Estaba avalado. Lo confirmaba el portal Booklist. No podía fallar. “Un canto de amor a París, al poder de los libros y a la fuerza de la amistad”, decía claramente. Y salí con él de la librería con la consigna de leerlo cuanto antes y demostrar que Booklist no tenía razón.
Había polemizado con una amiga que no quiere que ponga su nombre aquí en estas historias por temor a quedar para siempre marcada en la historia, según me dijo aquella tarde en que dos tazas de café nos dividían además de una fuerte polémica sobre qué tres libros deberíamos tener en una isla desierta. Ya saben, polémicas que nunca se resuelven pero sí pueden llevar a la división vitalicia.
¿La Biblia, sí o no? ¿El Quijote? Yo incluí Donde el corazón te lleve… y allí comenzó la discusión sin fin. Di mis pros y mis contras. Ella sucumbió ante mis síes y pronunció fuertes y contundentes noes. Refuté. Contrarrefutó. Cuando íbamos a la quinta contracontracontrarrefutación vino el mesero a ofrecernos más café con lo que quedó pendiente la discusión. La innombrable incluyó a Paulo Coelho… con un fuerte golpe en la mesa decidí dar por terminada la lista porque no me podía rebajar a incluir a este último escritor mientras me soñaba debajo de la palmera observando firmemente el horizonte con una pequeña brisa del poniente mientras leía y releía las cartas de la abuela a su nieta y me llenaba de júbilo con el empuje evangelizador de Pablo por todo el Mediterráneo.
No quise vino ni panes de masa madre ni el yogur griego que está de perlas. Pagué y malhumorado me despedí cortésmente. Coelho, apenas se puede creer… qué bajo hemos caído… mañana me dirá que Jordi Rosado…
Para restañar heridas, a la semana siguiente la amiga sin nombre me invitó a la librería para seleccionar un regalo. Al final salí con La biblioteca de París, de Janet Skeslien Charles, porque me dijo que Booklist nunca falla, y que éste estaba seleccionado como “un canto de amor a París, al poder de los libros y a la fuerza de la amistad”.
Heme allí en la encrucijada maldita de leer un libro por encargo y no por el benigno y esplendoroso placer libre de preferir el que uno elija… o el embrujo maravilloso cuando el libro lo escoge a uno.
La biblioteca de París es la historia de Odile, amante de los libros, que es contratada a inicios de 1939 en la Biblioteca Americana en París. Odile se siente en un mundo en que siempre soñó. “Al aspirar el mejor aroma del mundo, una mezcla de olor musgoso de los libros viejos y el de las páginas de periódicos recién impresas, tuve la sensación de que me encontraba en casa”. Debió ser una densa sensación.
Los primeros meses de Odile en la biblioteca son de conocimiento y de ensueño. Por esos pasillos circularon no solo personas que deseaban encontrar en los libros una linda historia, sino también grandes autores, de esos que al escribir no solo dejan bellas frases sino la vida misma.
Pero la guerra todo lo cambia. Y más cuando la guerra es mundial y llega hasta París. En medio de la crisis bélica, queda la encrucijada de cuán conveniente es que la biblioteca se cierre o siga abierta, si cuidar todos y cada una de los libros o es mejor escapar para salvar la vida misma.
Odile opta por dejar abierta la puerta al mundo que ofrece la biblioteca, una puerta que puede llegar al entendimiento frente a la puerta de la barbarie de la guerra y de la incomprensión del poderoso.
Pero al dejar la puerta abierta, cabe la pregunta: ¿Quién debe ingresar? ¿Los de un solo bando, el mío o el contrario? ¿Solo los de aquí? ¿O también los otros?
Ante todas estas interrogantes Odile decide escribir un texto que sale de su interior y del porqué tomó sus decisiones. Un texto cargado de pasión por los libros y por hacer que su contenido llegue a todo el mundo, aún en medio de la guerra y un mensaje de amor por el poder de los libros.
Cuarenta años más tarde, Lily rescata el texto y entonces se recupera el mensaje auténtico de la biblioteca de París en un período de guerra y guerra mundial.
Al terminar el encargo de la amiga que hizo que el café me supiera amargo, me asaltó la duda. ¿Es este texto de la Charles un canto de amor a París, al poder de los libros y a la fuerza de la amistad como lo dice, afirma y confirma Booklist?
Tenía enfrente a la amiga insonora. Yo, con la mano vendada, y sin querer soltar palabra. Ella, en espera de la respuesta de mi duda y su duda.
“Olvídate de las listas, déjate de pronto llevar por el canto interior cuando veas un libro, deja que el libro te elija, cierra los ojos y espera una respuesta, visualízate sentada en la isla desierta, con un coco en la mano y observando el ir y venir de las olas y tú sosteniendo tu libro y leer las tres letras finales: fin…"
He de decir que toda esta historia la hice pensando en Pablo Aarón Martínez, el diácono fallecido por un accidente en Nuevo Casas Grandes. Apasionado de Cristo y de los libros. Comencé tratándolo a través de Khaled Hosseini y nuestra última plática fue por Temporada de huracanes. Estoy seguro que ahora estará leyendo los mejores libros y disfrutándolos al lado de los Grandes. Sígueme recomendándome los mejores. Cuando tome un libro, cierre los ojos y vea tu amplia sonrisa será porque he tomado el adecuado. Guiño para Pablo.
Nos leemos la próxima. ¡Hay vida!