Hace años me quedé con la boca abierta cuando un profesor de teología me dijo con cierta actitud de desprecio que no sabía qué significaba el adjetivo teologal; más o menos como me habría quedado si un físico me hubiese dicho que no sabe qué es la gravedad.
La vida teologal es la existencia humana “coram Deo” (san Agustín), de cara a Dios, siendo éste nuestro “Tú” existencial, aquel que se nos muestra en Jesús, su hijo, y cuya autocomunicación podemos recibir en el Espíritu; sin el Espíritu, su infinitud nos abrasaría.
Recuerdo la película El violinista en el tejado (1971), de Norman Jewison, adaptación del musical homónimo de Broadway con música de Jerry Bock, letra de Sheldon Harnick y guion de Joseph Stein.
Durante todo el relato, ambientado en 1905 en el pueblo de Anatevka, Ucrania, entonces en el Imperio ruso de los zares, Tevye, un lechero judío casado y padre de cinco hijas, dialoga con Dios acerca de lo que va viviendo. Eso es la vida teologal, ese tener a Dios como un Tú. La vida teologal es vivir-en-Dios. A eso estamos todos invitados, todos, sin acepción de personas.
La teología es la reflexión acerca de esa vida teologal tratando de encontrar las palabras adecuadas para entenderla nosotros y para comunicarla a los demás, dado que la Buena Noticia (eso es lo que significa Evangelio) debe ser transmitida y no puede permanecer oculta. La reflexión teológica nace en la vida teologal.
La teología no pertenece a los teólogos, como la salud no pertenece a los médicos, ni el fútbol a los futbolistas profesionales. La teología es de todos los que desean vivir su vida “coram Deo” y al servicio de los demás. Con el paso de los siglos la teología se ha convertido en una disciplina muy complicada, con muchas especialidades, en cuyo interior cuesta entrar más que en un castillo medieval amurallado.
Sin embargo, la teología es de todos. Que en ella se hayan alcanzado niveles de altura intelectual y académica ―algo loable― no debe ser un impedimento para que esté al alcance de todos, porque es de todos, como lo es la salud, el deporte o la música.
Seguiré, espero.