Asunción, Paraguay.- El obispo Ricardo Valenzuela, de la diócesis de Caacupé, se mostró preocupado por la falta de respuestas de la clase política a los problemas urgentes que reclama la sociedad. Se refirió, sobre todo, a las autoridades democráticamente electas que asumieron en meses pasado la gestión política y a sus promesas que aún no se están cumpliendo.
El obispo señaló cuestiones sensibles sobre las deudas sociales que los políticos tienen con el pueblo paraguayo: “¡Anímense a revisar las estructuras injustas que se han establecido y tengan el coraje de derribar las barreras que oprimen a nuestro pueblo! ¡Busquen los modos más eficaces para combatir la irritante pobreza extrema, la corrupción y la impunidad! ¡Pongan sus máximos esfuerzos para extirpar el cáncer del narcotráfico, del lavado de dinero y el tráfico de personas entre tantas execrables injusticias!”.
Valenzuela hizo duras críticas especialmente al sistema educativo nacional: “¡Se están dando títulos a analfabetos funcionales que no comprenden lo que leen! ¿En manos de quiénes quedará el futuro de nuestro país? ¿Se imaginan, hermanos y hermanas, lo que esto significa?”.
En su carta pastoral al pueblo en Caacupé, el obispo reflexionó sobre las responsabilidad de la clase política electa: “Hace unos meses hemos tenido elecciones nacionales, y ya hemos decidido quién y quiénes deben gobernar nuestro país. El tiempo corre y sigue su curso, no se detiene; y es imperioso entrar en la dinámica de la acción. Es urgente activar las instituciones porque el hambre, la enfermedad, la falta de empleo digno y la inseguridad no se detienen. ¡No hay tiempo que perder!"
"Esta observación va dirigida especialmente a las autoridades recientemente elegidas. La ciudadanía ha sido generosa en confiar nuevamente en ustedes; pues, pese a los desaciertos y graves omisiones que originaron múltiples pérdidas, les ha renovado el contrato. Todos reconocemos que el pueblo paraguayo es noble y generoso; cree en las promesas electorales; es paciente y sufrido; pero no es prudente abusar de la confianza depositada en ustedes”, les externó.
Reflexionó sobre la crisis económica, la deuda externa "que se va transformando en eterna", la inflación y la fluctuación de precios, los riesgos del empobrecimiento social: “Quienes verdaderamente tienen intenciones de solucionar los problemas no esperan, no posponen para mañana lo que se puede resolver hoy. Sin embargo, lo que estamos viendo es que las autoridades en las que hemos depositado nuestra confianza no parecen darse prisa; están actuando con lentitud, con demasiadas pausas, una apatía que ya empieza a repercutir en la paciencia colectiva. Ya hemos elegido a nuestras autoridades; sin embargo, no por eso debemos sentarnos a esperar pacientemente algún resultado”.
"Necesitamos que nuestras autoridades se enfoquen en la búsqueda de soluciones y dejen de lado las rencillas internas [...] Lamentablemente, en nuestro país, casi nadie se molesta porque importantes funcionarios y representantes de alto rango no sienten cercanía ni tienen empatía ni sensibilidad con los problemas del pueblo”.
Finalmente, el obispo de Caacupé manifestó su preocupación por el destino del Instituto de Previsión Social (IPS) "una preciosa institución social puesta al servicio de una población cada vez más vulnerable, que necesita protección con una salud garantizada" porque mientras el progreso y las inversiones económicas se expandieron "hay siempre un importante segmento de la población que carece de los más básicos recursos para una vida digna".
"Ya pasaron siete gobiernos, de cinco años, en democracia; y en todo ese tiempo no supimos frenar la sangría de la corrupción que está volviendo anémica al país", concluyó.