Roma, Italia.- Con motivo de la fiesta de san Agustín de Hipona, el prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, Miguel Miró, hizo un llamado a las comunidades de la congregación a renovar la alegría la vocación y misión: "Agustín, padre, maestro y amigo, sigue caminando con nosotros. Desde su experiencia, nos acompaña en la búsqueda de la verdad, nos invita a volver al corazón y nos inspira para crear hoy nuevas redes de amistad, paz y solidaridad".
Miró centró su mensaje en el llamado a la juventud agustina recoleta y a los formadores de las nuevas generaciones: "El sueño de tener una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios es inquietud, es oración y es el deseo que sentimos en el fondo del corazón los jóvenes, los mayores y los ancianos de toda la Familia Agustino Recoleta".
Miró dedicó su mensaje a las Juventudes Agustino Recoletas (JAR) que cumplen 25 años: "Nuestras comunidades, nuestras fraternidades y nuestras comunidades de jóvenes JAR, necesitan hoy soñar y vivir con alegría su vocación y su misión. La alegría del Evangelio brota en el corazón de aquel y de aquella que se encuentran con Jesús o se dejan encontrar por él. Podemos oír su voz al escuchar la Palabra, en la comunidad, en la Familia, en la fiesta y en el dolor. Le escuchamos al servir a los demás, en el clamor de los pobres y en el silencio de la Creación. Jesús nos manifiesta siempre el amor del Padre y nos infunde su Espíritu para que haya fuego, luz y vida en nuestro corazón".
El prior general destacó que la celebración de este aniversario "es una buena oportunidad para dar gracias a Dios por tantos jóvenes que, a lo largo de estos 25 años, se han sentido llamados y han decidido vivir su vida cristiana unidos por lazos de amistad y fraternidad al estilo de Agustín. Éste era buen amigo de sus amigos, y junto a Alipio y Posidio buscaba la Verdad. En ellos tendrán siempre las JAR un referente de verdadera amistad".
Finalmente, Miguel Miró exhortó a las comunidades a seguir contagiando fe y esperanza: "Vivimos tiempos complejos por la pandemia del COVID-19 y por sus efectos en las personas y en la sociedad. En unos países sigue el confinamiento, en otros se inició la 'normalidad', pero se teme o se vive ya el rebrote de nuevos casos. La pandemia nos hace sentir pobres ante Dios, pone de manifiesto nuestra fragilidad y la vulnerabilidad de nuestro mundo. Reconozcamos a Cristo en la cruz de los que sufren el contagio y en la cruz de los que sufren la pobreza. Confiemos en la providencia del Señor y elevemos nuestra oración por las víctimas, por sus familiares y por el personal sanitario. Con humildad y sencillez demos razón de nuestra esperanza y seamos solidarios con todos aquellos que sufren y pasan necesidad".