Québec, Canadá.- En el segundo tramo de su 'peregrinaje penitencial' en tierra canadiense, el papa Francisco reiteró la petición de perdón en nombre de la Iglesia católica por 'la mentalidad colonialista' que causó dolor y daño a los pueblos indígenas; sin embargo, ante el primer ministro canadiense Justin Trudeau, alertó sobre la actual 'colonización ideológica' que también impone modelos culturales preestablecidos mientras descarta a los pobres, los migrantes, los ancianos y los no nacidos.
Francisco llegó a Québec procedente de la región occidental y se dirigió a La Citadelle, una instalación militar activa y residencia oficial secundaria de la monarquía canadiense y del gobierno general de Canadá. Tras la ceremonia de bienvenida por parte de la gobernadora general, Mary May Simon, el Papa tuvo el tradicional encuentro con las autoridades civiles, el cuerpo diplomático y los representantes de los pueblos indígenas.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, dirigió unas palabras de bienvenida y reflexionó sobre los abusos cometidos contra niños indígenas en las Escuelas Residenciales instaladas y patrocinadas a finales del siglo XIX por el gobierno canadiense y puestos en operación bajo cuidado de organizaciones religiosas, muchas de ellas, católicas: "Pienso en los niños y en los padres. Como padre de familia no puedo imaginar que me quiten a mis hijos. Cuando mis hijos lloran, puedo consolarlos; cuando están felices puedo compartir con ellos ese sentimiento. Pero en las escuelas residenciales, estos niños estaban solos y aislados en su dolor y en su pena, lejos de sus familias y de sus comunidades. Lo que es peor, despojados de su lengua, su cultura y su identidad".
Por su parte, la gobernadora Simon reconoció los esfuerzos del papa Francisco no sólo de viajar a Canadá sino de encontrarse con sobrevivientes y las comunidades indígenas heridas: "Sus esfuerzos vuelven a Canadá más fuerte -dijo la funcionaria y compartió: "Es nuestro deber colectivo recordar lo que sucedió en las Escuelas Residenciales, contar las historias de los sobrevivientes y los que jamás volvieron a casa".
El papa Francisco ofreció un mensaje inspirado en la relación de los pueblos indígenas con la naturaleza, especialmente con los bosques de arce y sus hojas, símbolo de la nación norteamericana. Dijo además que el tiempo es propicio para "alejarnos del individualismo y de la tentación de dividir al mundo en buenos y malos".
El Papa reiteró su vergüenza por los acontecimientos del pasado y por la participación de los católicos en las políticas canadienses de asimilación en las Escuelas Residenciales. Afirmó que "en este deplorable sistema, promovido por las autoridades gubernamentales de la época, que separó a tantos niños de sus familias y donde estuvieron involucradas varias instituciones católicas locales" dañaron a las familias indígenas al minusvalorar su lengua, su cultura y su visión del mundo:
"Por lo que expreso vergüenza y dolor. Y junto con los obispos de este país, reitero mi petición de perdón por el mal cometido; por lo que tantos cristianos cometieron contra tantos indígenas; por todo esto pido perdón".
El pontífice reconoció que hay un renovado compromiso social para promover los derechos legítimos de los pueblos originarios y fomentar procesos de sanación y reconciliación entre ellos y los no indígenas del país: "Los momentos que vivimos juntos han dejado en mí una huella. Han dejado el el firme deseo de responder a la indignación y la vergüenza por el sufrimiento que soportaron los indígenas recorriendo un camino fraternal y paciente con todos los canadienses, conforme a la verdad y a la justicia. Esforzándonos por la reconciliación y la sanación, animados siempre por la esperanza".
Explicó, sin embargo, que estas atrocidades ocurrieron porque "algunos creyentes no obedecieron al Evangelio sino a las conveniencias del mundo"; por ello alertó que nuevas imposiciones podrían estar haciendo daño en la actualidad.
"Aquella historia de dolor y de desprecios originada por una mentalidad colonizadora, no se sana fácilmente. Al mismo tiempo, nos advierte que la colonización no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma, se disfraza y se disimula. Este es el caso de las colonizaciones ideológicas".
En la parte más dura de su mensaje, el pontífice alertó de nuevas imposiciones culturales: "Si en su momento la mentalidad colonizadora se desentendió de la vida concreta de los los pueblos imponiendo modelos culturales preestablecidos, tampoco faltan hoy colonizaciones ideológicas que contrastan la realidad, de la existencia; y que sofocan el apego natural a los valores de los pueblos intentando desarraigar sus tradiciones, su historia y sus vínculos religiosos".
El Papa dijo que esta nueva 'mentalidad' presume de haber superado las oscuras páginas de la historia pero que da cabida a la cultura de la cancelación: "que juzga el pasado sólo en función de ciertas categorías actuales".
Francisco criticó que, a través de la cultura de la cancelación "se implanta una moda cultural que estandariza, que vuelve todo igual, que no tolera las diferencias y se centra sólo en el momento presente" mientras descuida: "los deberes hacia los más débiles y frágiles: los pobres, los emigrantes, los mayores, los enfermos, los no nacidos".
"Son ellos los olvidados por las sociedades del bienestar; son ellos los que en la indiferencia general son descartados como hoja seca para ser quemada".