Cuando lo tomé entre mis manos, pensé que era una novela. Leí la contraportada y tuve la certeza de que era una novela. Mi debilidad por los escritores italianos no me hizo dudar. Es una novela que habla de dos amigos, dispares entre sí, y cómo llevan su vida entre los tres.
Había estado unos pocos días en Guadalajara y como es costumbre llegué a la Librería El Sótano, en Chapalita. Ya no necesito GPS para llegar en el auto de mi hija. Me sorprendí de cómo el volante daba vuelta en la calle precisa, para llegar a esa bella glorieta, que antecede a la librería.
Allí estaba con toda la mañana por delante en ese santuario tan lleno de historias. Poco a poco fui recorriendo los pasillos y me fui haciendo de unos pocos libros. Fue cuando me encontré con esa minimalista portada. Un atisbo de rostro colorido. Dos vidas, de Emanuele Trevi. Sonreí. En su momento, fui un fan incorregible de Gloria Trevi. Sonreí. Debe ser su tío italiano. Volví a sonreír, ante de acordarme de que el apellido de la dama del cabello suelto y de la papa sin cátsup es Treviño y no Trevi.
“Dos vidas es una obra literaria de primer orden que se erige como la más emotiva celebración de la amistad, de los estrechos e irrepetibles vínculos que nos unen a otros seres en el tiempo”. Leía la contraportada. Por supuesto, que es una novela. Pinta bien.
Me lo traje. Es una novela sobre la amistad.
Después de haber leído un super libro sobre ciencia y Dios, quise aligerar mi lectura. Tomé Dos vidas. No es una novela. Chin. Pero me atrajo el desparpajo de Trevi para hablar de su amigo muy amigo y de su amiga a quien acompañó la última parte de su vida, cuando el ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) hizo su aparición.
Este libro de no ficción (¿por qué este género tenemos que expresarlo en negativo y no podemos encontrar un mejor título en positivo?) es un homenaje a dos vidas, a dos amigos. Uno, Rocco Carbone, escritor y de un carácter difícil para entenderse. Una, Pía Pera, también escritora y traductora, amante de los jardines y de un carácter más agradable.
Trevi va explicando cuándo y cómo llegaron Rocco y Pía a su vida, su relación con ambos y cómo en algún momento lograron los tres entablar una excelente relación, a pesar de lo distinto que pensaban, de lo diferente que vivían y de tan variados caracteres que tenían.
Va explorando en la vida individual, incluyendo la suya propia, para hacer una introspección sobre la amistad. En el recorrido, Trevi se da cuenta y por tanto da cuenta de que lo mejor en esa relación amistosa es la verdad. No entendería el autor llegar a ser amigo si no se cultivan esos lazos genuinos y de verdad expresa para hacer germinar todos los sentimientos que hacen que la compañía sea una necesidad básica para vivir.
En ese tránsito transcurre la vida de los tres, “ejercitándose en el imposible arte de entender la vida”.
Trevi habla de sus desavenencias con Rocco, hasta el rompimiento temporal porque lo consideraba un egoísta y un ególatra de primera. Se distancian por años, hasta que en el extrañamiento extremo se dan cuenta que la amistad no ha muerto, porque un hilo los ata: la literatura. Pero más allá de la literatura, se dan cuenta que ambos se complementan.
Con Pía es distinto. Trevi se da cuenta que la relación con ella es más de cordura y de encanto. Aunque no está tan convencido de su gusto por los jardines, le da gusto que ella haya encontrado allí un desfogue a la pasión interna. Luego descubre el ELA… “Pía perdió su independencia miembro a miembro, gesto a gesto, con el alma atenta y asustada cada vez más desnuda, consciente”. Estas palabras de Trevi van para Ruth, una guerrera contra el ELA, que la enfermedad no le ha quitado ni un ápice sus ganas de vivir y vivir en serio.
Sí, Dos vidas es un homenaje a dos amigos. Tan distintos pero tan entrañables, tan imprescindibles y tan ineludibles.
Ojalá que algún día pueda yo ser tan expresivo como Trevi para hablar de mis amigos. ¿Podría ser tan preciso y tan literario para hablar de mis amigos? ¿Qué diría?
Tendría que hablar de Jorge y su excelente buen humor, su erudición y su forma tan sencilla para desmenuzar los grandes temas del hoy. De Raúl y su siempre presencia grata a pesar de que casi nunca hablamos. De Paloma que se esconde detrás de su gran corazón. De Cecilia y sus ganas por ayudar a todos. De Rogelio por ser quien es y su entrega tan generosa que apenas tiene tiempo para sí mismo y sus amigos. De Teresa que su pasión hace de su pensamiento una auténtica acción y es la más política de los cristianos y la más cristiana de los políticos. De René que de su esfuerzo y dedicación ha hecho un camino para encontrar la vida misma. De Dora, una mujer extraordinaria, que hace todo más fácil. De Jaime que me sacó del ostracismo. De Paty que sabe sobreponerse a las más grandes adversidades principalmente por su gran fe. De Thelma que se desvive por todo y por todos. De Judith que sabe esconderse…
Y de tantos y tantos que se merecen bellas palabras que son incapaces de salir de mis enclenques dedos.
Tiene razón la contraportada de Dos vidas. “Trevi consigue hacer literatura de la vida y vida de la literatura y nos recuerda que no hay mejor tumba que el corazón de un amigo”.
Es cuanto.
Nos leemos la próxima. ¡Hay vida! No coman tierra.