Ciudad del Vaticano.- En convergencia con los millares de jóvenes peregrinos que acudieron a Roma a participar del Jubileo para los Adolescentes, el cardenal Pietro Parolin, quien fuera Secretario de Estado del Vaticano, presidió la segunda Celebración Eucarística de los Novendiali en sufragio por el papa Francisco.
Parolin pronunció una homilía en la que subrayó la importancia de mantener vivo el legado de misericordia, alegría evangelizadora y esperanza que caracterizó el pontificado del fallecido líder católico.
Durante la misa, celebrada este segundo domingo de Pascua —festividad de la Divina Misericordia—, Parolín comparó el estado de ánimo de los fieles tras la muerte del papa Francisco con el de los discípulos de Jesús, quienes, según el Evangelio de Juan (20,19), se encerraron por miedo tras la crucifixión. “Vivimos una sensación de orfandad, como los apóstoles, pero en estos momentos de oscuridad, el Señor nos ilumina con la resurrección”, afirmó.
El cardenal recordó que el papa Francisco colocó en el centro de su magisterio “la alegría del Evangelio”, la cual libera de la tristeza y el aislamiento, y destacó su insistencia en que “la misericordia es el nombre mismo de Dios”. “Nuestro afecto por él no debe ser una emoción pasajera, sino acoger su herencia: abrirnos a la misericordia divina y practicarla entre nosotros”, exhortó.
"La buena noticia del Evangelio es sobre todo el descubrirnos amados por un Dios que tiene entrañas de compasión y de ternura para cada uno de nosotros independientemente de nuestros méritos; nos recuerda, además, que nuestra vida está tejida por la misericordia. Nosotros podemos levantarnos después de caer y mirar al futuro sólo si tenemos a alguien que nos ama sin límites y nos perdona", dijo.
Dirigiéndose especialmente a los jóvenes peregrinos reunidos en la plaza —provenientes de Italia, América Latina, África, Asia, Emiratos Árabes y otras regiones—, Parolín los animó a enfrentar desafíos contemporáneos, como el avance de la tecnología y la inteligencia artificial, sin perder de vista la esperanza en Cristo. “Con Él, ningún obstáculo será insuperable. Él los acompaña incluso en los momentos más difíciles”, aseguró, instándolos a construir un mundo basado en el amor fraterno y el perdón.
En línea con la festividad de la Misericordia, el cardenal resaltó que el pontífice impulsó una Iglesia “que se inclina ante los heridos” y promueve la paz mediante el reconocimiento del otro, especialmente del más vulnerable. “No hay paz sin perdón ni sin misericordia, como la que Dios nos ofrece”, recalcó, citando las palabras de Jesús en el cenáculo (Jn 20,23).
Parolín también agradeció a empleados y fieles del Vaticano presentes por su servicio diario y concluyó encomendando al papa Francisco a la Virgen María, a quien el pontífice honró con devoción y cuya basílica —Santa María la Mayor— albergará su reposo final. “Que ella interceda por la Iglesia y guíe a la humanidad hacia la fraternidad”, finalizó.
La homilía resonó como un llamado a transformar el duelo en acción, perpetuando un mensaje de compasión en un mundo marcado por divisiones. Con miles de jóvenes como testigos, el legado de Francisco parece encontrar terreno fértil en las nuevas generaciones.