Puebla, Puebla.- El cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación de la Santa Sede, reflexionó sobre las responsabilidades de las universidades ante el ‘cambio de época’ que impacta en la humanidad entera. En su ponencia magistral enmarcada en la clausura del XIX Encuentro de Centros de Cultura de la UPAEP, el cardenal destacó los acentos humanos y cristianos para que las universidades sean auténticas formadoras de ciudadanía contemporánea.
El teólogo portugués habló sobre la dificultad de comprender los tiempos actuales y sus complejidades y aseveró que “el cambio actual es antropológico” lo cual afecta la existencia humana en el mundo. Aseguró que la mayoría de las personas son conscientes de que están inmersas en una revolución tecnológica, civilizatoria y antropológica, la cual busca alterar la configuración de nuestra experiencia del mundo.
A través del fragmento de un texto de Octavio Paz, el cardenal ejemplificó que los poetas, creadores e intelectuales suelen ser vistos como “antenas” que anticipan problemas esenciales; y advirtió que, al entender al poeta mexicano, se comprende cierta preocupación sobre la existencia humana y la búsqueda de significado, revelando que “el problema número uno, es antropológico”.
Tolentino de Mendonça señaló que las sociedades contemporáneas son cada vez más heterogéneas y que la humanidad está en una “crisis de confianza”, especialmente en relación con la educación superior. Por ello, recordó que, el papel de las universidades es mantener su servicio para transformar su contexto y no para reproducir acríticamente las desigualdades vigentes.
Pidió a los presentes tomar en cuenta que las universidades no deben ceder al pesimismo ni al conformismo, sino que deben pensar en nuevas versiones de la realidad y en cómo ayudar a avanzar en la dirección correcta. Aseguró que la crisis actual es también una gran oportunidad, un desafío a la inteligencia y libertad de cada persona y de las instituciones.
Advirtió sobre la tentación de las universidades de convertirse en instituciones defensivas y pesadas, en lugar de ser laboratorios de innovación; dijo que la misión de la universidad debe ser “mirar hacia el futuro, manteniendo la fidelidad a la tradición, pero también abrazando la innovación”.
El cardenal insistió en que las universidades tienen la misión de ser “un laboratorio para el futuro y no sólo preservar el pasado”; para ello, destacó la importancia de trabajar por la calidad educativa al tiempo de integrar a sus egresados en la vida pública mediante la más importante de las inversiones: “La inversión en la persona humana es clave para el desarrollo civilizatorio”, dijo.
En su disertación pidió que se atienda la actual crisis contemporánea como una oportunidad para la inteligencia y la liberación de las personas; por ello reconoció a los espacios de formación que trabajan desde propuestas creativas para tornarse en verdaderos “laboratorios de esperanza” como recomendó el Papa Francisco a las universidades modernas.
Ante los desafíos que plantean los desarrollos tecnológicos y científicos, el cardenal hizo hincapié en el inquietante pronóstico que adelantan algunos especialistas europeos sobre que, en 20 años, alrededor del 50 por ciento de las profesiones actuales habrán de desaparecer; por ello, urgió a toda la comunidad universitaria a “abrazar la diversidad y pluralidad en su búsqueda de verdad”, a encontrar sostenibilidad económica sin comprometer la diversidad del conocimiento y que, sobre todo, busque cumplir su misión en plena interacción mutua.
Finalmente, el prefecto de la instancia pontificia encargada de mantener vinculación con las universidades católicas y de inspiración cristiana en el mundo, insistió en que estos centros de formación deben promover el diálogo entre fe y razón pero no sólo en espacios limitados o restringidos: sino que dicho diálogo debe ocurrir en todos los ámbitos universitarios:
“La responsabilidad de la universidad es iluminar y dar sentido a la vida [...] Estamos llamados a escuchar el futuro que llega cada día por nuestra puerta y entender no sólo lo que es necesario hoy sino lo que será necesario en el futuro”, dijo.
Concluyó su mensaje haciendo un llamado para que las instancias universitarias recuerden que son una comunidad “larga y compleja, donde todos son importantes [...] Todos juntos tenemos la alegría de ser uno y estar al servicio en un proyecto que es más grande que nosotros mismos”:
“En una universidad estamos hipotecados a la esperanza. Cuando nos llega un joven y nos mira con ojos llenos de preguntas, incertidumbres y sueños, nosotros somos responsables; no sólo de los créditos profesionales de un título académico, somos responsables por la luz de sus ojos. Por un deseo más profundo que los seres humanos transportan dentro de sí; y que nosotros no podemos renunciar a dialogar por esa vocación fundamental a la vida, a la realización, a la búsqueda de un sentido para la vida”.