Bogotá, Colombia.- El secretario de la Comisión Teológica Internacional desde 2021, Piero Coda, analiza cómo la reforma eclesial, la inclusión femenina y el diálogo con las crisis contemporáneas son el camino que abraza la Iglesia católica frente a los desafíos del tercer milenio. En un contexto marcado por polarizaciones políticas, migraciones masivas y disrupciones tecnológicas, para el sacerdote la Iglesia enfrenta el reto de reinventar su rol sin perder su esencia.
Piero Coda, secretario de la Comisión Teológica Internacional desde 2021, participó recientemente en un encuentro organizado por el Grupo de Antropología Trinitaria y el Cebitepal en América Latina, donde delineó los caminos para una teología relevante en el siglo XXI.
Coda destacó la sinodalidad —el proceso de discernimiento colectivo impulsado por el papa Francisco— como eje para responder a los desafíos actuales.
"No es un invento nuevo", aclaró, recordando el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), donde la comunidad primitiva discernió guiada por el Espíritu Santo. Hoy, este modelo busca integrar voces diversas, desde obispos hasta laicos, sin caer en "procesos democráticos", sino en una comunión jerárquica y participativa.
"El proceso sinodal actualiza el Concilio Vaticano II y marcará el rumbo de la Iglesia en el tercer milenio", afirmó, vinculándolo con la Veritatis Gaudium, constitución apostólica que promueve una reforma global de la formación en teología para dialogar con otros saberes en los centros educativos eclesiásticos.
Uno de los temas más disruptivos de su planteamiento es acerca del rol de las mujeres. Coda reconoció que su aporte en la teología "sigue siendo marginal", pero destacó avances en Latinoamérica y el Caribe. Citando al papa Francisco, subrayó: "Hay que desmasculinizar la Iglesia y la teología". Para ello, el proceso sinodal abre espacios a contribuciones femeninas "específicas y fundamentales", aunque sin precisar cambios estructurales como el acceso al sacerdocio.
En otro terreno, frente a desafíos como el "sexto continente en movimiento" (los migrantes) o la inteligencia artificial, Coda abogó por un diálogo transdisciplinario: "La teología debe iluminar el significado profundo de lo humano". Criticó la polarización política y llamó a pensar "de manera nueva", integrando la revelación cristiana en la búsqueda de soluciones.
¿Cómo conectar la teología académica con las comunidades? Coda fue claro: los jóvenes teólogos deben "vivir una teología de rodillas", alimentada por la oración y la proximidad a las "periferias existenciales". "El Evangelio debe hablar donde hay sufrimiento", insistió, rechazando un enfoque puramente intelectual.
Aunque el pontificado de Francisco ha sido catalizador, Coda cree que la sinodalidad trascenderá su mandato: "Es un camino que no terminará pronto". Destacó la necesidad de una teología que "escuche muchas voces", desde místicos como Juan de la Cruz hasta figuras como Buda, pero siempre "con Cristo como centro".
Para Coda, la Iglesia del tercer milenio debe ser una comunidad en salida: sinodal, inclusiva y comprometida con los márgenes. En un mundo secularizado, su relevancia dependerá de su capacidad para dialogar sin miedo con la complejidad humana, sin perder de vista su núcleo espiritual. (Con información ADN CELAM)