Ciudad de México.- Para destacar la fraternidad entre México y la Santa Sede, el papa Francisco envió al cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y exnuncio apostólico en México, como su legado pontificio para las celebraciones del Bicentenario de la Consumación de la Independencia de México. Sandrí celebró en la Basílica de Guadalupe y participó con un extenso discurso en los festejos orgaizados por la Presidencia de la República.
Sandri llegó a la Ciudad de México el sábado 25 de septiembre donde fue recibidpo por el nuncio apostólico Franco Coppola y los miembros de la nunciatura, Roberto Lucchini y Ante Vidovic. El fin de semana sostuvo charlas con el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera López; y el cardenal arzobispo de México, Carlos Aguiar Retes; y celebró misa en la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe donde destacó su alocución sobre la Virgen de Guadalupe: "María en el Tepeyac se manifiesta claramente con los signos de las personas visitadas, confirmando su dignidad e igualdad con aquellos que habían sido evangelizados siglos atrás".
En el santuario, el cardenal Sandri hizo una reflexión sobre san Juan Diego y destacó que "caminando sin cesar por los senderos... se convirtió en discípulo del Reino. Un reino que no pisotea a las civilizaciones de esta tierra, sino que las dirige al encuentro con Cristo, como ese acontecimiento extraordinario que de alguna manera se esperaba según los calendarios y estudios astronómicos de los pueblos autóctonos".
Sandri participó además en el acto central de la celebración del Bicentenario de la Consumación de la Independencia de México en el Palacio Nacional y el Zócalo capitalino el 27 de septiembre. Frente al presidente Andrés Manuel López Obrador y los dignatarios representativos de los países que se sumaron a la celebración, el cardenal Sandri leyó un extenso discurso en el que recordó: "También hoy el pueblo mexicano tiene necesidad de superar cualquier visión reductiva, ideológica o parcial que motive directa o indirectamente el antagonismo de unos contra otros. Este tipo de visiones dividen y crean enemistad. Sólo respirando aire limpio será posible andar y emprender el nuevo viaje que exige la Independencia. Un viaje que debe trascender el encono, la lógica del conflicto y de la polarización. Todos necesitamos una forma de vida más alta, basada en la fraternidad, que nos permita construir el auténtico bien común".
El legado pontificio explicó que "celebrar la Independencia es afirmar la libertad como signo de la dignidad de cada ser humano. Pero, la libertad, es una permanente conquista. Cada generación está invitada a reconquistarla y a volver a proclamar con valentía su Independencia".
El discurso del cardenal se centró en el concepto de la libertad: "La libertad se traduce en soberanía de un Estado independiente que aprende, poco a poco, a caminar por sí mismo, desde la conciencia de que el Estado está al servicio del Pueblo que representa, no viceversa".
"De aquí que la libertad, más que ser la afirmación de una dimensión individual, es el espacio en el que las personas tienden a alcanzar el bien, no de unos cuantos, sino de todos, poniendo su libertad a servicio del bien común", afirmó el cardenal.
Al recordar su experiencia como nuncio en México, Sandri afirmó que "México, antes que un Estado, es un pueblo mestizo. Es un pueblo vivo que porta unos valores, un lenguaje y un sentido último de la vida que le han permitido y le permitirán ir forjando sus instituciones y corrigiendo, eventualmente, sus errores: un pueblo que cuida sus raíces, integrándolas en una nueva síntesis".