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I Iglesia México

Testimonio: Ante el encono social, ¿ministerio de resistencia?

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Toluca, Edomex.- Las diversas manifestaciones emprendidas por muy variados colectivos el 8 de marzo pasado tuvieron rostros también de violencia y gratuita agresión contra bienes y terceros; el recurrente vandalismo de inmuebles religiosos convocó a grupos católicos a defender los recintos de su fe. Para los colectivos anarco-feministas del Estado de México, la entidad con mayor concentración de población del país, la Catedral de la Arquidiócesis de Toluca ha sido un símbolo por destruir y por ello, fieles católicos decidieron resguardar el templo desde temprano el lunes 8 de marzo, día de la mujer. Este es el testimonio de uno de ellos:

"Creo que las guerras no deben existir. La Biblia dice 'Felices los que trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios'... Todo empezó en la noche del siete de marzo cuando miré las fotos de la profanación de templos en Oaxaca y entendí que eso era el preludio de una jornada siniestra delante de las catedrales del país. Una catedral es la sede espiritual de un pueblo diocesano. Decidí, al día siguiente, participar para resguardar la nuestra ante las manifestaciones que se anunciaron.
"El 8 de marzo pasaba del mediodía cuando quince personas nos encontramos en el templo de la Merced. Eramos 5 hombres y 10 mujeres, ellas eran desde señoras devotas hasta jovencitas provida. Gracias a Dios, en el grupo no había ningún fanatizado que se siente neocristero, neocruzado ni ninguna otra extravagancias de una fe desesperada. Entre los quince organizamos una insignificante valla humana delante de la reja del templo. Mientras, allí cerca, frente al Conservatorio, unas 150 jóvenes radicalizadas tomaban formación.

"A las dos de la tarde dio inicio la marcha de las encapuchadas de negro y morado. Bajo las máscaras que les roban la identidad, aquellas avanzaron frente de nosostros con bates, máquinas de choque eléctrico manual, martillos y latas de pintura. Al principio, nuestra valla les resultó tan insignificante que nos ignoraron y sólo a las orillas de la fachada del templo pintaron sus blasfemias. Desde nuestra posición vimos cómo a lo largo de una cuadra fueron destruyéndolo todo. Entonces, decidimos ir a protejer el sagrario del templo de Santa María de Guadalupe.

"Cuando llegamos, el grupo feminista había crecido al doble y ya estaban destruyéndo todo lo que tenían enfrente. Nosotros, la resistencia desorganizada, nos metimos a empujones entre la furia para tratar de impedir que, con sus martillos, derribaran la antiquísima puerta principal. Ví que aquellas traían la sangre muy caliente. Y debimos concentrarnos en resguardar la puerta, no pudimos hacer mucho mientras aquellas pintaban y vandalizaban la estatua de una mujer inmensa, la Madre Teresa de Calcuta.

"Entonces fue donde conocí el odio de una guerra fraticida. Ví a una mujer, con auténtica maldad en los ojos; jamás había visto algo parecido en mi vida. En su rabia me dice: 'Vas a ver cómo te quitas de mi camino, machito de mierda' mientras me pega su máquina de choque eléctrico en el abdomen; otra encapuchada hace lo mismo en mi tórax. Sentí desesperación y dolor. Para defender mi vida tuve que someter la mano de una para quitarle el artefacto y lanzarlo lejos.

"Mi reacción las sorprendió e indignó aún más. Para ellas, más que defender mi integridad vieron que me atreví a tocar a una de ellas. Desde detrás apareció otra encapuchada con un bate que venía directo a mi cráneo. Fueron tres chicas provida las que me jalaron detrás de ellas y cubrieron con sus cuerpos los embates contra el mío. Escuché cuando aquellas terroristas que se dicen feministas rabiaban a gritos que prometían asesinarme allí dónde me encontraran en el futuro.

"Después de destruirlo todo, la horda de encapuchadas se replegó. Aprovechamos para revisar si alguien había sufrido heridas de gravedad; una chica se llevó un leve golpe de martillo en la cabeza y otra, parecía traumatizada por la experiencia.

"A las tres con veinticinco de la tarde, nuesro pequeño grupo continuó su labor de resguardo hacia la Catedral de Toluca. Al paso, revisamos que la reja de San José El Sagrario estuviera bien cerrada. Mientras, las terroristas hacían un verdadero aquelarre de destrucción en el Teatro Morelos y el edificio del Poder Judicial. Nosotros, la resistencia, nos concentramos en la Catedral. Sabíamos que era una batalla perdida. Que pintarían toda la fachada del recinto, así que nuestro objetivo era defender las tres puertas principales. Para ese momento, el grupo de encapuchadas feminista era ya de unas mil integrantes."Nosotros, la resistencia, hicimos una valla humana que no alcanzaba a cubrir siquiera el frente de la Catedral. Aún así nos tomamos de las manos y comenzamos el rezo del Santo Rosario. Es curioso, a veces creemos que la iglesia es mayoría; pero los momentos dramáticos de la historia nos recuerdan que la verdadera iglesia siempre es sólo un reducto fiel. Vimos pasar a muchos curiosos que se limitaban a filmarnos con sus celulares; también hubo gente de buena voluntad que iba de paso y se sumó a nuestra valla humana, incluso un chico de traje, portafolios y zapatos lindos se sumó y logramos por pura providencia cubrir el frente de las puertas de Catedral.

