Soy aficionado al Twitter. Ingresé por recomendación de un buen amigo. Aunque tardé para entenderle, pero cuando medio lo logré supe de la importancia que tenía. Cierto es que en los últimos años se ha convertido en un escenario lleno de furia y descargas de odio, pero yo siempre he hallado la manera en que pueda encontrar muchos de los beneficios que allí hay.
Sigo llamándolo Twitter, porque su nuevo nombre lo hallo muy equis. Ya lo he dicho aquí mismo.
Hace unos pocos años, por pandemia, comencé a seguir a varios escritores, editores y gente del mundo editorial. Me llenaban de entusiasmo sus mensajes y comentarios, sus reseñas y recomendaciones de la literatura. Pedía opiniones y me respondían dos que tres. Así, comencé a dialogar con algunos.
Uno de ellos, Rafa Mier, se convirtió de pronto en un amigo digital. Nos invitamos mutuamente a la Feria Internacional del Libro de 2021. Allí nos conocimos. Me acerqué a su libro Hombres rotos. En medio de tanta gente, pudimos dialogar sobre proyectos, letras, recomendaciones, novedades, autores… Hubo tiempo de que me presentara a la gran Ligia Urruz, a quien conocí en el lobby del hotel ante de volver a la Ciudad de México.
Nos seguimos tratando en el mundo digital. Hace poco más de un año, Rafa Mier vino a Chihuahua a presentar un libro de cuentos de la editorial que dirige a una librería de cuyo nombre y dueño no quiero acordarme. No pude asistir por ser la graduación de los seminaristas de filosofía y teología en el Seminario en donde laboro.
Pero hubo oportunidad al día siguiente de darle un tour rápido por Chihuahua capital. Probó los sabrosos burritos de Villa Ahumada. No pudimos conocer el centro histórico porque cayó inusualmente un gran chubasco.
Nos volvimos a ver en la FIL de este año. Le presenté a Alicia, heredera de mis libros. Y pude conocer su nueva obra. El camino soñado.
Es una novela muy fácil de digerir. Se va contando la historia, con ciertos vuelcos en el tiempo, siguiendo una cierta línea cronológica. No es un libro con moralismos ni pretende presentar modelos a seguir en los personajes que aparecen. Es una novela realista, en un sentido pleno y directo.
Cuenta la vida de Rodrigo, un joven que no sabe qué hacer con su vida y cree encontrar señales que vive y las convierte como llamada de un sueño que pretende realizar.
Hay un capítulo que Rafa desvela, pero no sigue en el texto. Quizá sea una causa de lo que acontece años después, pero el autor no lo sugiere. El papá de Rodrigo hizo su dinero por medio de la corrupción y el engaño. Durante los años en que se desarrolla la novela y la vida de Rodrigo se conoce un poco cómo la familia de Rodrigo no logra la unidad y se portan como soberbios con el dinero que tienen y “disfrutan”. Rodrigo es diferente, ni le importa ni su deseo es el dinero.
Pero tampoco sabe qué puede llenar su vida. Estudia mercadotecnia en una escuela privada cara, pero sin saber si es lo que espera de su vida profesional. Deja su trabajo como diseñador de una página digital de un periódico importante. Interviene en campañas políticas, en la que sufre un engaño fenomenal de su amigo más importante. Se pelea con su familia y decide ya no contar con ella.
Al creer encontrar a la chica ideal, se descubre como falto de alternativas para su futuro. Ella, una abogada con un presente exitoso y un futuro mejor; él, sin trabajo y sin presente. Ella, con fuerza en su conciencia; él, con la inconciencia de no saber ni dónde está parado. Ella, con el control de su propia vida; él, con el descontrol de lo que le queda de su vida.
Ante esta situación, descubre una señal. Será fotógrafo… Las vicisitudes no terminan allí. Tienen que pasar tragedias para darse cuenta de la realidad.
Perseguir un sueño no es un idilio ni tampoco la vida se resuelve con los sueños. Quizá sea el mensaje de la novela de Rafa Mier. Los sueños no comienzan cuando se sueñan ni terminan cuando se hace conciencia de que los sueños allí están.
Las señales nos pueden indicar ciertos vuelcos y mostrarnos límites a los senderos que estamos recorriendo.
Pero los sueños y los señales hay que trabajarlos, hay que ponerle esfuerzo, cerebro y acción para que se vayan cumpliendo. Los sueños hay que realizarlos con faena cotidiana y no sólo con sueños.
Me parece que El camino soñado no es una novela con desesperanza. Sí, con realismo. Rodrigo puede ser cualquier de nosotros. Habrá que cuidarse de no caer como Rodrigo.
Rafa Mier es un buen amigo. Cada semana nos escribimos para hacer comentarios sobre lecturas y autores. Hay tiempo para reírnos de mis historias y de mis ocurrencias. Habrá tiempo para charlar sobre El camino soñado, sobre la novela y sobre nuestros sueños que estamos trabajando en la faena diaria.
¡Es tiempo de Navidad! Hay que darnos espacio para los nuestros, para empatar corazones y equilibrar vidas. Es tiempo de acercarnos a las personas. Si quedan horas, también para la lectura.
Los dejaré descansar por dos semanas. Nos veremos en enero, con el corazón engrandecido porque un niño nos ha nacido.
Nos leemos la próxima. ¡Hay vida! ¡Feliz Navidad! ¡Que 2026 sea un buen año para todos!

