Puerto Escondido, Oaxaca.- Tras el impacto del huracán Ágatha en las costas de Oaxaca, el obispo de Puerto Escondido -una de las regiones más afectadas por el meteoro- ha convocado a la sociedad mexicana y a la Iglesia a apoyar a las comunidades en la emergencia y la reconstrucción de los hogares destruidos.
El obispo Florencio Armando Colín Cruz manifestó preocupación por las noticias recibidas de los municipios de Santo Domingo de Morelos, Santa María Tonameca, San Pedro Pochutla, Santa María Huatulco, San Mateo Piñas, Pluma Hidalgo y Candelaria Loxicha; pero tno ambién ha dejado de alertar por el auxilio a localidades donde aún no se ha podido establecer comunicación "se perdió toda posibilidad de comunicación en muchos lugares: sin internet, sin señal telefónica, obstrucción de vías de comunicación y suspensión de casi todos los servicios". Y agregó: "Es muy importante [como sacerdotes] pedir ayuda para que las comunidades incomunicadas tengan lo necesario para reconstruir, de manera sencilla, sus viviendas y, sobre todo, que no les falte qué comer".
Al respecto, durante una misa celebada el 1 de junio, el obispo relató una historia personal: "Recuerdo que en 1963, mi familia y yo vivimos la experiencia de un huracán cuando residíamos en Veracruz. Mi papá decidió que nos quedáramos en en la colonia; había construido nuestra casita de madera y, durante la noche, se oía el viento. A la mañana siguiente, todo estaba devastado. Se escuchaba que llevaban alimentos, víveres y auxilio a los pueblos por parte del gobierno; pero a nosotros nunca nos llegó nada, ni siquiera se fijaron en nuestro pueblo. Nadie se fijó en nosotros que éramos unos 500 pobladores. Nos quedamos allí, sin nada, y las consecuencias fueron muy duras: se cortaron los caminos, quedó mucha maleza y animales muertos tras el huracán y días después permanecía el olor fétido, las aguas quedaron contaminadas y no era posible conseguir víveres. Mi mamá tenía pollos y, en esos días que no tuvimos auxilio, nos los acabamos. La situación se complica sobre todo después del fenómeno".
Por ello, desde su experiencia, el obispo ha convocado a la Iglesia católica a organizarse para apoyar en el acercamiento de recursos a las comunidades más aisladas: "Nos vamos a organizar para ver cómo recibimos los auxilios para nuestros hermanos e ir a estas comunidades. Sabemos que la primera responsabilidad es del gobierno federal, ellos tienen recursos; pero nosotros también tenemos que estar vigilantes, de que esos recursos bajen a donde se necesita".
Colín también invitó a todos los fieles cristianos a orar por el retorno de la paz en la región azotada por Ágatha: "En mi corazón de pastor hay preocupación por el dolor y desesperación de decenas de familias que han perdido su patrimonio... agradezco al Ejército y los de protección civil que han trabajado por el pueblo buscando el bien de las comunidades ante estos fenómenos naturales".
Y reiteró: "Esta es la hora en que el Señor nos convoca a ser cristianos para ir al servicio del hermano que nos necesita en estos momentos. Es la hora de la Iglesia para hacer arder la caridad entre todos sus miembros, para extender nuestras manos ayudando, para saber acompañar los difíciles caminos que han quedado en la vida de muchos y para ser como lámparas encendidas en medio de la tormenta".
El obispo concluyó su reflexión homilética insistiendo su llamado a los sacerdotes y párrocos para "ver dónde podemos poner los recursos que manden las instituciones"; en concreto atender "la difícil cuestión de víveres que se puedan traer... tenemos que pensar miy bien para pensarle para que los recursos lleguen de manera ágil a los hermanos que viven estas situaciones dolorosas: víveres, ropa, limpieza, aseo; es decir, contrarrestar la inmediatez. También viene el apoyo para reconstruir viviendas, las que se perdieron de láminas o cartón. Tenemos que irlo viendo para poder apoyar a nuestros hermanos".
De acuerdo con las autoridades de Oaxaca, el huracán Ágatha dejó un saldo preliminar de once muertes y 33 desaparecidos, además de dejar serios daños en la infraestructura carretera y la suspensión de operaciones aeroportuarias en Puerto Escondido. Provocó además el desplazamiento de cientos de damnificados a los albergues habilitados, especialmente de las comunidades de San Pedro Pochutla mientras las fuerzas armadas continuaban con la localización de personas desaparecidas.