Tepic, Nayarit.- El obispo Engelberto Polino Sánchez asumió formalmente su ministerio pastoral como noveno titular diocesano en Tepic, en una ceremonia atendida por millares de fieles católicos y a la que participaron, además del nuncio apostólico en México, Joseph Spiteri, los cardenales Francisco Robles, arzobispo de Guadalajara, y Carlos Aguiar, arzobispo de México y oriundo del lugar, junto a una veintena de obispos mexicanos.
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Polino Sánchez, quien se desempeñaba como obispo auxiliar de Guadalajara desde 2018, ofreció su primer mensaje oficial como responsable diocesano de Tepic y destacó su visión pastoral centrada en el servicio y la escucha. Ante autoridades eclesiásticas y civiles, el nuevo obispo definió el perfil de su episcopado para los próximos 15 años.
Antes de tomar posesión, el nuevo obispo fue recibido por el pueblo de Tepic y por la presidenta municipal local, Geraldine Ponce, quien le deseó éxito en su nueva encomienda pastoral. La alcaldesa expresó su disposición para trabajar de manera conjunta con la Diócesis de Tepic, fortaleciendo el tejido social y los valores. De hecho, la política acompañó durante la recepción popular a pie de calle a los obispos hasta la Catedral de Tepic, donde se llevó a cabo el protocolo religioso de profesión de fe y juramento de fidelidad al Santo Padre.
"He escuchado a los pontífices recientes, he escuchado a la gente. Yo mismo he descubierto que nos urge una Iglesia sencilla, una Iglesia cercana, una Iglesia servidora, misericordiosa, unida, amable", declaró Polino Sánchez en su mensaje como obispo diocesano.
El nuevo pastor hizo un diagnóstico contundente: "Descubro también que nos urge una Iglesia que hable menos y que escuche más. Una Iglesia comprometida con los que sufren. Una Iglesia comprometida con la paz. Una Iglesia misionera y evangelizadora. Una Iglesia compasiva que acompañe a los que sufren".
La misa de toma de posesión canónica, celebrada en el Metrodomo del Parque Metropolitano, contó con la presencia del nuncio Spiteri, representante del papa León XIV en México.
Durante la homilía, Spiteri delineó los desafíos que enfrenta la nueva administración diocesana. Describió a Tepic como una "sociedad que sufre el acoso de la criminalidad, de la corrupción, de la indiferencia".
Dirigiéndose a los sacerdotes, exigió "un testimonio de comunión" y advirtió contra la "contradicción existencial" entre la liturgia y las relaciones humanas.
El Nuncio enfatizó la necesidad de transparencia en la Iglesia mexicana: "Esta unidad debe ser visible en cada acción pastoral que realicemos con transparencia en nuestras acciones. Y en la rendición de cuentas de la administración de los bienes que no son nuestros sino de la Iglesia de cada comunidad de fe".
El pasaje del Evangelio seleccionado para la ceremonia estableció el marco teológico que el nuevo episcopado pretende en Tepic. El Evangelio relató el pasaje del Lavatorio de Pies, donde Jesús lava los pies a sus discípulos y, a partir de ese acontecimiento, permitió al obispo Engelberto abordar el sentido de su reclamo de una Iglesia servidora.
En el acto protocolario previo a la Misa, el canciller diocesano leyó la bula pontificia, el documento de nombramiento firmado por el papa León XIV, en el que se detalla el nombramiento del obispo Polino Sánchez y la aceptación de la renuncia del obispo saliente, Luis Artemio Flores Calzada.
Precisamente, un momento simbólico y significativo de esta transferencia de autoridad ocurrió cuando el obispo saliente entregó el báculo pastoral a Engelberto Polino, quien ocupó la cátedra episcopal. Representantes del clero, religiosas, seminaristas y laicos manifestaron entonces su obediencia al nuevo pastor.
Polino Sánchez concluyó su mensaje con una invitación a la unidad diocesana: "Hermanos de la diócesis de Tepic, les invito a que soñemos juntos, que trabajemos unidos, que la Santísima Virgen, Nuestra Señora de Talpa, mujer humilde, la evangelizadora que corre presurosa a servir, nos inspire y acompañe".
La ceremonia, que inició a las doce del día y concluyó cerca de las dos de la tarde, estableció las bases para un episcopado marcado por el servicio, la transparencia y la atención a los problemas sociales de la región, en respuesta a las exigencias planteadas tanto por el Nuncio Apostólico como por la realidad local.

