Ciudad de México.- Ya con varios de sus agentes pastorales vacunados contra COVID-19, la Iglesia católica mexicana sigue enfrentando la adversidad de la pandemia con algunas pérdidas entre el clero y la vida consagrada. Entre el 1 de mayo y el 20 de julio, el Centro Católico Multimedial (CCM) reporta la muerte de doce sacerdotes y una religiosa víctimas del SARS-CoV2.
El 20º Reporte de Clérigos y Religiosos Fallecidos en México por Afecciones de COVID-19 abarca casi tres meses que incluyen la vacunación, la relajación de medidas sanitarias y el comienzo de la tercera ola de la pandemia cuyos números de contagio ya han superado a la primera.
"Entre abril y junio el semáforo epidemiológico devolvió a diversos estados del país al color amarillo y verde. Particularmente Ciudad de México, después de seis meses entre semáforo naranja y amarillo. El 7 de junio, se regresó a un efímero color verde que pronto se revirtió por el acelerado incremento de contagios y de hospitalizaciones. Al 23 de julio, la capital del país estaba en color naranja", reporta el CCM.
Entre mayo y junio, la Iglesia católica vio en este descenso en el número de contagios la posibilidad de abrir más las celebraciones con progresiva apertura a la feligresía: "A través de redes sociales se insistió en invitar a los fieles a regresar a los templos", afirma el equipo de investigación del Centro Católico.
20° Reporte CCM de Clérigos y Religiosos fallecidos en México por afecciones de COVID-19
Este periodo también abarca especialmente la vacunación de un gran porcentaje de obispos católicos mexicanos y miembros de los equipos sacerdotales en las diócesis, el número total de ministros católicos vacunados mayores de 60 años y entre 50-59 años (los dos primeros sectores de la población vacunada en México) aún es desconocido para las diócesis y la Conferencia del Episcopado Mexicano. El dato es relevante porque el próximo noviembre, durante la celebración de la CXI Asamblea Plenaria, habrá elecciones para renovar los cargos de servicio; los obispos están obligados a acudir presencialmente al recinto para emitir sus votos; pero tampoco hay registro de la vacunación de sacerdotes, religiosas y demás miembros de la vida consagrada.
"Esto es un gran vacío ante la necesidad de verificar las garantías que permitan un regreso seguro a los templos igualmente de quienes son responsables ante una comunidad", lamentan los investigadores.
En la pandemia, el episcopado mexicano ha perdido cinco obispos, tres eméritos, un auxiliar y uno en ejercicio del gobierno pastoral. Hasta el 19 de julio eran 24 casos en el episcopado nacional quienes padecieron la enfermedad, cinco fallecieron.
Con la actualización de casos, los clérigos y religiosas fallecidos (o reportados por las autoridades eclesiásticas) víctimas de COVID-19 en el período 1 de mayo al 20 de julio son:
- Pbro. José de Jesús Rodríguez Amézquita. De 70 años, Misionero del Espíritu Santo, realizaba su ministerio en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe de la Diócesis de Irapuato. El religioso fue de los principales promotores y difusores de la causa de canonización de Conchita Cabrera de Armida. Murió por complicaciones asociadas al covid-19.
- Pbro. Usbaldo Salazar García, de 52 años, era vicario en Santa Rosa de Lima en Múzquiz, Coahuila, diócesis de Piedras Negras. Era responsable de las Comunidades Rurales con sede en el municipio de Jiménez, Coahuila. El sacerdote había superado un primer contagio por covid-19 que padeció en julio de 2020. Sin embargo, en enero de 2021, ya no pudo salir de la enfermedad causando su deceso.
- Pbro. Martín Bustillos Martínez, de 55 años. Era párroco de la comunidad de San Francisco de Asís en Sabinas, Coahuila, diócesis de Piedras Negras. Murió en enero de 2021.
- Pbro. Mario Alberto Becerra Pérez, de 29 años. Apenas ordenado en septiembre de 2020, el presbítero era vicario parroquial en el Santuario del Santo Niño de la Salud de la arquidiócesis de Morelia. Se trata de uno de los sacerdotes más jóvenes víctimas de la pandemia.
- Hermana Adela Torres Hernández de 56 años. Religiosa de las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento en la arquidiócesis de San Luis Potosí.
