Ciudad del Vaticano.- En medio del recrudecimiento de la pandemia por COVID-19 en varios países europeos y bajo el contexto del aniversario de la Comisión de los Episcopados de la Unión Europea (COMECE), el papa Francisco ha escrito una carta al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, en la que el pontífice remarca sus anhelos para el viejo continente: "Que sea una familia y una comunidad... que sea amiga de la persona y de las personas".
La carta fue firmadas por el pontífice el pasado 22 de octubre con ocasión del 50 aniversario de la presencia de la Santa Sede como Observador Permanente ante el Consejo de Europa y con el objetivo de que pudiera inspirar la visita del cardenal Pietro Parolin a Bruselas en donde se reiteraría el mensaje de integración del continente y la superación de las hostilidades.
Para el papa Francisco, Europa tiene aún mucho que dar al mundo: "De hecho, el proyecto europeo surge como voluntad de poner fin a las divisiones del pasado. Nace de la conciencia de que juntos y unidos somos más fuertes, que la unidad es superior al conflicto y que la solidaridad puede ser un modo de hacer la historia, un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida".
El Papa destacó que el mundo parece dar "muestras de estar volviendo atrás en el que prevalece la idea de ir cada uno por su cuenta". Aseguró que la pandemia constituye "una línea divisoria que obliga a hacer una elección: o se sigue el camino tomado en el último decenio, alentado por la tentación de la autonomía, enfrentando crecientes incomprensiones, contraposiciones y conflictos; o bien se redescubre ese camino de la fraternidad, que sin duda fue el que inspiró y animó a los padres fundadores de la Europa moderna, a partir justamente de Robert Schuman".
Aseguró que "en un tiempo de cambios repentinos se corre el riesgo de perder la propia identidad, especialmente cuando desaparecen los valores compartidos sobre los que se funda la sociedad: En este momento, quisiera decirle a Europa: Tú, que has sido una fragua de ideales durante siglos y ahora parece que pierdes tu impulso, no te detengas a mirar tu pasado como un álbum de recuerdos".
Finalmente, el pontífice alza sus plegarias porque Europa mire con esperanza su futuro: "Mientras tantos se interrogan con desconfianza sobre su futuro, muchos otros la miran con esperanza, convencidos de que todavía tiene algo que ofrecer al mundo y a la humanidad... Sueño, entonces, una Europa amiga de la persona y de las personas. Una tierra donde sea respetada la dignidad de todos, donde la persona sea un valor en sí y no el objeto de un cálculo económico o una mercancía. Una tierra que cuide la vida en todas sus etapas, desde que surge invisible en el seno materno hasta su fin natural, porque ningún ser humano es dueño de la vida, sea propia o ajena. Una tierra que favorezca el trabajo como medio privilegiado para el crecimiento personal y para la edificación del bien común, creando fuentes de empleo especialmente para los más jóvenes".
En conclusión, Francisco apeló por una Europa como familia y comunidad, que atienda fraternalmente los fenómenos migratorios y viva en un sano laicismo, que sepa valorar las peculiaridades de todas las personas y los pueblos, sin olvidar que estos están unidos por responsabilidades comunes. Y tras afirmar que "ser familia significa vivir la unidad teniendo en cuenta la diversidad, a partir de la diferencia fundamental entre hombre y mujer".