Ciudad de México.- En el marco del programa ‘Diálogos por la Esperanza’, especialistas analizaron en una segunda sesión los ejes centrales de la Carta Apostólica Diseñar Nuevos Mapas de Esperanza del papa León XIV y destacaron su llamado a una educación coral, la centralidad de la persona y la urgencia de reconstruir la confianza en la sociedad.
En el programa transmitido el 8 de diciembre, el sacerdote Eduardo Corral Merino, asesor de la Dimensión Episcopal de Educación y Cultura, moderó una conversación con el académico y fundador de la Escuela de Ciudadanos, Max Kaiser Aranda; y del sacerdote historiador y coordinador de cultura, Armando González Escoto.

El documento pontificio, según señaló Corral Merino, recoge los antecedentes del papa Francisco y añade tres compromisos específicos: “La educación para la Iglesia no es una actividad accesoria, sino que constituye el tejido mismo de la evangelización”, citó el moderador para resumir la visión histórica del texto.
Educación como obra coral y retos contemporáneos
Max Kaiser inició su intervención con la distinción que el pontífice hace de la educación cristiana como “una obra coral” donde “nadie educa solo”. El Papa asegura que “la comunidad educativa es un ‘nosotros’… y que este ‘nosotros’ impide que el agua se estanque en el pantano del ‘siempre se ha hecho así’”. A partir de esta idea, Kaiser identificó tres grandes retos actuales:
El primero es el “crecimiento de los populismos autoritarios en el mundo, que requieren de justo romper… el concepto y la plataforma de verdad”. El segundo reto es el impacto de las redes sociales y la inteligencia artificial en la juventud. “Muchos jóvenes hoy sustituyen… la interacción con los maestros… y la capacidad de pensar”, afirmó. Y el tercero son las “profundas desigualdades sociales y económicas” que limitan el acceso a una educación integral y rompen la idea de comunidad.
Armando González Escoto, con tres décadas de experiencia en el ámbito universitario, contrastó esta visión al criticar la reducción de la educación a un modelo utilitarista: “La cultura de los jóvenes se reduce a ‘enséñame a ganar dinero para poderlo luego disfrutar’”, señaló. Advirtió que tanto alumnos como maestros caen en la trampa de los “perfiles de competencias”, olvidando que “la comunidad educativa está integrada por seres humanos con rostros concretos”.

Por ello, el sacerdote explicó que la carta apostólica ofrece una visión más amplia donde “la educación no es sólo transmisión de contenidos, sino aprendizaje de virtudes”.
González Escoto hizo un llamado a rehumanizar los espacios educativos: “Se nos olvida, y el Papa nos lo va a recordar, que la comunidad educativa está integrada por seres humanos con rostros concretos… cuando entramos a esa especie de mecanismo o de mecánica educativa… estamos desfigurando la educación”.
Reconstruir la confianza con la persona en el centro
Kaiser consideró que el reto más grande para la educación católica se encuentra en el numeral 4.3, que llama a “reconstruir la confianza en un mundo marcado por los conflictos y los miedos”. Explicó que muchos jóvenes sienten una “falta de agencia” ante problemas que perciben abrumadores. “El reto de la educación es ayudarlos a entender que pueden hacer mucho… a convertirse en islas de coherencia”, propuso y abogó por una transformación personal que irradie al entorno inmediato.
Eduardo Corral propuso abordar el diálogo educativo desde la “centralidad de la persona” como lo postulan los últimos documentos educativos de los pontífices. “Poner a la persona en el centro significa educar en la mirada larga… hacerles descubrir el sentido de la vida, la dignidad inalienable, la responsabilidad hacia los demás”, recordó y planteó que la educación es “un continuo hacerse”, un proceso humano que trasciende métodos y currículas.
En ese sentido Corral Merino añadió la exigencia de “calidad y valentía” que plantea la Carta a los centros educativos. El religioso aseguró que “la gratuidad evangélica no es retórica” y aseguró que “perder a los pobres equivale a perder la escuela misma”; de este modo, enfatizó la necesidad de que los colegios y universidades busquen nuevas políticas inclusivas y becas para los jóvenes.
También en un mensaje a las instituciones educativas, González Escoto se refirió a la metáfora de las constelaciones que usa el Papa para describir a colegios y universidades católicos. Dijo que éstas deben ser “un faro, no un refugio nostálgico, sino un laboratorio de discernimiento, innovación pedagógica, testimonio profético”. Por ello, hizo un llamado a vivir en un mundo “multicultural, multilateral”, que exige escucha y diálogo constante.
El imperativo de no callar y desarmar las palabras
En su tercera intervención, Max Kaiser se centró en el numeral que afirma que la educación católica “no puede callar” pues “debe unir la justicia social y la justicia ambiental… formar conciencias capaces de elegir no sólo lo conveniente, sino lo justo”. El analista señaló el desafío de enseñar a los jóvenes a actuar con valentía, incluso ante costos sociales o económicos, en un entorno digital que premia la popularidad sobre la integridad.

Armando González cerró su participación con una reflexión sobre el lenguaje en el contexto mexicano: “Pido a las comunidades educativas: desarmen las palabras” y leyó de la carta, una frase que consideró de extraordinaria actualidad: “¿Cómo obligarnos… a desarmar el discurso… y a volver a recuperar la capacidad de no ver gente ideologizada, sino seres humanos?”, cuestionó. Abogó por una “minoría creíble” que dialogue con respeto y proponga con valentía.
Finalmente, ante la pregunta de la exrectora Tere Rendón sobre cómo traducir la carta en cambios concretos, Kaiser propuso enseñar a los jóvenes a generar “comunidades” o “islas de coherencia” desde la universidad. González Escoto sugirió aplicar los principios del documento de manera transversal en cada institución educativa concreta y Corral Merino concluyó que se necesita “integrar a la persona” en todas sus dimensiones y fomentar la comunión por sobre el individualismo.
Eduardo Corral agradeció el espacio de diálogo reafirmando el compromiso de la Dimensión Episcopal para la Cultura y la Educación con la difusión y aplicación de este documento, que invita a todas las instituciones y actores sociales a ser “coreógrafos de la esperanza” en el ámbito educativo. Señaló también el gran gesto de humildad y de creatividad del papa León XIV, al hacer suyo la iniciativa del Pacto Educativo Global, de su antecesor, y actualizarlo con tres compromisos más: educar la vida interior, humanizar el mundo digital y educar para una paz desarmada y desarmante. Terminó el webinar comentando los saludos y preguntas de aquellos que participaron en las redes sociales, así como haciendo llegar un saludo de Adviento y de Navidad de parte del arzobispo emérito de León y responsable de esta iniciativa, Alfonso Cortés Contreras.

