Bogotá, Colombia.- El pasado 4 de marzo, la presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) sostuvo un encuentro en la Casa de Nariño con el presidente de Gustavo Petro y sus colaboradoras, es el primer saludo personal que sostiene ambos representantes de las instituciones tras el triunfo electoral del mandatario y la renovación de los servicios en el colegio de obispos católicos. En el encuentro, los obispos reafirmaron su compromiso de acompañar los procesos de paz y reconciliación.
Los obispos hablaron de colaborar en la construcción de construir un marco ético que guíe el camino para avanzar en las conversaciones de paz con el Gobierno, los actores armados y las comunidades afectadas por el conflicto.
El obispo presidente del CEC, Francisco Múnera, a través de un video ofreció detalles de la reunión, en la que se destacaron temas tales como: la crisis humanitaria por el conflicto armado, la minería, asesinato de líderes sociales, libertad de cultos religiosos, entre otros.
Petro, por su parte, solicitó el apoyo de la Iglesia en específico para alcanzar la reconciliación nacional; ante lo cual los líderes de la Iglesia manifestaron que los creyentes siempre están dispuestos a apoyar en el trabajo de la paz. Recordaron que esa convicción los mantiene presentes y activos en los territorios donde obispos, sacerdotes y laicos acompañan a las comunidades en distintos procesos de reconciliación.
Héctor Fabio Henao Gaviria, es el obispo facilitador en las mesas de diálogo entre el gobierno, el Ejército de Liberación Nacional y la Segunda Marquetalia. Se trata de un destacado líder en temas de paz quien sigue explorando nuevas vías en la búsqueda de destrabar los diálogos suspendidos desde el pasado 17 de enero de 2025.
Uno de los aspectos destacados de la reunión, fue la propuesta que hiciera la Iglesia de construir un marco ético de paz, donde se ofrecerá la visión, criterios y principios para avanzar hacia la reconciliación. Según expuso Henao Gaviria se definirían principios "no negociables"; pues así como el Gobierno establece líneas rojas en sus negociaciones, la Iglesia también tiene criterios fundamentales basados en la dignidad humana, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario: "Si estos principios no se respetan, la presencia de la Iglesia en una mesa de diálogo perdería su sentido", afirmó.
Por otra parte, la Iglesia instó al Gobierno para que se pongan a las comunidades en el centro del proceso de paz. Expuso la difícil situación de orden público y social que viven regiones como el Catatumbo, Chocó y el Cauca, donde el conflicto armado sigue afectando de manera especial a la población.
Del mismo modo, durante la reunión se abogó por el diálogo social, no solo con los grupos armados, sino con la participación de las comunidades, esto con el fin de generar soluciones reales a los graves problemas de desplazamiento, violencia y exclusión que padecen los habitantes.
Además de la paz, la Iglesia aprovechó para manifestar su preocupación por otros temas que considera también prioritarios como la libertad religiosa y de culto, el derecho de los padres a elegir la educación religiosa de sus hijos, la protección de la vida, el reclutamiento de menores de edad, el asesinato de líderes sociales y la crisis ambiental causada por la minería ilegal y el narcotráfico.
Finalmente se habló de la necesidad de reformas integrales que se requieren para tener un país más equitativo y justo, sin embargo, se dijo que dichos cambios deben realizarse en un clima de serenidad y con el consenso de todos.
Con esta reunión, la Iglesia reitera su disposición para seguir colaborando de manera activa en la construcción de un país reconciliado donde la paz trascienda el escenario político y se convierta en un compromiso ético y moral para las futuras generaciones.
La delegación de la CEC que asistió a esta reunión en el Palacio de Nariño, estuvo conformada por el arzobispo Francisco Javier Múnera Correa, titular de Cartagena y presidente de la Conferencia Episcopal; Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo de Tunja y vicepresidente; y Germán Medina Acosta, obispo de Engativá y secretario general.