Ciudad de México.- Prácticamente en todas las celebraciones dominicales en las catedrales de México, los obispos diocesanos emitieron sendos pronunciamientos respecto al asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, quien a pesar de contar con escolta federal fue ultimado durante un evento municipal en el que conmemoraba el Día de Muertos.
Desde la entidad michoacana, epicentro de la tragedia, el arzobispo Carlos Garfias Merlos afirmó que la Iglesia católica "seguirá insistiendo en el llamado a la paz, la unión de la sociedad y el apoyo a las víctimas de las violencias".
Garfias Merlos declaró en conferencia de prensa que "se ha impulsado nuestro llamado a construir la paz; lamentablemente ahora enfrentamos el homicidio de Carlos Alberto Manzo, es un desafío muy grande impulsar la paz en medio de estas expresiones de violencia".
Horas antes, en nombre de los obispos nacionales, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) publicó un comunicado en el que expresó su exigencia a las autoridades civiles a "combatir con determinación e inteligencia el verdadero crimen" pues "la presencia ordinaria de grupos armados, que controlan la vida pública de los ciudadanos en varias regiones del país, es el verdadero crimen a enfrentar".
A pregunta expresa sobre su valoración de la actuación de las autoridades civiles y militares, Garfias Merlos aseguró que “en muchas situaciones podremos hablar, como se plantea, de que está rebasado el gobierno y de que la estrategia está equivocada, pero junto a eso, entre más podamos mantenernos unidos en una buena relación y coordinación, podremos responder al desafío que nos presenta esta realidad”.
Expresó que "como ellos lo anuncian [la estrategia de seguridad], lo están haciendo; sobre los resultados que se generen, serán los ciudadanos los que tengan que responder... El gobierno, en sus diferentes niveles, está haciendo su esfuerzo, ellos dan sus informes, hay que darles la credibilidad pertinente, creo que los demás, como líderes religiosos, la sociedad civil y medios de comunicación, estamos en el esfuerzo de construir la paz, y es lo que yo estoy planteando". Rechazó finalmente sentir impotencia porque "la impotencia se da cuando las personas no saben qué hacer y nosotros siempre tenemos el recurso de la oración".
En San Luis Potosí, el arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe condenó el crimen y sostuvo que "ya es momento de abandonar la 'cultura de la muerte' que se vive en el país". Hizo un llamado directo a quienes cometen delitos: "Dios tiene preparados para ellos algo bueno y algo mejor, su vida y sus capacidades pueden ser mucho más provechosas... La violencia solamente engendra violencia y la muerte más muerte".
Por su parte, el obispo Miguel Ángel Castro Muñoz de Huajuapan de León leyó el comunicado de la CEM a los fieles y destacó que "hoy ya no basta aprender al asesino o a quien comete un crimen, hay que combatir con determinación la causa de todos estos asesinatos". También afirmó que en la región mixteca del norte de Oaxaca, los episodios de violencia también inquietan a la población. Durante la misa de los fieles difuntos efectuada en el panteón Dieciséis de Septiembre, el obispo manifestó la necesidad de abordar la causa de la violencia en el país, más allá de castigar a los culpables y rezó “por el eterno descanso del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, que abiertamente desafió el estado violentado que se vivió en su municipio".
En Monterrey, el arzobispo Rogelio Cabrera pidió "que cese la violencia, que la criminalidad no sea fuente desastrosa de muertes". Afirmó que "no olvidemos a todos aquellos que han sido víctimas de la violencia y que han muerto sin sentido, para todos, cualquiera que haya sido la circunstancia de su muerte, merecen siempre nuestro recuerdo, nuestra gratitud y nuestra oración".
Manzo, constructor de paz sin ser corrupto: Castro
Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca y presidente de la CEM, recordó a Manzo como "uno de los poquísimos gobernantes que se preocuparon por la paz y que no era corrupto". Durante su homilía, reflexionó que "no hay nada tan cercano y tan cierto en la vida de un ser humano que la muerte. Sin embargo, parece que muchos de nosotros ignoramos esta realidad".
En la frontera norte de México, el obispo de Piedras Negras, Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, advirtió que "las armas de los criminales están resonando más allá de la contención que debiera haber en nuestro país". Señaló que la indiferencia social "es un mal que permite que en México predomine la violencia y el crimen organizado tenga control de regiones enteras".
Y en la región del Golfo de México y también la frontera sur del país, el obispo de Tabasco, Gerardo de Jesús Rojas, expresó esperanza en que "las autoridades tengan la competencia para detener la ola de asesinatos de personas que buscan la justicia". Concluyó que "las estrategias tienen que ser más eficaces, tienen que ayudarnos a tener más confianza y que haya más seguridad".
El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, hizo un recuerdo especial "por aquellas personas que viven el gran dolor de un familiar desaparecido o asesinado. La indignación de todos y la tristeza de todas estas familias sea un severo llamado a la conversión, a las bandas criminales que los han desaparecido o asesinado”. El pastor insistió en que la impunidad en el país favorece con terreno fértil para el crimen y pidió a las autoridades no dejar impunes los casos que afectan al clero y a la sociedad: "Que la impunidad no siga haciendo abono del crimen y que el odio no llene de amargura a quienes han sido víctimas", señaló.
González González también hizo una rogativa singular por la desaparición del sacerdote Ernesto Baltazar Hernández Vilchis, de la Diócesis de Cuautitlán, Estado de México; desaparecido desde el martes 28 de octubre del 2025. Los feligreses rememoraron que, antes de conocer la noticia del asesinato del sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada, también vivieron días de angustia por su desaparición.
Finalmente, el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinoza, reconoció que México vive una profunda conmoción tras los asesinatos de liderazgos sociales y políticos. Expresó su pesar por los hechos violentos que enlutan al país tras el crimen contra Carlos Manzo y llamó a los mexicanos a unirse en oración por la paz y la reconciliación: "México necesita paz. Necesitamos fortalecer la fe, la justicia y la unidad para detener esta ola de muerte que lastima a todos".
Prácticamente todos los líderes católicos mexicanos coincidieron desde sus cátedras y diócesis en la necesidad de que autoridades civiles, líderes religiosos y sociedad organizada trabajen unidos para enfrentar lo que se ha definido como un grave debilitamiento del orden público y social en el país.

