Ciudad del Vaticano.- Frente a la celebración de la Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad, los dicasterios vaticanos presentaron su instrumento de trabajo para la reunión que se realizará del 4 al 29 de octubre próximos. Se trata, dicen de un documento "de toda la Iglesia, no escrito en el escritorio, sino en el que todos son coautores, cada uno por la parte que está llamado a desempeñar en la Iglesia".
En conferencia de prensa, el cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, y el cardenal Mario Grech, secretario general de la Secretaría General del Sínodo, presentaron el Instrumentum Laboris (IL) de la primera sesión de la Asamblea sobre el tema: "Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión".
Los cardenales afirman que el texto "no da respuestas, sino que se limita a plantear preguntas". Por lo tanto, serán los obispos reunidos en asamblea quienes realizarán "el discernimiento iniciado en el proceso del sínodo mundial e intentarán dar respuestas".
"No tendremos que encontrar todas las respuestas... una Iglesia verdaderamente sinodal podrá responder a muchas de las preguntas del hombre de hoy".
La metodología de la Asamblea de octubre próximo confiesan que está en continuidad con la de las últimas Asambleas pero que cuenta con algunas variaciones: "En parte debido al aumento del número de miembros de la Asamblea. Habrá unos 20 obispos más que en la última Asamblea General Ordinaria, en 2018, dado el crecimiento del número de obispos en todo el mundo. Y aumentará el número de no obispos, tras la ampliación participativa aprobada por el papa Francisco en abril".
En total, habrá unos 370 miembros de la Asamblea, excluyendo a los expertos, mientras que en 2018 hubo 267 padres sinodales, más unos 50 auditores.
Entrevistado en el contexto de la presentación del instrumento, el cardenal arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, reiteró la necesidad de encontrar un nuevo lenguaje para hablar de Dios a las personas concretas de nuestro tiempo. Reflexionó sobre la dinámica de los abusos en la Iglesia y cómo disminuir la extensión de este flagelo; además habló sobre aspectos concretos de la actitud sinodal y apuntó que las mujeres deben participar plenamente en la vida de la Iglesia.
Cuestionado entorno al lenguaje divisivo que se percibe en la sociedad contemporánea e incluso dentro de la Iglesia católica, el purpurado admitió: "El lenguaje es el del pueblo. No somos responsables de hacer teología. La teología es necesaria y necesitamos muchas teologías – lo digo en plural – sinodales. Pero no es tarea nuestra, es tarea de las universidades, de los seminarios, de los teólogos".
“Debemos encontrar un nuevo lenguaje para hablar de Dios a las personas concretas de nuestro tiempo y de todos los continentes”, afirmó.
Sobre la inclusión plena de las mujeres en las dinámicas eclesiales y eclesiásticas, el cardenal respondió: "Creo que es normal que haya mujeres. Igual que el Bautismo es nuestro sacramento fundamental, la dignidad del Bautismo creo que es la misma para las mujeres que para los hombres. Tenemos que hablar de las mujeres. No creo que tengamos que hablar del sacerdocio de las mujeres, sino de la dignidad de las mujeres y de cómo las mujeres pueden participar plenamente en la vida de la Iglesia corresponsable. Porque ellas no están para hacer el café al párroco, para esos servicios menores que todo el mundo está llamado a hacer; incluso los párrocos y los cardenales pueden hacer café".
"Escuchar lo que las mujeres tienen que decir a la Iglesia es fundamental. Afortunadamente, vivimos en una sociedad en la que la dignidad de la mujer se considera muy alta".
"En la Iglesia tenemos a María Magdalena, apóstol de los apóstoles. Ahora estoy leyendo un libro sobre las mujeres en la Edad Media. Este libro es muy inteligente porque muestra que las mujeres tenían tareas muy fuertes en la Edad Media y que poco a poco, con los hombres que escribieron la historia, fueron olvidadas".
Finalmente, respecto al flagelo de los abusos sexuales contra menores y personas vulnerables cometidos por parte de clérigos y ministros, el cardenal confesó: "Es algo que duele. Cuando leo sobre abusos, cuando me encuentro con víctimas, a veces lloro con las víctimas. En esos momentos la Iglesia está tan lejos de Jesús. Es una cuestión de poder, sexo y poder juntos. Si la Iglesia es sinodal creo que los abusos se notarán mucho más rápido, será difícil ocultar algo".
El relator del Sínodo admitió que en la Iglesia más clerical "la gente no se atreve a enfrentarse a la jerarquía, pero no enfrentarse a la jerarquía significa encubrir el pecado y hacer daño a las víctimas".
Insistió en que las víctimas deben ser siempre la primera preocupación de la Iglesia; pues, aunque "en una Iglesia sinodal siempre habrá abusos... el número será mucho menor porque en una Iglesia sinodal hay cierta transparencia, se ve lo que se hace".