Ciudad del Vaticano.- Mientras el sol declinaba sobre Roma y una ligera llovizna cubría la Plaza de San Pedro, el cardenal Baldassare Reina, vicario general de la diócesis de Roma, elevó preces al interior de la Basílica de San Pedro en una celebración Eucarística ofrecida por el descanso del papa Francisco y externó un mensaje que refleja las tensiones y esperanzas de una Iglesia en transición.
En la tercera jornada de los Novendiales, los nueve días de sufragios por el alma del Papa, fallecido el 25 de abril, el cardenal Reina no fue eufemístico: el pueblo hoy se encuentra "como ovejas sin pastor", dijo ante un nutrido grupo de cardenales presentes.
"Estos días Roma es un pueblo de luto por su obispo, un pueblo que junto a otros pueblos se ha puesto en fila, encontrando un espacio entre las plazas de la ciudad para llorar y rezar, como ovejas sin pastor...mientras el mundo arde y pocos tienen el coraje de anunciar el Evangelio traduciéndolo en visión de un futuro posible y concreto, la humanidad aparece como ovejas sin pastor", dijo.
Reina, cercano colaborador de Francisco, hizo un llamado a no retroceder en las reformas impulsadas por el papa: la opción preferencial por los pobres, la apertura a los márgenes sociales y la crítica a las "alianzas ciegas de poder".
"Y éste no puede ser un tiempo de equilibrios, de tácticas, de cautelas, de instintos de vuelta atrás, o peor aún, de venganzas y alianzas de poder, sino que se necesita una disposición radical para entrar en el sueño de Dios confiado a nuestras pobres manos", advirtió el cardenal, en un guiño a sectores que buscan un viraje burocrático de la Santa Sede que no atienda "a las ovejas, abandonadas al peligro".
"Los malos pastores no se preocupan por las ovejas: las abandonan... y por esto serán secuestradas y dispersadas", alertó.
En su reflexión homilética, el cardenal Reina insistió en buscar un pastor con "la mirada de Jesús", capaz de navegar entre un mundo "de rasgos inhumanos":
"Un pastor que confirme que debemos caminar juntos, componiendo ministerios y carismas: somos el pueblo de Dios constituido para anunciar el Evangelio".
Finalmente el purpurado alertó del riesgo de un pontificado "de compromisos trágicos" atados al miedo, a la complicidad con las lógicas mundanas, a las alianzas ciegas y sordas a los signos del Espíritu Santo porque, en el contexto contemporáneo crecen desafíos por la pérdida de sentido y las presiones geopolíticas modernas: desde gobiernos populistas que instrumentalizan la religión hasta comunidades que exigen respuestas transversales a crisis migratorias, ambientales y de justicia social.