucarístico Nacional es un encuentro de gran peso histórico de la Iglesia en México; el más reciente sucedió antes de la pandemia, en 2019, y tuvo verificativo en Yucatán. Ahora, desde el centro de la República y en la localidad que vio nacer a Juan Diego, más de tres mil participantes de todo el país se reunieron para reflexionar y celebar este Congreso del 8 al 12 de noviembre.
Las primeras tres jornadas del Congreso han consistido en un simposio de especialistas que han reflexionado sobre el misterio Eucarístico; la parte celebrativa se enfocará en actos litúrgicos y de asistencia pastoral bajo el lema "Jesús Eucaristía, quédate y camina con nosotros con San Juan Diego como guía".
En el arranque del Congreso, se dio lectura al mensaje enviado por el papa Francisco a los participantes. El pontífice destacó la figura discipular y misionera del indígena vidente y portador del mensaje Guadalupano en cuatro lecciones históricas:
En primer lugar, reflexionó el Papa, san Juan Diego es un hombre en camino, en búsqueda de Dios: "De hecho, cuando la Virgen María se le apareció, él iba a escuchar las catequesis. Del mismo modo, se cuenta que gustaba de recibir el sacramento y no se amilanaba por tener que andar largo tiempo para saciarse con el Cuerpo de Cristo".
La segunda lección, para el santo padre es que la Virgen María se presentó embarazada ante san Juan Diego, "como un Sagrario donde Jesús está realmente presente":
"Además, la Virgen pide a Juan Diego construir un templo para darnos a nosotros también la posibilidad de revivir en la Eucaristía, en la Palabra y en el ministerio de la Iglesia, esta misma experiencia de poder encontrar a Jesús, hablarle, escucharle y sentir su presencia en nuestras vidas".
El pontífice destacó que, mientras Juan Diego permaneció en la eremita del Tepeyac custodiando el sagrado ayate con la imagen de la Virgen Morena, continuó atendiendo a los peregrinos: "transformando su búsqueda en acogida".
Una tercera lección, para el papa Francisco es la decisión de Juan Diego ante su prójimo: "El tercer rasgo lo encuentro en otros dos protagonistas de nuestro relato: Juan Bernardino y el obispo Zumárraga, ambos destinatarios de la gracia de Dios que los sana no sólo de una enfermedad natural o de un recelo comprensible, sino en lo más profundo de sus corazones".
"Me ha llamado siempre la atención que Juan Diego se quedara con su tío enfermo a pesar de que la Virgen lo esperara, siendo capaz de ‘dejar a Dios por Dios’, en el pobre y en el enfermo. La Virgen no se lo reprocha, sino que sale a su encuentro y le promete su ayuda. De ese mismo modo nuestra Iglesia debe estar atenta al dolor profundo de cada hombre, para decirle, como María a Juan Diego: ‘¿No estoy yo aquí que soy tu madre?'".
Finalmente, el Papa destacó una cuarta lección de Juan Diego: su capacidad de ser paciente y perseverante, como lo pide la Virgen, “sin desalentarse polaridades y frialdad con la que el obispo recibe su anuncio. Y éstas son las medicinas que curan la suspicacia del prelado, que se rinde ante el prodigio de la fe de Juan Diego, de su confianza y su caridad, flores tan o más profundas que las que cayeron de su tilma”.
El Papa concluyó su mensaje exhortando a los mexicanos a reavivar la experiencia de san Juan Diego desde la Eucaristía:
“Que nuestra Iglesia esté preñada de Jesús, construyamos ese templo que la Virgen pidió, una Iglesia donde el Señor se hace presente para nuestra salvación. Santa María de Guadalupe, nuestra dulce madre, y San Juan Diego acompañen el camino y los buenos frutos de este Congreso Eucarístico”.
El objetivo general del Congreso Eucarístico Nacional es hacer partícipes a las arquidiócesis y diócesis de la Iglesia en México para celebrar la gran Statio Ecclesiarium, -parada o estación de la iglesia -hacia la gran Statio Orbis –parada o estación de la Iglesia en el mundo- en Quito, Ecuador, en 2024.