“La sangre de cientos de líderes asesinados en América Latina y el Caribe clama justicia, y nosotros no podemos permanecer indiferentes”. Estas palabras del Cardenal Jaime Spengler no son una mera declaración política; son un eco profundo del Evangelio en un continente herido. Ante la brutal realidad de la violencia contra los defensores de la vida y la tierra, la indiferencia no es una opción para un cristiano. Es, en esencia, un pecado de omisión...
La gran nueva producción del Celam “La Vida Pende de un Hilo”, que nace de la campaña con el mismo nombre, nos confronta con esta realidad sin ambigüedades. Nos cuenta historias como la de Juan López, un delegado de La Palabra asesinado por defender un río. ¿Qué nos dice esto sobre nuestra fe? Nos dice que seguir las enseñanzas de Cristo hoy implica, de manera ineludible, “defender la vida y los derechos de todas y todos”.
El Papa Francisco ha sido una voz profética en este sentido. En su encíclica Laudato Si', nos llamó a escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. Ahora nos advierte sobre “explotaciones mineras que contaminan el ambiente” y la necesidad de no desperdiciar ni contaminar el agua. Su mensaje es claro: estamos al límite y es el momento de actuar.
La teóloga Emilce Cuda lo articula de manera brillante: “El desafío del Evangelio incluye la prédica de la justicia social”. No se trata de una ideología ajena a la fe, sino de su puesta en práctica. La justicia social son los “gestos” que acompañan a las palabras del Evangelio, gestos que garantizan “la vida digna, el acceso universal a los bienes, la solidaridad”. Defender a una comunidad cuya agua está siendo envenenada por una mina no es una agenda política, es un acto de fe. Es defender la Creación del Padre.
Lamentablemente, como denuncia la Dra. Cuda, existen poderosos intereses económicos que invierten grandes sumas de dinero en negar la crisis ecológica, una mentira que “avala el asesinato de la gente nuestra”. Frente a esta cultura de la muerte, impulsada por un “modelo económico capitalista y extractivista”, nuestra respuesta debe ser una cultura de la vida y el cuidado.
No podemos permitirnos la comodidad de pensar que estos conflictos son lejanos. Las luchas por los derechos humanos nos afectan a todos. Cada vez que un líder es silenciado, perdemos todos. Cada vez que un río es contaminado, la Creación entera sufre.
La invitación de la campaña “La Vida Pende de un Hilo” es a unirnos. A entender que si cuando atacan a uno, respondemos todos pacíficamente, podemos cambiar la balanza del poder y eliminar la impunidad. Como cristianos, tenemos el deber de hacernos cargo de nuestros hermanos más vulnerables y del cuidado de la casa común. Honrar la memoria de los mártires como Juan López exige más que lamentos; exige compromiso, denuncia y acción.
Porque una fe que permanece indiferente ante la injusticia es una fe que ha perdido su alma.
La serie ya está disponible en las principales plataformas de podcast: https://play.jdn.app/LaVidaPendedeunHilo