Nursultán, Kazajistán.- El papa Francisco concluyó su viaje apostólico a la gran nación de Asia Central con un reiterado y urgente llamado a la paz; el pontífice participó en la clausura del séptimo Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, donde los representantes de diversos credos hicieron un potente llamado a la paz en el mundo.
Tal como indicaba su agenda, el papa Francisco llegó a la Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la capital kazajja para reunirse con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y agentes pastorales de la nación. Kazajistán tiene una muy pequeña porción de católicos (menos del 1% de la población).
Debido a ello, la absoluta mayoría de los ministros y agentes católicos son originarios de otros países, misioneros en una palabra. A ellos les dijo: "La mayor parte de nosotros somos extranjeros; es verdad, porque ustedes provienen de lugares y países diferentes, sin embargo, la belleza de la Iglesia es esta, que somos una sola familia, en la cual nadie es extranjero".
Durante su discurso, el pontífice invitó a dar más espacio a los laicos y advirtió a los sacerdotes que deben ser "pastores cercanos al pueblo, no gendarmes preocupados por hacer cumplir las normas religiosas".
El pontífice escuchó sus experiencias y los exhortó a mirar con memoria agradecida a todos aquellos que desde los orígenes del cristianismo anunciaron el Evangelio en esas tierras y también les pidió estar abiertos como comunidad "a la novedad que Dios les reserva para el futuro".
"No nos cansemos de dar testimonio de la esencia de la salvación, de la novedad de Jesús, de la novedad que es Jesús. La fe no es una hermosa exposición de cosas del pasado —esto sería un museo―, sino un evento siempre actual, el encuentro con Cristo que tiene lugar en nuestra vida, aquí y ahora. Por eso no se comunica con la sola repetición de las cosas de siempre, sino transmitiendo la novedad del Evangelio. De este modo, la fe permanece viva y tiene futuro. Por eso me gusta decir que la fe se transmite en dialecto", dijo el Papa.
Uno de los temas esperados de su reflexión fue el de la cooperación, diálogo y relación con otras religiones; un asunto en el que parece tener distancias con el obispo local Atanasio Schneider.
El Papa insistió: "Necesitamos a los demás, incluso a los que profesan un credo diferente. Sólo juntos podemos hacer algo bueno".
Para Schneider, obispo auxiliar de Astana (hoy Nursultán), el Congreso de Líderes que se realiza desde hace 20 años en Kazajistán tiene un buen objetivo de promover el respeto mutuo y la comprensión en el mundo actual; sin embargo, también supone un peligro para la fe católica porque "podría dar la impresión de un supermercado de las religiones; y esto no es correcto, porque solo hay una religión verdadera, que es la católica, fundada por el propio Dios", ha declarado Schneider.
El obispo ha pedido informalmente al Vaticano que reconsidere su participación en este tipo de eventos en el futuro.
No obstante, el papa Francisco regresó al Palacio de la Independencia para participar de la clausura del séptimo Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. En nombre de los reunidos, la obispa anglicana, Joanne Bailey Wells, leyó la declaración conjunta de los representantes religiosos que se centró en promover la paz en la tierra.
"La Declaración de nuestro Congreso -leyó Bailey- afirma que el extremismo, el radicalismo, el terrorismo y cualquier otra incitación al odio, a la hostilidad, a la violencia y a la guerra, cualquier motivación u objetivo que se propongan, no tienen relación alguna con el auténtico espíritu religioso y han de ser rechazados con la más resuelta determinación; han de ser condenados, sin condiciones y sin peros".
En su discurso conclusivo, el Papa reiteró su llamado a la paz, abundó en la necesidad de "libertad religiosa" para que ésta "no sea solo un concepto abstracto, sino un derecho concreto" y pidió a todas las naciones "cuidar y escuchar las inquietudes de las nuevas generaciones".
Sin citar el conflicto actual entre Rusia y Ucrania, el pontífice exhortó a poner fin a la "locura insensata de la guerra" y pidió al resto de líderes relgiosos abandonar cualquier pensamiento de extremismo, radicalismo o nacionalismo alimentado de sacralidad pues "el terrorismo de matriz seudorreligiosa fomenta todavía hoy temores y preocupaciones en relación a la religión".
"La Declaración exhorta a los líderes mundiales a detener los conflictos y el derramamiento de sangre en todo lugar, y a abandonar retóricas agresivas y destructivas [... ] Les rogamos, en nombre de Dios y por el bien de la humanidad: ¡comprométanse en favor de la paz, no en favor de las armas! Sólo sirviendo a la paz, el nombre de ustedes será grande en la historia".
Finalmente, el Papa pidió a todas las religiones a implicar más a las mujeres en estas tareas: "Porque la mujer cuida y da vida al mundo, es camino hacia la paz. Por eso apoyamos la necesidad de proteger su dignidad, y de mejorar su estatus social como miembro de la familia y de la sociedad con los mismos derechos [...] También a las mujeres se les han de confiar roles y responsabilidades mayores. ¡Cuántas opciones que conllevan muerte se evitarían, si las mujeres estuvieran en el centro de las decisiones! Comprometámonos para que sean más respetadas, reconocidas e incluidas", concluyó. En la sala, sólo había ocho mujeres representando a más de 80 liderazgos religiosos.