"Entonces inició el asalto a Catedral. Hacia las cuatro treinta de la tarde contabamos entre mil 500 y dos mil feministas; no todas iguales. Sí había entre ellas un centenar que parecían secta diabólica radical; quizás unas quinientas chicas se manifestaban como víctimas de agresión o en solidaridad con mujeres víctimas. El resto, la masa crítica, parecían sólo ser jovencitas en busca de tendencias y experiencias exitantes extremas sin consecuencias legales.

"Intentaron de tdo para quitarnos de allí: Nos pintaron y empujaron; a los hombres nos dieron descargas eléctricas. Nosotros, la resistencia, rezabamos con fuerza pero para ese momento eran más fuertes las blasfemias, los insultos y las denuncias de abuso de quienes decían ser víctimas de sacerdotes.

"Nosotros rezamos de todo a todo pulmón: aves marías, padresnuestros, oraciones a San Miguel, etcétera. Todo aquel recurso que nos envalentonara en nombre de Dios en ese momento sórdido, diabólico y visceral.

"Pasaron unos minutos, aquellas lanzaban globos con pintura por encima de nosotros hacia las estatuas monumentales de la Catedral. Entonces pude ver desde odio genuino de víctimas de violencia de género, hasta odio inducido y vil manipulación. Entre aquellas agresoras reconocí a aquella 'niña bien' que sus papás, orgullosos, le sacan foto desde su BMW mientras ella vandaliza la ciudad; pero también pude ver lo que me parecieron ser verdaderas discípulas de Belcebú.

"Podrían insultarnos, golpearnos, pintarnos, grafitear la Catedral pero sabíamos que si intentaban derribar la puerta del templo, a una voz daríamos toda la resistencia humana posible para que no cayera nuestra catedral y el sagrario en sus manos.

"Mientras todo esto sucedía, desde el Palacio de Gobierno nos miraban tres mil policías anti motines como quien ve un partido de futbol llanero. También, los oficinstas salían de su jornada y se limitaron a grabar con sus teléfonos el espectáculo. Una chica encapuchada trepó hasta lo alto de la reja de catedral y colgó un muñeco que quemaron. Hicieron fuego delante de nosotros y a algunas de nuestras chicas les arrancaron el pañuelo azul y lo quemaron. Después subieron a la fachada derecha y ahí pintaron todas sus consignas y blasfemias; en los escalones, frente a nosotros, pusieron en la reja una manta morada. Así hasta las cinco de la tarde.

Después de vandalizar la Catedral se dirigieron al Palacio de Gobierno donde tuvieron otro largo encuentro contra los escudos de los anti motines. Nosotros permanecimos frente al templo y cantamos los himnos de la militancia católica 'Tu reinarás' y 'Viva Cristo Rey'. De la nada apareció un sacerdote que se acercó a nosotros, nos dió la bendición, hizo una oración parecida a un exorcismo y nos pidió santiguarnos tres veces en nombre de María Santísima. Así como llegó, se fue.

"Dieron las seis de la tarde. Terminado el fallido asalto al Palacio de Gobierno, las agresoras se fueron contra el Palacio Legislativo y prendieron fuego a la puerta principal. Para ese momento el grupo radical se había reducido a la tercera parte. Las que permanecían no sólo parecían más fanatizadas sino que lucían perfectamente entrenadas para el asedio.

"Quedó demostrado por el uso que daban a las bombas Molotov con azúcar que se embarraban en la puerta para un contacto de fuego continuo sin que la gasolina se gasificara ni derramará al suelo. Este grupo encapuchado y entrenado tomó una valla de metal que usó como ariete contra la puerta. Desde el tejado del palacio, lanzaban cubetadas de agua intentando apagar la puerta incendiada. Nosotros, desde nuestra posición en catedral, hacíamos oración de reparación, pediamos perdón a Nuestro Señor y entonamos 'Perdón, oh Dios mío' y 'Perdona a tu pueblo Señor'.

"Solo cuando terminaron los asedios violentos, hacia las ocho de la noche, llegó un último grupo de feministas, éstas 'niñas bien' con el rostro descubierto, con bicis lindas y lámparas que se concentraron en el asta bandera para leer consignas, tan pronto como acabaron su lectura, se fueron.

"Ya había caído la noche cuando empezamos a despedirnos los que allí nos reunimos a defender nuestros templos. Compartimos reflexiones sobre si acaso valdrá la pena tener un ministerio de resistencia. Vemos tal degradación social que quizá estos episodios sean ya parte de la nueva normalidad.

"Mientras regresaba a casa agotado emocionalmente pero fortalecido en la fe pensé en qué nuestra realidad es de 'Reducto fiel'. Es tanta la mediatización político-religiosa, que la gran masa sólo se mueve cuando le conviene a los intereses de los malvados. Usando el nombre de Dios, en nombre de la mujer, en nombre de la ecología, de los niños con cáncer y de cualquier causa vendible a los necios.

"Fue un honor conocer a esos 38 mexicanos que se atrevieron a defender la Catedral y todo lo que representa para el católicismo toluqueño.

"Hoy más que nunca creo que a nuestra generación le urge, sin olvidar el culto, ponerse a trabajar en la construcción de la paz". (TESTIMONIO que a petición de la fuente se publica como anónimo)