Add one

I Iglesia México

Dos posadas de María

Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 

Cada año, en estas épocas, al cantar la letanía es inevitable no trasladarse a la noche fría, sola, desconsolada de María y de José, buscando un lugar para que ocurriera el parto y a la negativa para ayudarles de los que contestaban detrás de la puerta, sin saber que en pocas horas nacería nada más ni nada menos que el hijo de DIOS: el niñito Jesús, que nació pobre y perseguido.

María, en sus últimas horas de embarazo, quería reposar, descansar y finalmente dar a luz; quería una posada calientita para su bebé. Los cristianos cada año recordamos las circunstancias del Nacimiento de Jesús y con ello, la valentía, el amor y la paciencia de María.

Si María pidiera posada hoy, ¿encontraría un lugar para la llegada de Jesús?

Hoy, en pleno siglo 21, hay posadas en las que María está presente, ella nuestra madre, las vela y las protege. Ella a través de religiosas, da cobijo a quienes están por llegar perseguidos, pobres y con dolor. Estas posadas son atendidas por mujeres que siguieron su ejemplo y que amparadas bajo su manto, se dedican a dar abrigo aquellos, que como María, José y el niño por nacer, se encuentran en alguna dificultad.

Empatía entre el sufrimiento

Ella es la hermana Mariluz Roa, es mexicana, clarisa, su misión la llevó a vivir a Sierra Leona en África. Su posada ha tenido emergencias muy graves como acompañar, consular y asistir médicamente a la comunidad durante la epidemia del Ébola que mató a miles de personas entre el 2014 y el 2015. Esta misionera y su congregación, atendieron dentro de su hospital a los infectados y debido a ello, enfrentaron la muerte de 12 de sus colaboradores, entre ellos un doctor, que no importando los riesgos del contagio, procuraron asistencia médica a los pacientes diagnosticados.

Hna. Mariluz Roa, abrazar a los enfermos (Foto: ACN)
Hna. Mariluz Roa, abrazar a los enfermos (Foto: ACN)

Desde el 2016, Sierra Leona fue declarada libre de Ébola, las condiciones de la población después de la epidemia fueron desgarradoras, se tuvo que afrontar la perdida de los seres queridos, y se contó con el consuelo de las clarisas.

“En medio de tanto dolor, de personas que quedaron solas porque el Ébola mató a toda su familia, lo único que nos quedó fue consolar en silencio, abrazando y siendo empáticas con el sufrimiento”, dice la hermana Mariluz, con una mirada tan dulce pero a la vez tan fuerte.

Luego de la devastación del Ébola, en la posada de la hermana Mariluz ahora se capacitan a mujeres prostitutas en oficios para que puedan tener un ingreso digno y dejar de vivir de vender su cuerpo. Mariluz Roa, religiosa mexicana,  tiene una posada calientita para María.

Ofrendar una mano de esperanza

Su nombre es Margarita Rodríguez, es religiosa claretiana, lleva 25 años en una de las colonias más peligrosas de La Ceiba, Honduras. Su posada es un refugio para los jóvenes, está inmensa entre las viviendas de la zona en donde existen familias integrantes de los Maras y de otros grupos que a menudo entran en conflicto. Esta religiosa se encarga de la educación, otorga clases de secundaria, prepa abierta, talleres de computación y secretariado. Comenta que hay días sumamente difíciles porque los jóvenes llegan a la posada con muchos conflictos familiares y sociales, las relaciones son complicadas, hay trato entre jóvenes de un grupo y otro que suelen chocar, pero en el reglamento está prohibida la manifestación de cualquier violencia física y verbal.

Hna. Margarita Rodríguez atiende realidad social en Honduras
Hna. Margarita Rodríguez atiende realidad social en Honduras

 

Honduras es un país pobre y expulsor de migrantes debido a las pocas expectativas de vida que hay para vivir en él, a pesar de ello hay alumnos que terminan su preparación,  salen a solicitar un empleo y lo logran, ellos son el orgullo de Margarita, mientras que los que no consiguen trabajo y regresan a pedir consuelo o cobijo cuando se sienten desolados encuentran apoyo:

“Yo soy maestra, pero también escucho sus problemas y su frustración, yo trato de darles una mano en medio del drama de una sociedad descompuesta y hundida en la pobreza, pero con mucho deseos de que la situación cambie”.

Esta posada hondureña es un lugar que María cuida por ser un oasis en el desierto.