Texcoco, Estado de México.- Recibido por las autoridades civiles frente al atrio de la Catedral de la Inmaculada Concepción de María en el ancestral conjunto conventual texcocano erigido por misioneros franciscanos, el obispo Carlos Enrique Samaniego López dio inicio a su ministerio como quinto pastor de Texcoco y, al finalizar todos los actos, prometió a los representantes políticos “trabajar unidos siempre”.

Samaniego realizó los actos protocolares de profesión de fe y juramento de fidelidad ante el nuncio apostólico en México, Joseph Spiteri; el arzobispo metropolitano de Tlalnepantla, Antonio Fernández (provincia eclesiástica a la que pertenece Texcoco); el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Ramón Castro Castro; y el cardenal arzobispo de México, Carlos Aguiar Retes, previo a asumir plenamente en una Celebración Eucarística el inicio de su ministerio como quinto obispo de Texcoco.
En su llegada a su nueva diócesis, el obispo Samaniego estuvo acompañado por el cardenal Aguiar Retes y el obispo emérito de Texcoco, Juan Manuel Mancilla. Los tres saludaron e intercambiaron a pie de plaza comentarios de mutua felicitación con la gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez Álvarez, y con su equipo de trabajo.

Tras los actos en la catedral, el obispo se dirigió al recinto de la Feria del Caballo donde se realizó la ceremonia eucarística nutrida de la presencia de un gran número de obispos de México, los cuales asisten desde diferentes partes del país para participar de la 119 Asamblea Plenaria del Episcopado que se realiza en territorio mexiquense.
Al inicio de la celebración, el obispo emérito de Texcoco recibió a su sucesor como “el ángel del Señor” y, en sintonía, con las comunidades indígenas y la historia del rey Nezahualcóyotl, reconoció que el pueblo le tenía “un trono para quien los dirige” pero que la belleza del lugar le haría llenarse de la cultura local.
Por ello, dijo Mancilla recogiendo la visión del líder indígena texcocano: “Soñó que su pueblo tuviera rostro y corazón… por eso debe caminar usted con el pueblo, nunca contra el pueblo”. Concluyó con el compromiso de la grey local: “Vamos por un Texcoco, más sabio, más santo y más solidario, misericordioso” y le pidió al nuevo obispo “entrar en sintonía con ese pueblo”.

Después de la liturgia de la palabra, el cardenal Aguiar predicó la homilía de la ceremonia reconociendo que la misión del obispo es acompañar al rebaño pues “el pastor tiene que ir atrás para recoger a las ovejas descarriadas… por eso estamos aquí, para ser buenos discípulos de Jesús”.
Al final de la celebración, el obispo Samaniego dio su primer mensaje oficial como quinto pastor de Texcoco y agradeció especialmente a la gobernadora Delfina Gómez; al secretario de gobierno, Horacio Duarte y a las autoridades de los nueve municipios del Estado de México que integran la diócesis:
“A toda la clase política presente, muchas gracias por esta acogida que ya me dieron en esta mañana… son muchos temas comunes que nos unen a la Iglesia con las autoridades civiles en cuando buscamos el bien común basado en la dignidad de la persona”.

Y dijo a los funcionarios públicos: “Trabajaremos unidos siempre; desde estos principios a favor de la paz, la educación, la salud y todo que promueva el desarrollo del ser humano, sobre todo a favor de los más vulnerables”.
A los ministros y fieles de la Iglesia local les expresó: “Soy su obispo, suyo por tanto y totalmente a su servicio. De ahora en adelante tienen una nueva propiedad, un nuevo corazón al que tienen derecho de acudir, una nueva alma que por entero quiere amar a Dios sobre todas las cosas a través del corazón de cada texcocano”.
Finalmente, en reconocimiento a sus primeros años como obispo en la Arquidiócesis de México, agradeció la presencia de la Virgen de Guadalupe en su ministerio y externó su devoción: “¡Ay Morena! ¡Morenita mía, no te olvidaré!”

