Bratislava, Eslovaquia.- Una breve pero sustanciosa visita a la capital húngara, Budapest, y cuatro intensas jornadas de visita a la nación eslovaca han dejado un compendio de mensajes y gestos del papa Francisco en su segundo viaje internacional de este 2021.
El pontífice primero acudió el domingo 12 de septiembre a Budapest para celebrar la misa de clausura del 52° Congreso Eucarístico Internacional y aprovechó para sostener breves enuentros con los representantes políticos y religiosos de la nación.
Francisco acudió al Museo de Bellas Artes de Budapest para encontrarse con los liderazgos de la nación, primero con el presidente de la República húngara, János Adér y el primer ministro, Víktor Orbán. El premier húngaro se ha caracterizado por ejercer el gobierno de cierta 'perspectiva cristiana' aunque, en el camino ha recibido críticas por la cerrazón ante el diálogo y la solidaridad con los refugiados de otras denominaciones religiosas. "He pedido al Papa que no deje que la Hungría cristiana perezca", escribió Orbán al concluir la reunión de 40 minutos con el pontífice; la Santa Sede se reservó los temas abordardos en el encuentro.
En el mismo recinto, el Papa saludó a los obispos católicos de este país europeo y después tuvo un encuentro con los representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias y comunidades Judías en Hungría. A los primeros les pidió tres esfuerzos: "Ser anunciadores del Evangelio, testigos de la Fraternidad y constructores de la Esperanza" y les insistió en que la vida es un don de Gracia y "no un rompecabezas que hay que resolver"; también les advirtió el error de encerrarse "en una rígida defensa de nuestra supuesta identidad" mientras que el verdadero espíritu cristiano implica "abrirnos al encuentro con el otro y cultivar juntos el sueño de una sociedad fraterna".
Junto a los líderes religiosos y la comunidad judía, el Papa reflexionó sobre el poema de Rilke ('Dios espera en otra parte, espera precisamente al final de todo. Abajo. Donde están las raíces') y exhortó a los creyentes: "Estamos llamados a convertirnos en raíces. A menudo buscamos frutos, resultados, afirmación. Pero Aquel que hace fructificar su Palabra en la tierra con la misma dulzura de la lluvia que hace germinar el campo, nos recuerda que nuestros caminos de fe son semillas, semillas que se transforman en raíces subterráneas, raíces que alimentan la memoria y hacen germinar el futuro... Sólo si estamos profundamente arraigados podremos alcanzar la cima. Enraizados en la escucha del Altísimo y de los demás, ayudaremos a nuestros contemporáneos a acogerse y amarse. Solamente si somos raíces de paz y brotes de unidad seremos creíbles a los ojos del mundo, que nos mira con la nostalgia de que florezca la esperanza".
Al final de los encuentros protocolares, el papa Francisco celebró la Santa Misa en la Plaza de los Hérores de Budapest frente a más de 50 mil fieles a quienes les externó un mensaje sobre la 'renovación del discipulado' cristiano que transita de la 'admiración de Jesús' a la 'imitación de Jesús'.
"La cruz no está nunca de moda -insistió el pontífice-, ni hoy ni en el pasado. Pero sana por dentro. Es delante del Crucificado que experimentamos una benéfica lucha interior, un áspero conflicto entre el 'pensar como piensa Dios' y el 'pensar como piensan los hombres'". El papa Francisco distinguió la 'lógica de Dios' que es la del amor humilde, que rehúye cualquier imposición, ostentación y todo triunfalismo; que está siempre dirigida al bien del otro, hasta el sacrificio de sí mismo. Y que, por el otro lado, la 'lógica del mundo' es de mundanidad, apegada al honor y a los privilegios, encaminada al prestigio y al éxito.
Entre los asistentes a la Misa se encontraba el propio Orbán quien ha recibido diferentes críticas de que su política aparentemente inspirada en el cristianismo llega a vulnerar algunos derechos humanos básicos: "Aquí -en la lógica del mundo- lo que cuenta es la consideración y la fuerza, lo que atrae la atención de la mayoría y sabe hacerse valer ante los demás".
El mismo domingo, el papa Francisco voló hacia la capital de Eslovaquia, Bratislava, donde inmediatamente sostuvo un encuentro ecuménico y la tradicional reunión con la comunidad jesuita en la Nunciatura apostólica.
Su primer discurso en la capital de la antigua región convulsa por los extremismos ideológicos del siglo XX abordó el tema de la libertad: "El camino de sus comunidades -dijo el Papa- ha vuelto a comenzar después de los años de la persecución ateísta, cuando no había libertad religiosa, o esta era duramente probada. Después, finalmente, llegó. Y ahora los une un tramo de camino en el que experimentan lo hermoso, aunque al mismo tiempo difícil, que es vivir la fe como personas libres. Existe en efecto la tentación de volver a ser esclavos, no ciertamente de un régimen, sino de una esclavitud todavía peor, la interior".
El lunes 13 de septiembre, Francisco acudió al Palacio Presidencial de Bratislava para reunierse con la presidente, Zuzana Čaputová, y demás autoridades civiles a quienes urgió a abrazar su responsabilidad de ser "un mensaje de paz en el corazón de Europa".
