Cuautitlán Izcalli, Edomex.- Diez compromisos pastorales con actores, emergencias y destinatarios sociales fueron la parte central de las conclusiones alcanzadas en la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe realizada en México, con la participación de mil asambleístas provenientes de las 22 conferencias episcopales latinoamericanas y con aportaciones de más de 70 mil miembros de la Iglesia católica en el continente.
A través de un comunicado, la Asamblea confirmó el deseo de 'reavivar el espíritu' misionero y discipular de la Iglesia latinoamericana: "Nos comprometido en un camino de conversión decididamente misionero, para someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de la vida. Propósito en el que avanzamos y que requiere de mayor responsabilidad pastoral. Sueño profético al que el Señor hoy nos confirma y anima a vivir caminando juntos, guiados por su Espíritu".
Obispos, religiosas, sacerdotes y laicos expresaron que esta inédita asamblea es una experiencia de 'verdadera sinodalidad... en la escucha mutua y en el discernimiento comunitario de lo que el Espíritu quiere decir a su Iglesia".
"Hemos caminado juntos reconociendo nuestra poliédrica diversidad, pero sobre todo aquello que nos une, y en el diálogo nuestro corazón de discípulos se ha vuelto hacia las realidades que vive el continente, en sus dolores y esperanzas".
Antes de enumerar los diez compromisos, las voces de la Iglesia latinoamericana insisten en denunciar "el dolor de los más pobres y vulnerables que sufren el flagelo de la miseria y las injusticias".
En su declaración confirman: "Nos duele el grito de la destrucción de la casa común y la cultura del descarte que afecta sobre todo a las mujeres, los migrantes y refugiados, los ancianos, los pueblos originarios y afrodescendientes. Nos duele el impacto y las consecuencias de la pandemia que incrementa más las desigualdades sociales, comprometiendo incluso la seguridad alimentaria de gran parte de nuestra población. Duele el clamor de los que sufren a causa del clericalismo y el autoritarismo en las relaciones, que lleva a la exclusión de los laicos, de manera especial a las mujeres en las instancias de discernimiento y toma de decisiones sobre la misión de la Iglesia, constituyendo un gran obstáculo para la sinodalidad. Nos preocupa también la falta de profetismo y la solidaridad efectiva con los más pobres y vulnerables".
Ante estas complejas relidades, la Iglesia latinoamericana y del Caribe se compromete a atender diez desafíos que son, al mismo tiempo, urgencias que el discernimiento les ha reveleado:
- Trabajar por un renovado encuentro de todos con Jesucristo encarnado en la realidad del continente;
- Acompañar y promover el protagonismo de los jóvenes;
- Dar adecuada atención a las víctimas de los abusos ocurridos en contextos eclesiales y comprometernos a la prevención;
- Promover la participación activa de las mujeres en los ministerios y en los espacios de discernimiento y decisión eclesial;
- Promover la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural;
- Dar formación en la sinodalidad para erradicar el clericalismo;
- Promover la participación de los laicos en espacios de transformación cultural, política, social y eclesial;
- Fomentar la escucha y el acompañamiento del clamor de los pobres, excluidos y descartados.
- Renovar la renovación de los programas de formación en los seminarios para que asuman la ecología integral, el valor de los pueblos originarios, la inculturación e interculturalidad, y el pensamiento social de la Iglesia como temas necesarios, y
- Fomentar todo aquello que contribuya a la adecuada formación en la sinodalidad.
La Asamblea, aseguran, también fue un momento para "renovar a la luz de la Palabra de Dios y el Vaticano II nuestro concepto y experiencia de Pueblo de Dios; reafirmar y dar prioridad a la vivencia de los sueños de Querida Amazonía; y acompañar a los pueblos originarios y afrodescendientes en la defensa de la vida, tierra y sus culturas".