Ciudad de México.– Ante los medios de comunicación o desde el púlpito de sus respectivas catedrales diocesanas, los obispos católicos de México han reiterado su deseo de cooperar a favor de la construcción de paz en el país después haber participado de la 119 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), celebrada en las instalaciones del Estado de México; también expresaron su opinión tras las manifestaciones en varias partes del país por la convocatoria de movilización anti-autoritaria de la denominada 'Generación Z' (o también conocida como la Marcha 15N) y que terminó con disturbios, represiones, agresiones y violencia.
Los obispos convergieron sobre el avance de la violencia en el país y pidieron reforzar la seguridad, construir la paz y atender las causas estructurales del problema; los pastores también coinciden en que el contexto mexicano está tristemente marcado por homicidios, desapariciones y protestas sociales.
Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla, afirmó que los hechos delictivos “están robando la paz” a las familias:
“El clima de violencia amenaza con robarnos la paz; la pérdida de valores, la cultura de la muerte con múltiples expresiones, la polarización social, la crisis económica, la carestía de la vida; son amenazas crecientes”, declaró.
Señaló que en México “se están viviendo tiempos difíciles, de tribulación” y advirtió que “la violencia está dejando dolor, miedo y desintegración en las familias”.
Hizo un llamado a los tres niveles de gobierno para construir políticas públicas de largo plazo que atiendan causas como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades. Exhortó a la sociedad a no caer en la indiferencia y a asumir un compromiso activo. “No podemos acostumbrarnos a escuchar diariamente noticias de homicidios, desapariciones y actos de crueldad”, sentenció.
En Michoacán, Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, pidió que la Iglesia sea incluida en los trabajos del Plan Michoacán “Por la Paz y la Justicia”: “Nosotros lo estamos haciendo, nada más, es lo que puedo decir”, afirmó sobre la labor de pacificación que ya realizan. “Pedimos que nos tomen en cuenta para programar y calendarizar, para colaborar”.
En gran medida, la clase política y partidos de oposición se sumaron a las manifestaciones de la 'Generación Z' debido al reciente asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo; mientras las autoridades estatales y federales (del partido mayoritario y regente en gran parte del país) buscan desarrollar una estrategia de pacificación ante la desconfianza y recelo de grandes porciones populares.
Por ello, respecto a las manifestaciones ciudadanas, el arzobispo Garfias consideró que a la Iglesia “no le toca opinar sobre las marchas ni manifestarse”. Dijo que su rol es de intermediación para construir la paz.
Otros obispos se refirieron directamente a las recientes protestas. Gerardo de Jesús Rojas López, obispo de Tabasco, sostuvo que “la manifestación es buena, pero cuando hay violencia, descalificación y confrontación eso ya no está bien”. Añadió que existe preocupación por una posible “convulsión” social.
Carlos Briseño Arch, obispo de Veracruz, lamentó que “encapuchados radicales” se infiltraran en las movilizaciones: “Sí hay grupos de encapuchados radicales que van a tronar esas iniciativas”, expresó.
El obispo de Saltillo, Hilario González García, dijo que estas movilizaciones son reflejo de la insatisfacción y el temor que viven millones de mexicanos: "No sé si coincidamos o no, pero el mensaje de nosotros siempre es que, más que a través de una marcha, que en nuestra vida diaria con nuestro testimonio, nuestras palabras, nuestro trabajo, los que tenemos también responsabilidad de liderazgo animemos a nuestras comunidades hacia el bien, hacia la justicia y a la paz”.
González García enfatizó el papel de la Iglesia como un “profeta de esperanza” e instó a la unidad social: “Todos pongamos lo mejor de nuestra parte, que podamos vencer el mal con la fuerza del bien”, declaró.
El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, urgió a que "en cada parroquia haya al menos un proyecto de construcción de paz, de que toda nuestra estrategia de pastoral la vivamos como peregrinos de esperanza y artesanos de paz".
Desde Chiapas, José Francisco González González, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, abordó el vínculo entre pobreza y violencia: “Debemos adquirir un enfoque diferente, que permita construir una sociedad donde no se margine a los más necesitados, como si fueran los culpables de su condición”, afirmó. Cuestionó que las “limosnas y abrazos” resuelvan el problema.
El pasado mensaje unificado de los obispos abordó la urgencia de respuestas integrales y de colaboración ante el drama de la violencia en el país. La Iglesia Católica pidió posicionar la memoria de los mártires mexicanos del siglo XX como inspiración para enfrentar un régimen autoritario.