El Papa también saludó a los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas de Eslovaquia en la Catedral de San Martín y más tarde acudió al Centro Belén y a la icónica Plaza Rybné para saludar a la comunidad judía.
A los pastores católicos, el Papa les recordó el ejemplo de los santos predicadores Cirilo y Metodio; al mismo tiempo les llamó a trabajar siempre a favor de la libertad con creatividad y diálogo: "La unidad, la comunión y el diálogo siempre son frágiles, especialmente cuando en el pasado hay una historia de dolor que ha dejado cicatrices. El recuerdo de las heridas puede hacer caer en el resentimiento, en la desconfianza, incluso en el desprecio, induciendo a levantar barreras ante el que es distinto de nosotros. Pero las heridas pueden ser accesos, aberturas que, imitando las llagas del Señor, dejan pasar la misericordia de Dios, su gracia que cambia la vida y nos transforma en agentes de paz y de reconciliación".
El encuentro con la comunidad judía fue uno de los momentos más emotivos por la carga histórica vergonzosa para la Iglesia católica por los actos del tristemente célebre sacerdote católico Jozef Tisó quien, como presidente de la Eslovaquia de la Segunda Guerra Mundial, cooperó con el nazismo hitleriano y entregó a más de 60 mil judíos a los campos de concentración nazis:
"Aquí el nombre de Dios fue deshonrado -reconoció el Papa-, porque la peor blasfemia que se le puede causar es la de usarlo para los propios fines, más que para respetar y amar a los demás. Aquí, ante la historia del pueblo judío, marcada por este agravio trágico e indescriptible, nos avergonzamos de admitirlo: ¡cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para realizar acciones que por su falta de humanidad resultan inenarrables! Cuántos opresores han declarado: 'Dios está con nosotros', pero eran ellos los que no estaban con Dios".
Por la tarde, el pontífice nuevamente sostuvo encuentros privados con el presidente del Parlamento y con el Primer Ministro.
El martes, Francisco voló a la región septentrional de Eslovaquia para celebrar la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo en la plaza Mestská hala de Prešov; y más tarde, en la segunda ciudad más poblada de la nación, Košice, tambien sostuvo encuentros con la comunidad gitana en Luník y con los jóvenes en el estadio Lokomotiva.
Ante la comunidad gitana, el papa Francisco pronunció una larga respuesta a las intervenciones que realizaron diversos testimoniales de lideres de la comunidad pero en su mensaje se centró en la respuesta ante la discriminación y los prejuicios:
"Así nos dieron un hermoso mensaje: donde se cuida a la persona, donde hay trabajo pastoral, donde hay paciencia y concreción llegan los frutos. No llegan inmediatamente, sino con el tiempo, pero llegan. Juicios y prejuicios sólo aumentan las distancias. Conflictos y palabras fuertes no ayudan. Marginar a las personas no resuelve nada. Cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia. El camino para una convivencia pacífica es la integración. Es un proceso orgánico, un proceso lento y vital que se inicia con un conocimiento recíproco, va adelante con paciencia y mira al futuro. ¿Y a quién le pertenece el futuro? Podemos preguntarnos ¿a quién pertenece el futuro? A los niños. Ellos son los que nos orientan. Sus grandes sueños no pueden hacerse añicos contra nuestras barreras. Ellos quieren crecer junto a los demás, sin obstáculos, sin exclusiones. Merecen una vida integrada, una vida libre. Ellos son los que motivan decisiones con amplitud de miras que no buscan el consenso inmediato, sino que velan por el porvenir de todos. Por los hijos deben tomarse decisiones valientes; por su dignidad, por su educación, para que crezcan bien arraigados en sus orígenes y, al mismo tiempo, para que no vean coartada cualquier otra posibilidad".
A los jóvenes eslovacos reunidos en el estadio les pidió 'rebelarse' contra la cultura de lo previsorio mediante la aventura del amor y el heroísmo: "La verdadera originalidad hoy, la verdadera revolución es rebelarse contra la cultura de lo provisorio, es ir más allá del instinto, del instante, es amar para toda la vida y con todo nuestro ser. No estamos aquí para ir tirando, sino para hacer de la vida una acción heroica".
Finalmente, para el miércoles, el pontífice sostuvo una oración matutina con los obispos en el Santuario Nacional de Šaštin y celebró misa ante 60 mil personas. En la última homilía de su viaje internacional, el Papa exhortó a los eslovacos a ser profetas:
"Estos profetas son los que hoy también necesita Eslovaquia. Ustedes, obispos, profetas que sigan en este camino. No se trata de ser hostiles al mundo, sino 'signos de contradicción' en el mundo. Cristianos que saben mostrar con su vida la belleza del Evangelio, que son tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen, que hacen resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difunden el buen perfume de la acogida y de la solidaridad allí donde los egoísmos personales, los egoísmos colectivos predominan con frecuencia, que protegen y cuidan la vida donde reinan lógicas de muerte".
El Papa celebró a la Bienaventurada Virgen María de los Dolores, patrona de Eslovaquia, y regaló al santuario una rosa de oro que recibió el arzobispo de Bratislava, Stanislav Zvolensky.