- Pbro Arturo Flores Rojas, de 67 años. Era párroco de san Juan Huactzingo, diócesis de Tlaxcala. Su deceso se debió a complicaciones derivadas del covid-19. El obispo Julio Salcedo Aquino, a través de las redes sociales diocesanas, dedicó un sentido panegírico honrando la memoria y vida del padre Flores: "La vida sacerdotal del P. Arturo, la sabemos todos, fue sencilla, como lo es el pan; nutrió al pueblo de Dios, como nutre el pan; se partió por los demás, como se parte el pan; fue alimento para su pueblo, como lo es el pan. ¡Qué significativo que su último ministerio pastoral se realizó en una comunidad experta en elaborar el “pan de fiesta”! Esta comunidad comprende mejor lo que significó la vida sacerdotal del P. Arturo. Por su enfermedad, los últimos meses de su vida estuvo alejado de su parroquia con la finalidad de atenderse. Esta situación fue de dolor y sufrimiento, tal vez mayor que el de su misma enfermedad. Pero desde la participación de los sufrimientos de Cristo continuaba siendo fecundo su ministerio y tal vez mayor que si hubiera estado presente".
- Pbro. Rodrigo Cuevas, de 63 años. Vicario de la comunidad de la Sagrada Familia en la diócesis de Ciudad Juárez. Impulsó y fomentó la “Peregrinación Magna”. El párroco de la comunidad dijo de su compañero sacerdote y vicario: “Preparaba sus homilías con mucha dedicación todos los días, más cuando las transmitía por el Facebook los domingos. Atendía a los enfermos con generosidad. Siempre fue muy responsable. Era muy sencillo, no le gustaba que uno le alabara o le ensalzara, más bien, él se auto rebajaba. Espero que ahora que está en el cielo interceda por todos nosotros con el mismo entusiasmo con que trabajó en la tierra. Descanse en paz mi hermano Rodri…”
- Pbro. José Antonio Espinosa Sánchez, de 64 años, del presbiterio de la arquidiócesis de Puebla. De acuerdo con la esquela del arzobispado, el padre Espinosa Sánchez destacó por ser pastor de las comunidades de Rancho Nuevo, Ciudad Serdán; Santiago y San Simón apóstoles en Domingo Arenas y en San Gregorio Zacapechpan en san Pedro Cholula, Puebla.
- Pbro. Anastacio Dionicio Rodríguez, de 50 años. Era párroco de Nuestra Señora de Guadalupe en Rinconada, municipio de Emiliano Zapata de la arquidiócesis de Xalapa. El padre Tachito gozó del cariño de sus fieles y según reportaron algunos medios informativos, “sus feligreses lo recuerdan como un sacerdote alegre, amistoso, amable y de un trato cordial. Era dedicado en sus labores y muy comprometido en la tarea pastoral. Últimamente se desempeñaba como Decano de Actopan, representando al arzobispo en esa zona pastoral”.
- Pbro. Isaac Morales Montiel, desempeñó su ministerio en la comunidad de san José Tetelcingo de la diócesis de Córdoba. La noticia consternó a los feligreses de la comunidad debido “supo ganarse el cariño y respeto de la población, pero sobre todo apoyarles en actividades grupales y comunitarias donde beneficia a toda la población” según se reportó tras conocerse su fallecimiento.
- Pbro. Javier Gutiérrez Guevara, de 78 años. Párroco de Nuestra Señora de Lourdes de la diócesis de Querétaro.
- Pbro. Mervi Enrique Hernández Araujo de 58 años. Originario de Venezuela, prestaba su ministerio en la parroquia de san Jacinto, en la zona de san Ángel de la arquidiócesis de México.
- Pbro. Tarcisio Hernández Rodríguez, de 70 años. Era canónigo de la catedral metropolitana de la arquidiócesis de Guadalajara y párroco del templo de la Inmaculada Concepción en el sector Libertad. En un mensaje en redes sociales, el cardenal José Francisco Robles Ortega dijo del canónigo: “Se distinguió a lo largo del ministerio sacerdotal por la atención pastoral dirigido a adolescentes y jóvenes… Nuestras condolencias se extienden a Monseñor Marcelino Hernández Rodríguez, Obispo de Colima, hermano del padre Tarcisio, a quien le mostramos nuestra cercanía en estos momentos de prueba para su familia y para tantas personas que lloran la partida del padre Ticho".