Ciudad de México.- Solidaridad, conversión y alto reconocimiento a las comunidades indígenas del continente americano son los acentos que el cardenal electo Felipe Arizmendi Esquivel comparte como parte de sus primeras reacciones a la distinción que recibirá el próximo 28 de noviembre en el consistorio ordinario de cardenales presidido por el papa Francisco.
El 25 de octubre, el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas recibió la noticia de que el Papa lo nombraba cardenal de la Iglesia católica universal, una dignidad que sólo han recibido 17 obispos mexicanos pero aclara: "Algunos lo consideran como un reconocimiento a mi labor, pero yo más bien lo veo como un apoyo a quienes trabajamos mayoritariamente con pueblos originarios. Hay muchísimos agentes de pastoral que entregan diariamente su vida por la gente, y nadie se los reconoce. Con ellos comparto este título", afirmó Arizmendi en entrevista exclusiva para VCNoticias.
El cardenal electo asegura que entre el pueblo mexicano aún hay expresiones sumamente valiosas para continuar evngelizando en el siglo XXI, en especial la caridad y la capacidad de compartir los bienes: "Me parece que es fabulosa la solidaridad, sobre todo de los pobres. También de los empresarios que tienen una fuerte conciencia social, hay bastantes de ellos".
Relata que, en su andadura como pastor, ha comprobado la fortaleza de la fe entre el pueblo mexicano: "El amor a Cristo crucificado y a la Virgen de Guadalupe son pilares que nos sostienen en toda circunstancia" pero no deja de reconocer que aún falta mucha formación religiosa entre la gente: "La fe de nuestro pueblo es muy fuerte, aunque sin mucha instrucción".
Arizmendi considera que la Iglesia católica tiene una enorme capacidad para transformar las situaciones adversas y dolorosas en el pueblo mexicano; sin embargo, afirma que se requiere un cambio de actitud especialmente entre los ministros: "Lo más difícil es la conversión, para que cardenales, obispos y sacerdotes no nos sintamos príncipes, sino hermanos con todos los bautizados y con las demás personas. Este sentirse hermanos nos ha de llevar a la cercanía con lo que vive nuestro pueblo: pobreza, inseguridad, desconcierto político, pandemia, etcétera".
"Yo consagro este título -responde el cardenal Arizmendi- a toda la comunidad eclesial, a los agentes de pastoral, pero en particular a los pueblos originarios no sólo de México, sino de toda América Latina. Dios me ha concedido la gracia de trabajar algo con y para ellos, y espero seguir apoyando sus luchas por ser reconocidos en su dignidad y en sus derechos en la sociedad y en la Iglesia".
Arizmendi sabe de lo que habla. Durante su servicio episcopal se esforzó por coordinar los trabajos de traducción tanto de las Sagradas Escrituras como de los apoyos para las celebraciones litúrgicas y rituales a las lenguas de los pueblos indígenas; un largo proceso en el que se involucraron diferentes organizaciones eclesiásticas en México y América Latina junto a expertos lingüistas, sacerdotes y religiosas indígenas, liturgistas y doctores en sagradas escrituras: "Es un derecho básico para las comunidades indígenas apoyarlas en las traducciones de la Biblia y la Liturgia a sus idiomas", sentencia el obispo emérito.
PERFIL A FONDO: Felipe Arizmendi, el cardenal constructor de puentes
En la entrevista, el cardenal electo también se refirió a su permanente serivicio de divulgación del pensamiento cristiano en los medios de comunicación social, especialmente con sus artículos semanales reproducidos en decenas de periódicos y portales informativos en México y América Latina: "La presencia del pensamiento cristiano en las ágoras de este mundo es a través de laicos cristianos bien formados sobre todo en la Doctrina Social de la Iglesia".
"Para mí, desde 1979 cuando vino el papa san Juan Pablo II a México por primera vez, ha sido una responsabilidad evangelizadora [utilizar los medios de comunicación]. Decidí buscar la forma de que su gran mensaje no quedara en el olvido, sino que nuestro pueblo lo siguiera profundizando en pequeñas dosis. Todos podemos hacer algo, también los políticos y los comunicadores".
Finalmente, ante el complejo clima de polarización social, el cardenal Arizmendi pide a la comunidad católica que afronte esta dolorosa realidad y recobre la comunión y mirada fraterna en los retos comunes: "Necesitamos educarnos, desde la familia, en el respeto a los demás, en saber dialogar sin insultos y descalificaciones, en valorar las posturas diferentes a las nuestras".
Su principal anhelo para los difíciles tiempos que vive la humanidad es "que la Palabra de Dios nos oriente y nos impulse, para educarnos en el amor", concuye.