Ciudad de México.- La publicación de la tercera carta encíclica del papa Francisco ‘Fratelli tutti’ ha generado una serie de debates en los que incluso se ha llegado a cuestionar la ‘catolicidad’ del documento pontificio. A estas lecturas amargas y detractoras, el secretario ejecutivo de la Dimensión de Pastoral Educativa y Cultura del episcopado mexicano, el P. Eduardo Corral Merino, les recomienda: “A los hermanos que esta encíclica les ha generado urticaria, les diría: Miren la realidad no sus ideas. Cuando nos quedamos con nuestras ideas o fijaciones, no escuchamos y no entramos en esta dinámica de dejarnos interpelar por el magisterio de la Iglesia”.
Corral Merino hace una lectura pausada de la Encíclica y plantea en entrevista para VCNoticias: “Con ‘Fratelli tutti’ la doctrina social de la Iglesia ha crecido. No sólo con sus principios; ahora la atenderemos acompañados con otras categorías que son más profundas porque recuperan lo afectivo: el diálogo, el encuentro y la fraternidad; sobre todo esta capacidad de reconocernos en esta misma barca en donde nadie puede salvarse por sí mismo. Todos tenemos que entrar en esta dinámica de corresponsabilidad social”.
Para el sacerdote que participa en la coordinación de la pastoral en el sector educativo, científico y cultural en México, el texto del pontífice es recordar a los católicos que “la Doctrina Social de la Iglesia nos ayuda a confrontar la realidad con las exigencias evangélicas”.
En esta realidad, abunda Corral, “todos los bautizados, los ministros y consagrados somos parte del Pueblo de Dios; pero también a aquellos que estamos destinados a amar… Esta Encíclica Social es un discernimiento desde la Iglesia sobre la situación concreta de este mundo que está en un cambio de época y que también está dentro de una difícil pandemia”.
A manera de analogía, Corral apunta: “El papa Francisco es aquel capellán del mundo que dialoga con todos, que es capaz de ver la realidad de todos y es capaz de orientar nuestro servicio al mundo de una manera realista y profunda. No se mete a la descripción de los asuntos, va a la definición de nuestras grandes tareas y de nuestras grandes necesidades”.
Eduardo Corral asegura que en una lectura desapasionada de la nueva encíclica puede notarse que muchos de los planteamientos ya habían sido abordados por el papa emérito Benedicto XVI en ‘Caritas in veritate’: “Él papa emérito dijo que necesitamos otro modelo de desarrollo. Un desarrollo humano, integral, solidario y sustentable. Porque este desarrollo basado sólo en cuestiones económicas no da”.
Sin embargo, la novedad en ‘Fratelli tutti’ es que el Papa pone en el centro la fraternidad humana. No es sólo el cuidado de la creación, ni la vigilancia del desarrollo: lo central es el cuidado de la persona: “Lo que nos está fallando en este momento histórico, es que el hombre no se está haciendo responsable de su hermano”, apunta Corral y explica: “Me parece, por tanto, que es normal que genere este ruido. Porque las palabras del Papa son fuertes y tocan el fondo de este asunto”.
Los críticos de la Encíclica, entre los que se encuentra el arzobispo Carlo María Viganó, aseguran que el texto está “inspirado en un vago deísmo y una filantropía que no tiene nada de católico”; pero para el sacerdote Corral, la Encíclica “recupera el centro de la vida cristiana. Como apunta san Pablo: entre la fe, la esperanza y la caridad, la más grande es la caridad. La caridad humana -el amor- está puesta en el centro de nuestra catolicidad”.
Además, la Encíclica de Francisco también recupera el otro término de catolicidad: la universalidad: “El papa no sólo ve hacia adentro de la Iglesia. No sólo necesitamos una Iglesia que salga, sino un mundo abierto. Mirar no sólo aquel que sale sino al depositario. Necesitamos preparar al mundo para que éste sea capaz de encuentro y de diálogo”, considera Eduardo Corral.
“Queremos platicar con todos, dialogar. Pero estamos preocupados de todos. No sólo de los nuestros, sino honestamente preocupados de la humanidad”.
Para el religioso, otro elemento importante de esta encíclica es la actitud solidaria para poder “darle vuelta” a esta realidad: “Esta realidad está trazada por la desigualdad, trazada por la ‘des-responsabilidad’ como yo lo llamo. Todo mundo se lava las manos y dice: ‘Esto es un problema del gobierno, de las empresas, etcétera’. Pero no, dice el Papa; en este tiempo tenemos que reconocer que el problema lo tenemos todos. Y lo que falla en el fondo es que no hemos abierto nuestro corazón para incorporar al otro dentro de nuestra lectura de nuestra realidad”.
Corral es categórico al señalar que es tiempo de hablar de las problemáticas sociales; y para ello, la encíclica ayuda a esclarecer dos extremos de la política contemporánea: “Por un lado, las democracias neoliberales que acentúan la libertad pero que generan proyectos desalmados… y, por otro lado, los populismos que quieren recuperar la igualdad y, al mismo tiempo en esa dinámica desalmada, atentan sobre todo contra las libertades individuales”.
“Podríamos decir que el Papa recoge esos dos extremos y los rechaza. Porque el problema no es la libertad ni la igualdad. Si estamos abrazando al hermano en la dinámica del amor y nos estamos preocupando honestamente por él, somos por tanto capaces de ver por su libertad y su igualdad. La fraternidad, el amor es lo que pone el espíritu para buscar la libertad y la igualdad”.
Para Corral, la denuncia que hace el papa Francisco a los populismos y a las democracias neoliberales son interesantes y provocan “urticarias” a los representantes de ambos extremos: “Pero alguien lo tenía que decir y el Papa comprende que la verdad nos hará libres”.