Washington DC, EU.- El arzobispo de Washington, Wilton D. Gregory, no dejó lugar a ambigüedades consideró "desconcertante y censurable" que el presidente Donald Trump utilizara las instalaciones del santuario católico dedicado a san Juan Pablo II como estratagema política en medio de una crisis social desprendida por actos de racismo, brutalidad policial y represión de la manifestación social.
El martes 2 de junio el presidente Trump y su esposa Melania acudieron al santuario nacional San Juan Pablo II en el noreste de Washington, fue el segundo día consecutivo que el mandatario utilizaba símbolos religiosos como estrategia política en la crisis desatada por el asesinato de George Floyd por parte de cuerpos policiacos, pues el lunes acudió a los servicios religiosos de la iglesia episcopaliana de San Juan para posar con la Biblia frente al templo y posteriormente frente a la Casa Blanca.
La obispo episcopaliana de Washington (con una comunidad de 40 mil 500 feligreses en DC), Mariann Budde, arremetió contra el presidente Trump "por usar una iglesia para darse publicidad": "El presidente utilizó la Biblia, el más sagrado texto de la tradición judeocristiana y una de las iglesias de mi diócesis sin avisarnos siquiera, como telón de fondo de un mensaje antitético a las enseñanzas de Jesús y a todo lo que defiende nuestra iglesia".
Al día siguiente, Trump hizo lo mismo, ahora desde un recinto católico; y el arzobispo Wilton D. Gregory también censuró al mandatario: "Es desconcertante y censurable que cualquier instalación católica se permita ser tan atrozmente mal utilizada y manipulada de una manera que viola nuestros principios religiosos".
En la visita, Trump no llevó la Biblia pero sí se hincó junto a su esposa frente al Sagrario del recinto; la Casa Blanca explicó que la visita del presidente al Santuario se debía a la conmemoración del 41 aniversario del inicio de la peregrinación del pontífice Wojtyla a su Polonia natal y como marco a la firma de una orden ejecutiva para destinar 50 mllones de dólares anuales para programas internacionales de libertad religiosa.
Aunque al interior del recinto reinaba el silencio,en las inmediaciones del santuario miles de personas se manifestaron contra el presidente para que atendiera el asesinato de George Floyd el pasado 25 de mayo en Minneapolis, víctima de la brutalidad policial y punto de quiebre para una nueva vuelta de largo conflicto racial en los Estadoos Unidos.
El arzobispo católico de la capital norteamericana recordó que el legado del papa san Juan Pablo II se enfoca en una ardiente defensa de los derechos y de la dignidad de los seres humanos y que las políticas de represión implementadas por algunas autoridades norteamericanas, como el uso de gas lagrimógeno y otras medidas disuasorias de la manifestación social, "distan mucho de aquello que defendemos que son los derechos de todos, incluso de aquellos con los que podríamos no estar de acuerdo".
"San Juan Pablo II fue un ardiente defensor de los derechos y de la dignidad de las personas; y su legado sostiene un vívido testimonio de esa verdad. Él ciertamente no hubiera consentido el uso de gas lacrimógeno u otros mecanismos para silenciar, disolver o intimidar a otros por la oportunidad de tomarse una fotografía frente a un recinto de oración y paz", dijo el arzobispo.
Trump y su esposa dedicaron unos minutos para posar ante las cámaras de la prensa antes de presentar una ofrenda de rosas a la efigie del pontífice mientras, en los alrededores, cristianos y católicos sostenían pancartas con frases de san Juan Pablo II ("Nunca más odio e intolerancia"). También los manifestantes pusieron una rodilla en tierra durante ocho minutos en silencio, el tiempo que el ciudadano norteamericano Floyd fue asfixiado bajo la rodilla del polícia de Minnieapolis antes de perecer.